El Valle Medio está marcado por el esfuerzo y el trabajo de sus hombres

COOPERATIVA AGRARIA CHOELE CHOEL

En 1977 se instaló la planta de concentración de jugos de manzana y pera, teniendo en cuenta que los asociados producen las citadas especies.

Se logró evitar la salida de la fruta a otras regiones donde están radicadas las plantas industriales, creando una importante fuente de trabajo y de ingresos genuinos para la cooperativa, sus asociados y la comunidad.

La capacidad inicial de elaboración de la planta fue de 5.000 toneladas de fruta en la temporada de cosecha (febrero a junio). Equivale a dos mil tambores de 227 litros de jugo concentrado brix 70/71ª, con un peso de 307 kilos y una densidad de 1,35.

En la temporada 1986-87 se recibieron y procesaron 12.000 toneladas de fruta, lo que obligó al traslado de la planta (1988) y el incremento de su capacidad hasta un total, en la primera etapa, de 20.000 toneladas de fruta, lo que significó una inversión de aproximadamente 600 mil dólares.

Anualmente se ha ido renovando la tecnología, mejorando la relación fruta-jugo obtenido y tendiendo a cumplir con las exigencias del mercado, especialmente en cuanto a cambiar los procesos químicos por sistemas mecánicos, tratando de satisfacer requerimientos de los compradores, en especial del exterior.

La casi totalidad del jugo concentrado de peras y manzanas se exporta a EE.UU. y Canadá, prioritariamente de los puertos patagónicos. El resto se vende en el mercado interno.

Se están implementando las modificaciones y adecuaciones exigidas por las normas internacionales HACCP (sistema de análisis de riesgos y puntos críticos de control) tendiendo a la elaboración de productos que aseguren calidad e inocuidad a los consumidores.

Cada una de las ciudades tiene grabada a fuego el trabajo incansable de aquellos que pelearon por hacer de este sitio de la Patagonia un mejor lugar para todos.

Este esfuerzo no siempre fue aislado; por el contrario, cada localidad tuvo asociaciones, clubes, y lugares de reunión y encuentro que hicieron más llevadera la lucha diaria. Pero ninguna de esas instituciones logró captar el espíritu de trabajo de los vecinos de la zona tanto como la cooperativa. En muchos casos éstas se hicieron para lograr servicios y fueron convirtiéndose en elementos claves para el crecimiento de cada localidad.

En Luis Beltrán la conformación de la Cooperativa Agraria Choele Choel fue la que mejor pudo preservar el verdadera unión de los socios por el bien común.

Creada por la década del 30 la institución posibilitó que muchos productores vitivinícolas comenzaran a pensar en poder contar con un lugar donde elaborar vinos.

Durante sus 70 años de existencia la cooperativa a pasado por distintas situaciones y circunstancias económicas.

De algunas se salió mal parado, de otras se pudo remar contra la corriente para poder llegar a buen puerto, pero nunca desde su creación se dejó de luchar, porque ese es el verdadero espíritu de trabajo de los fundadores una lucha cotidiana contra las inclemencias del tiempo, y contra todos los factores externos que hicieran imposible la producción.

La cooperativa inició sus actividades como bodega elaboradora de vinos en 1933. El grupo fundador estaba conformado por treinta y siete productores de l zona del Valle Medio del río Negro, que la constituyeron básicamente para poder procesar en conjunto la uva que producían. Algunos de los fundadores tenían ya su propia pequeña bodega.

Pero en aquella época se produjo una tremenda crisis en la vitivinicultura nacional por el enorme excedente de vinos. Así, el gobierno nacional indemnizaba a los productores que erradicaran viñedos y derramaran sus vinos. Ese mismo año, 1933, se fundaron cinco cooperativas vitivinícolas en la provincia de Río Negro.

Sin duda, los fundadores entendieron que la cooperativa es una herramienta válida para superar, en unidad de objetivos y medios, los avatares de la economía en crisis. En 1983, cuando se celebraron las bodas de oro, la cooperativa contaba con doscientos nueve asociados, productores vitícolas y frutícolas, seiscientas cincuenta hectáreas de viñedos y se elaboraban aproximadamente 35.000 quintales de uva.

Actualmente, si las condiciones climáticas acompañan, se reciben alrededor de 3.500 a 4.000 quintales, con los que se elaboran vinos comunes de mesa y finos.

La bodega de la cooperativa tiene una capacidad de almacenamiento de siete millones y medio de litros de vino, en vasijas de mampostería y de hormigón armado con revestimiento de pinturas «poxi» y cubas de robre, para el añejamiento de los vinos finos.

El mercado natural de los vinos es la región patagónica.

Se producen vinos comunes de mesa con las marcas «La Niña del Sud» y «Paso de Indios» en blanco y tinto, con gustos abocados y secos. Los vinos finos, blanco y tinto, con las marcas «Choele Choel» y «Barón de la Isla».

A partir de 1991, la cooperativa incorporó el vino espumante (champagne) «El Barón de la Isla».

En las dos últimas décadas se han extirpado viñedos y no se ha renovado la tecnología de elaboración, por lo que se han perdido mercados.

Podemos recordar que Río Negro, en la década del 70 tenía plantadas aproximadamente 18.000 hectáreas de viñedos y que el último censo, hace dos años, dio una superficie aproximada de 3.000 hectáreas, tendencia que también se ha dado en el Valle Medio.

«Apuntamos a reconvertir la producción primaria -implantando cepas de variedades finas de uva- y a la renovación tecnológica -recepción, elaboración, crianza y envasado- pensando en la obtención de vinos finos con destino a los mercados interno y externo», sostuvieron desde la cooperativa. Y agregaron: «estamos en condiciones de lanzar al mercado vinos varietales de uvas Malbec y Tempranillo en tintas y Sauvignon blanc en blancas». «Siendo sus socios, herederos de los fundadores y conocedores de la tradición viñatera del Valle Medio del Río Negro, apuestan a la factibilidad de la reactivación, tanto en el cultivo de vid como la elaboración y comercialización de vinos, pensando además en su colocación en el mercado externo», subrayaron.

La juguera, importante receptor de las frutas

Actualmente el consejo de administración de la Cooperativa está compuesto: como presidente, Bruno Paravano, vicepresidente Eufrasio Lagos, secretario Daniel Fernando Hernández y prosecretario Roberto Gaspar.

El cargo de tesorero lo ocupa Néctar Mozzicafredo y protesorero Gabriel Lucas Roman. Siendo los vocales titulares: Domingo Cirillo, Rogelio Garrido y Jorge Bernardi.

Vocales suplentes: Sebastián Oller y Luis Franco. El sindico titular es Roberto Díaz y el suplente Carlos José Algeri.

Durante la semana, el presidente habló con este medio.

Paravano mencionó que las perspectivas para esta próxima temporada parecen ser alentadoras, dado que muchos productores frutícolas, por haber tenido inconvenientes con las heladas se volcarán a la industria. Lo que significaría que sobre todo la juguera se puede convertir en un importante centro de recepción de frutas de la comarca.

En tanto sostuvo que la cantidad de socios es de 100, lo que habla de la disminución de los asociados, sobre todo por problemas económicos.

Además indicó Paravano que económicamente la cooperativa esta saliendo de una crisis importante, donde se están cancelando las deudas que tenía la institución.

La apuesta sigue siendo el trabajo en conjunto de los productores, los asociados de la cooperativa y los trabajadores de la planta y las demás dependencias de entidad.

Por eso entre los agradecimientos, a toda la gente que ha trabajado junto a la institución, desde la cooperativa se hizo especial hincapié en los trabajadores que la construyen diariamente: Cerda Olmos, Calos Contreras, Evaristo Díaz, Raúl Domínguez, Patricia Grizy, Esteban Hernández, Anselmo Huebra, Marcelo Kissner, Alfredo Labrada, Ricardo Llorente, José Miguel López, Lorenzo Nievas, Diana Puente, Santiago Quiñelaf, Federico Romozzi, Fernando Sánchez , Horacio Soto y Paula Hernández.


En 1977 se instaló la planta de concentración de jugos de manzana y pera, teniendo en cuenta que los asociados producen las citadas especies.

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