Emiliano Gatti: “Vivo mi condición gay en plenitud”
Uno de los periodistas más populares de la TV regional confiesa su camino hasta encontrar su identidad
Sin decisiones, decía siempre la abuela de Emiliano Gatti, no hay destino. Y ahí nomás empezaba a contar vidas de familiares, conocidos y desconocidos del nieto para alimentar su teoría. Vaya a saber si esas historias eran ciertas, pero en algún punto a Emiliano le quedaban gustando casi siempre.
Con el paso de los años, ya siendo un adolescente, Emiliano pensó que mudarse de su Bahía Blanca natal a estudiar periodismo a la UNC a Roca lograría el cambio profundo que él ansiaba para su vida. Más que una intuición era una certeza que tenía de que así nomás iba a ser. “Sabía, en ese momento, a los 19 años, que sin esa decisión, el destino se me podía escapar”, afirma hoy Emiliano Gatti (44), periodista, locutor, emprendedor y una de las caras más visibles y reconocibles de Canal 10 de Río Negro.
P- ¿Qué sería hoy de tu vida sin ese primer gran viaje de tu vida?
R- Sería un martirio, no lo podría soportar. No me imagino una vida sin ser libre. Sin ser yo así como soy. Sin poder ser gay como soy hoy.
Lo saben sus padres, sus mejores amigos y sus jefes laborales. Lo saben todos porque no lo oculta y porque lo comparte también en sus cuentas sociales. “Desde siempre noté la diferencia porque me sentía atraído por los chicos. Pero lo negaba. Al principio no sabés lo que es hasta que empezás a escuchar sobre la homosexualidad y sobre ser gay. Además también me atraían las chicas y eso me confundía aún más”, cuenta Emiliano.
P- Cuando Tim Cook, el CEO de Apple, compartió públicamente su homosexualidad poco tiempo atrás, argumentó que lo hacía porque era uno de los regalos más grandes que le había dado Dios y podía inspirar a jóvenes que aún se sienten discriminados. ¿Compartís estás palabras?
R- Para mí no fue un regalo de Dios. Hubiera preferido no pasar por tantos años de sufrimiento, de encierro, de no poder compartirlo con los demás, con la familia o con los amigos. Creo que compartir la experiencia de uno es bueno para otros. Que puede ayudar. De todos modos creo que los más jóvenes tienen menos prejuicios que los que pasamos los 40. Aún así, cada persona es un mundo; cada familia es un mundo y no todos pueden expresarlo y vivirlo de la misma manera. Finalmente, me parece, que cada uno hace lo que puede.
Veinticinco años atrás, Emiliano llegó a Roca con la esperanzada de “liberarse” de su familia y comunidad natal, de tomar esa distancia que él necesitaba. No obstante, éste no fue el lugar que –como él pensó– le permitiría desarrollar su elección sexual. Digamos que casi nada. Encima trabajaba, además de estudiar, como preceptor en un colegio. “No podía compartir quién era. Fueron como nueve años de vivir de este modo. Me gustaba bailar pero me sentía mirado, examinado…”, reconoce. Ya empezaba a trabajar en Canal 10. “Vivía una cosa de que se me va a notar de cómo me muevo, cómo hablo… cosa que pasaba en mi fantasía porque hubo gente que se enteró muchos años después y ni se había dado cuenta. Se juntaba todo, la realidad y mi rollo”.
En el 2001 vino un segundo traslado, una segunda mudanza. A Neuquén. Emiliano duda si tiene el talento y la audacia necesaria para volver a empezar tantas veces. Y no sabe si el destino existe, como le decía su abuela allá lejos y hace tiempo, pero que “el amor existe, te tira para arriba y te da vuelta… es así nomás”. A los 29 años, “me superenamoré de un flaco. Me enamoré profundamente. Y Neuquén, más grande, más anónima, me permitió a vivir en plenitud y libertad. Hasta nos besamos en la calle y nadie me gritó puto o maricón”.
P- ¿Tu familia sabía algo de todo esto?
R- Primero viajaba seguido a Bahía y mostraba fotos de cosas que hacía con mi pareja y no decía nada más y todo el mundo feliz y ajá ajá y ajá. De ahí nadie pasaba. Hasta que un día pensé: “Soy yo el que tengo que seguir dando el primer paso; sufrí toda mi vida en este aspecto, ahora que estoy enamorado, pasando el mejor momento de mi vida ¿no lo voy a compartir con mi familia?”. Fue uno de las grandes click que hizo mi cabeza. Desde Neuquén le mandé un mensaje a mi vieja y le dije: “Viajo a Bahía; quiero que estén para hablarles de algo”.
P- ¿Tipo conferencia de prensa?
R- No podía ser de otro modo.
P- ¿Cómo fue la conferencia?
R- Estábamos todos sentados alrededor de una mesa: mis padres, mi pareja, dos de mis hermanos (uno estaba en el norte trabajando y el más chico de doce andaba por ahí). Toda la vida preguntando por “la noviecita”, bueno, acá estaba “el noviecito”. Lo único raro para mí fue la reacción de mi hermana, estudiante de Psicología por entonces, que le dijo a mi viejo: “Ya se le va a pasar”. Para mi papá todo bien pero no volvió a hablar del tema. Para mi mamá todo bien y me pidió que no sufriera. Temía el castigo social.
Al contrario. Lo disfrutó por años hasta que terminó. Después vendría una segunda pareja estable, 14 años menor que él. “Con él ya mis padres se comunicaban con naturalidad. Cuando llamaban preguntaban ‘¿Y cómo andan Uds?’. Valoro el esfuerzo que hacen. Antes, cuando llamaban y atendía él preguntaban “¿Cómo anda Emiliano?”, como si estuvieran hablando con el compañero de departamento. “Son incondicionales, los amo”.
El querer vivir es un verbo, una acción. Un grito. “Un grito como el que más de una vez he pegado en silencio”, dice Emiliano. “Todavía dudo si el destino existe”, reflexiona, pero no hay duda de que cuando uno está por bajar los brazos hay una voz secreta que te llama a cambiar el rumbo, a tomar una decisión, concluye. A pensar en otro movimiento, en otro viaje. “Haber salido del closet lo vivo con naturalidad, libertad, con un gesto de agradecimiento para quienes han luchado por esta causa. Una de mis exparejas es militante por los derechos gay y con él participé en varias marchas del orgullo gay en Neuquén. Recuerdo que la primera vez fui con lentes oscuros pero la segunda más cómodo y convencido hice varias cuadras de la mano junto a él. El quiebre, en todo esto, fue el amor. Mi blanqueo es desde ese lugar; no ando con una bandera diciendo “soy gay” por la calle. No creo que sea necesario; no es lo mío. Simplemente soy lo que soy. A la gente que quiero, que necesito y que me rodea, con esto le alcanza y le sobra. Y a mí también”.
Perfil
Emiliano Gatti
Nació y se crió en Bahía Blanca. A los 19 años se trasladó a Roca, donde estudió periodismo en la Universidad Nacional del Comahue.
Desde hace 23 años trabaja en Canal 10 de Río Negro. Condujo el noticiero 13 años en distintas ediciones.
“Juntos para sumar” es un programa que él creó, con el que ganó 14 premios, entre ellos un Martín Fierro.
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