El vendedor de espuma
Por Marcelo A. Angriman*
Pablo está por patear un tiro libre. Se tiene fe. Desde su posición, ve un buen hueco para pegarle con comba y meterla junto al palo.
El juez pita y la barrera se adelanta. La pelota da en el pecho de un defensor y Pablo desata su calentura (…permítase la licencia futbolera) ante el árbitro, quien con toda severidad le muestra la roja y el camino a los vestuarios.
Desde las regaderas hasta su casa y luego por años Pablo imagina, maquina, pergenia cómo hacer para que su impotencia no se repita en otros…hasta que se le ocurre el “spray” cuya marca desaparece en cuestión de minutos.
Para ello debió peregrinar por diversas empresas químicas y profesionales, hasta dar con un producto lo suficientemente confiable, para luego establecer relación con las federaciones deportivas que se interesaran en él.
Esta es la breve historia de quien elucubró, desde la adversidad, su mayor creación. Su “Cancha Rayada” triunfal. De quien hizo un golazo, aún cuando aquella maldita pelota nunca llegase a destino.
Se trata de Pablo Silva, argentino, el mismo que junto a su socio brasileño, ganó hace pocos meses atrás un juicio a la FIFA por una cifra estimada en unos 120 millones de euros.
Así la Justicia brasileña resolvió la controversia suscitada entre la empresa Spuni Comercio de Produtos Esportivos e Marketing Ltda -fabricante del aerosol-, y la FIFA.
El caso perfectamente explicado por Blas Pugliese en su nota publicada en MJ-DOC-16308-AR | MJD16308, se origina a comienzos del 2000 cuando la firma mencionada, patenta el aerosol en 44 países , siendo adoptado también por la Confederación Brasileña de Fútbol en el año 2002.
La FIFA se resistió a su aprobación, hasta que en el 2009, gestión mediante de su vicepresidente Julio Grondona, se logró su utilización por un período de prueba.
Luego, bajo la presidencia de Joseph Blatter se anunció la utilización del aerosol en el Mundial de Brasil 2014 e internamente se formuló una oferta de compra de las patentes por US$500 mil, que fue rechazada.
Ello por cuanto, con el ex ferretero, se había estimado una suma cercana a los 20 millones de dólares antes del Mundial, que según el devoto cultor del “todo pasa”, ascendería a 40 millones terminado el mismo.
Sin embargo, durante la competencia la FIFA procedió a cubrir el producto de forma tal que no se pudiese ver ni el logo ni la marca, alegando para ello, que lo contrario “habría perjudicado futuras negociaciones en la comercialización del producto”.
Luego del Mundial, y producido el fallecimiento de Grondona (30/7/2014), Spuni advierte sorprendida, que la FIFA estaba negociando por su cuenta con otra empresa llamada PPG-Comex la licencia y comercialización del producto.
Ante la indiferencia extrema, se promueve la demanda judicial por violación de la buena fe negocial y los derechos de invención.
La resolución definitiva, para la cual se tuvo que esperar cinco años, descarta que la FIFA sea un típico consumidor tal como insinuara en el litigio, ya que ella era quien ostentaba el poder de manejar las condiciones del negocio.
El fallo resulta lapidario a la hora de recalcar que la FIFA hizo una utilización indebida de su posición dominante en el escenario del fútbol mundial, configurándose un abuso de derecho al realizar promesas infundadas en negociaciones jurídicas, la solicitud de una utilización gratuita del producto, una oferta incompatible con el objeto y, por fin, dar por concluidas las conversaciones para avanzar en sentido similar con otras empresas del rubro….
Critica la mala fe, luego de haber utilizado el producto en forma gratuita, la transferencia del expertise y promesas de compra de la patente.
En consecuencia, considera procedente el reclamo limitado al territorio nacional (Brasil) desde el 23/5/2012, no solo a las competiciones organizadas por FIFA sino también las hechas por CONMEBOL, CBF y estaduales hasta el cese de la exclusividad de la patente de la actora en Brasil.
La historia reseñada parece una minucia comparada con el “Fifagate”, y con los temas que hoy a Infantino desvelan como su reelección, los mundiales bianuales o la sede del Mundial 2030.
Pero también desnuda impúdicamente la falta de transparencia, de honor y de palabra, con la que se maneja la casa madre del fútbol internacional.
Una institución muy alejada, desde hace décadas, del concepto de deportividad que debiera inspirarla.
Una federación que adelanta la barrera cada vez que puede y que hoy, merced a su torpe concepción de la impunidad, debe pagar una fortuna a un buen vendedor de espuma.
*Abogado. Prof. Nac. De Educación Física. Docente Universitario. angrimanmarcelo@gmail.com
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