Heladerías Piré: el valor del producto artesanal

Una historia emparentada con inmigrantes italianos y una familia que eligió trasladar el oficio de los abuelos al Alto Valle. Con el foco puesto en la calidad del producto, es marca registrada de sabor en el paladar de los habitantes de la región.

La historia de una de las empresas más emblemáticas de la región se inicia en los 50, en la ciudad de General Alvear, provincia de Mendoza. Allí una familia de inmigrantes italianos comenzó a producir helados de forma artesanal, realizando todas las tareas desde la elaboración, hasta la venta y el reparto a domicilio. Bautizaron su emprendimiento como Heladerías Piré.

En 1986, los hijos de aquellos inmigrantes deciden radicarse en Neuquén, y es así como desde hace 30 años nació la rica historia de Piré en la región, manteniéndose hasta hoy en manos de la segunda y tercera generación de la familia fundadora.

Carlos Roberti, propietario de Piré, explica que la clave para sostener la clientela durante tanto tiempo ha sido no traicionar las raíces. “Cuando uno entra a Piré a tomar un helado de frutilla sabe que lo que está comiendo es frutilla”, explica.

La empresa tiene su planta cerca de la costa del río, en la ciudad de Neuquén. En el proceso de producción intervienen 12 personas, divididas en tres sectores: depósito, fábrica y elaboración de impulsivos (bombones, postres, alfajores). La tarea es puramente artesanal, casi artística. El objetivo es mezclar la leche, la crema y el dulce de leche, el chocolate o las frutillas, hasta conformar una molécula lo suficientemente chica y consistente, para que dentro suyo estén todos los sabores. La idea es lograr un producto homogéneo, para ello se utiliza un estabilizador, que ayuda a que una micromolécula de agua contenga esa mezcla. Esa materia viva se deja madurar, y luego se enfría.

Habitualmente, el helado puede conservarse durante un año en cámara de frío a -22°C. Pero en Piré tienen como norma no guardar el producto por más de 60 días. La meta es llegar al mostrador con un producto fresco y recién elaborado, para garantizar que la textura y la sensación que experimenta quien prueba el helado sea exactamente la misma que cuando el producto acaba de ser terminado.

El proceso de producción está certificado por normas ISO 9000, a fin de garantizar la calidad no solo en el producto final, sino en cada uno de los eslabones de la cadena de producción.

Todas las recetas que se trabajan en la heladería son de autor, generadas por un equipo de trabajo compuesto por una ingeniera en alimentos, y por la esposa de Roberti, quien se dedica a explorar nuevos sabores y a interpretar los pedidos de los propios clientes. “Así nació por ejemplo el helado de canela”, explican. “Cuando visitó Neuquén el chef Abdala, él pidió ese sabor. Los clientes quedaron encantados. Y seguimos fabricándolo”, agregan.

Desde un primer momento la marca tuvo diseño. Pero desde hace 15 años, uno de los hijos de Roberti se dedicó al desarrollo de la marca. “La imagen, el packaging, el diseño, son parte del producto que ofrecemos”, indica Roberti.

La empresa cuenta con tres puntos de venta propios en Neuquén, y a la vez existen terceros que utilizan en sus propios negocios los productos de Piré. En las ciudades de Neuquén, Cipolletti, Catriel, Rincón de los Sauces y Villa Pehuenia existen puntos de venta a través de franquicias.

Todo el traslado de la mercadería está a cargo de una flota propia de camiones refrigerados. “El traslado del helado no es algo menor. Es parte del cuidado del producto. Asegurarse de que el helado conserve al llegar al público todas las propiedades con las que salió de fábrica. En total, trabajan en la compañía 45 personas de forma estable. A ello se suman los eventuales en temporada alta.

Actualmente Piré produce unos 120.000 kilos de helado al año. En temporada alta se fabrican 15.000 kilos por mes y en temporada baja unos 6.000 kilos por mes.

A diferencia de lo que sucede con otros sectores de la economía, Roberti explica que la coyuntura económica no afectó las ventas. “Nosotros sufrimos mucho con la crisis del 2009. En ese momento cuando reventó la burbuja económica a nivel global, el sector petrolero se vio muy golpeado en la región, y las ventas se desplomaron. Desde ese momento en adelante solo hemos crecido, y hoy estamos en el mismo nivel de ventas que el año pasado”.

Otros de los desafíos del rubro es competir con el helado industrial, el cual es un producto masivo, que llega al mostrador a un precio mucho más bajo. Sin embargo, en Piré trabajan con foco en la fortaleza del producto hecho artesanalmente, y sabiendo que existen nichos de mercado para todos los tipos de producto. “Con los helados sucede de la misma forma que con los vinos. Quien toma habitualmente un vino de alta gama difícilmente opte por un vino en tetra brick. En el medio hay un nicho de gente que va y viene, pero los extremos no se tocan”, se entusiasma Roberti. Explica que el desembarco nacional de un gigante como Grido provocó un incremento en el consumo per cápita de helado a nivel país. Ese incremento en el hábito de consumo no puede ser cubierto solo por una empresa por más grande que sea. Es ahí donde el helado artesanal se hace fuerte.

Artesanal. Así se elaboran las cremas heladas de Piré.

Datos

Datos

30 años
acaba de cumplir Heladerías Piré en Neuquén desde su aterrizaje en la región durante 1986.
$ 3 millones
El monto del capital en equipamiento e instalaciones que mantiene hoy Piré.

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