El turismo en Bariloche busca la fórmula para salir de la crisis

El sector advierte problemas de pagos si la caja se mantiene en cero varios meses. Estiman que la gastronomía saldrá antes pero los hoteles tardarán más en superar la situación actual.

 Con la certeza de estar cara a cara frente a la prueba más difícil que les haya tocado atravesar, los operadores y funcionarios turísticos de Bariloche leen todos los días las cifras de la pandemia, siguen con atención las medidas del gobierno y busca con avidez las claves de la ansiada recuperación.

Desde el discurso, la “industria” pugna por no perder la compostura. El Emprotur sostiene desde el comienzo de la cuarentena por el coronavirus una comunicación amigable, con mensajes del tipo “lo mejor es quedarse en casa” y “volvemos a vernos pronto”, que sin embargo no alcanzan a despejar del todo los peores presagios.

“¿Cómo veo el panorama? negrísimo”, confesó el secretario municipal de Turismo, Gastón Burlón. Sostuvo que recién al final de la cuarentena habrá alguna señal más clara, pero “nadie sabe cuándo va a ser”. Reconoció “el esfuerzo de los empresarios para sostener el empleo y los salarios”, aunque observó que “no hay espaldas ni ahorro que alcancen si las cajas se mantienen en cero varios meses”.

El presidente de la Cámara de Turismo de Río Negro, Néstor Denoya, coincidió en que “el escenario es muy complejo”, porque ya hay análisis “realistas” según los cuales “Bariloche no va a tener invierno”.

Hernán Jaraj, secretario de Aetap (la cámara de transportistas) fue más crudo. A su juicio “la recesión que se viene va a ser una cosa horrible”. Dijo que Bariloche siempre está preparado, pero “cuando se levante la cuarentena, va a demorar mucho para que el turismo se empiece a mover”.

Ls hoteles y comercios cerrados en el centro. Una postal atípica en Bariloche. Foto: Alfred Leiva

Resaltó que la cadena de pagos “está rota” y las operadoras tienen “servicios prestados que no cobraron”. Eso dificulta más el pago de sueldos. “Se paró todo. Todo el mundo replantea y retrae gastos, el que no se quedó sin laburo teme perderlo y en ese contexto no se ve una recuperación rápida -opinó-. Lo peor es que a diferencia del volcán o del hantavirus, no es un problema de Bariloche, sino que está igual todo el país y todo el mundo”.

Todos los temores, todos

Las medidas sanitarias, los precios, el empleo, el sistema educativo y hasta el clima aportan cada día indicadores que están muy lejos de sugerir un futuro esperanzador.

Algunas de las fuentes consultadas señalaron con pesimismo que “el invierno en la Patagonia es sinónimo de frío y cualquier viajero va a pensar mucho antes de elegir Bariloche mientras circule un virus de este tipo”. También apuntaron como un punto en contra “los rumores de que el gobierno va a suprimir las vacaciones escolares de invierno” para evitar que se caiga el ciclo lectivo.

Ambos factores corren en contra de los pronósticos más halagüeños, según los cuales la recuperación empezaría en julio y agosto.

Otro elemento que para algunos alcanza dimensión casi mítica es la vacuna contra el coronavirus. Si apareciera en un plazo breve, contribuiría a desactivar fantasmas y la gente se animaría a viajar. Mientras no sea así, sospechan, el turismo -especialmente en destinos lejanos- va a quedar reducido sólo a los valientes.

La presidente de la Cámara de Turismo, Belén García Bertone, dijo que conversa en forma permanente con sus pares sobre el momento actual y “lo que se viene”. Calculó que “la gastronomía va a reaccionar antes” pero la hotelería “va a quedar para lo último”.

Dijo que barajan dos escenarios, en el que el más optimista es que Bariloche “recupere algún movimiento para la segunda quincena de julio y agosto”. El otro prevé un invierno que pasará de largo y las primeras señales de reactivación para octubre o noviembre. Este última es la hipótesis que le parece más sensata al presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo de Bariloche, Ezequiel Barberis.

“Soy de los que piensan que habrá que esperar mínimo un semestre, y va a empezar con un mercado muy acotado, turistas nacionales y no mucho más -señaló el dirigente-. El turismo de larga distancia, Europa por ejemplo, está perdido por un año y medio como mínimo”.

Hurgar en la psicología

Sin pretensiones profesionales y sólo con la experiencia a cuestas de tratar con turistas durante años, los operadores admiten que el humor social va a contramano de un eventual repunte del sector en el corto plazo.

Burlón dijo que “va a pasar bastante tiempo hasta que la gente se anime”. Dijo que en el Emprotur, donde ya piensan en las futuras campañas de promoción, evaluaron que “el público que va a reaccionar más rápido es el más cercano, el Alto Valle por ejemplo”. Pero el de las grandes ciudades de la Argentina va a pensar mucho más antes de un viaje largo y de exponerse a concentraciones e intercambio con desconocidos. Los del exterior ni hablar.

También va a pesar la cuestión económica, con un empobrecimiento general y la obligada postergación del gasto en turismo. Barberis dijo que “las ganas de viajar y vacacionar siempre están y cuando se termine la cuarentena la gente va a tener ese impulso, pero habrá una imposibilidad muy grande por falta de dinero”.

Ese combo de razones también anticipa, al menos por este año, un cuadro de tarifas deprimidas, según reconoció García Bertone. La empresaria hotelera aclaró que la reactivación, aunque sea mínima, también servirá para apuntalar el ánimo de los prestadores. “Desde lo mental, no abrir el negocio es tremendo. Es muy frustrante. Si se abre, aunque se mueva poco, el hecho de ir a trabajar todos los días, recompone muchas cosas”.

Países vecinos

El turismo representa casi el 50% del PBI de Bariloche, y para que vuelva a moverse esa rueda va a resultar clave atraer otra vez a los viajeros con alto poder de compra. Entre ellos la clásica afluencia brasileña “de invierno” y también el público chileno.

Pero los operadores del sector son conscientes de que cualquier intento de recuperar ese mercado será de “alta sensibilidad” mientras se mantengan las disparidades entre las estrategias sanitarias de esos países y las que aplica la Argentina. Por eso observan azorados, por ejemplo, lo que ocurre en Brasil, que suele aportar entre 30 y 50 mil turistas cada año.

Denoya dijo que para Bariloche “los mercados regionales son muy importantes y hoy están perdidos”. Admitió su preocupación por “lo que va a pasar con Brasil y con este loco de Bolsonaro”. García Bertone también conjeturó que las fronteras “van a tardar en abrirse” y en el actual contexto no se imagina el ingreso masivo de brasileños.

Para Burlón, pensar en otra cosa es utópico porque mientras Argentina impone una cuarentena total “Brasil no hizo absolutamente nada”.

Lo que se fue y no vuelve

Entre los agentes de viajes está claro que los escenarios por venir serán distintos a los actuales y -como muchos dicen- “hay cosas que después de la pandemia no volverán a ser iguales”.

Barberis, por ejemplo, cree que las altas concentraciones de gente van a estar limitadas por mucho tiempo. Va a prevalecer el turismo individual por sobre el grupal, aun cuando convenga por costos, y dijo que no se imagina -al menos en el corto y mediano plazo- que un catamarán vuelva a navegar con 300 personas a isla Victoria.

El presidente de la Asociación de Turismo Activo de la Patagonia, Alejandro Rosales, también consideró que va a predominar el turismo en grupos chicos y en lugares abiertos, lo cual en principio se adapta a los productos del sector que representa. Pero admitió que si bien tratan de ser optimistas, “el frío es un elemento que juega en contra” para una rápida recuperación. “Hemos vividos situaciones como el volcán en 2011, pero esto no se parece, es distinto a todo”, dijo Rosales.

Burlón también cree que se modificarán las formas de comercialización y citó el caso de quienes fueron sorprendidos por la cuarentena en Bariloche y habìan contratado vía web en forma directa con las compañías aéreas o con un portal digital. “Los vuelos se cayeron y nadie les atendía los llamados -explicó-, en cambio los que llegaron por agencia de viajes pudieron acceder más fácil a los vuelos especiales, porque las agencias respondieron y se ocuparon. Lo mismo los que se alojaron en hoteles, recibieron asistencia de los mismos hoteleros, que armaron listas de pasajeros y los ayudaron a solucionar. Fueron los primeros en enterarse y se fueron rápido. En cambio los que estaban en departamentos quedaron afuera”.

Consideró que, como una herencia no buscada de la pandemia, “en ésto va a haber un antes y un después”.


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