En Buenos Aires, el símbolo del esplendor de una época ya puede ser visitado

La ex residencia Anchorena, construida entre 1905 y 1909, ahora se abre al público

El palacio San Martín, Cancillería Argentina, está siendo progresivamente reacondicionado para que el turismo pueda acceder a uno de los monumentos más espectaculares del siglo XIX en Buenos Aires. Resumen de la cultura de vida de una época, la ex residencia de la familia Anchorena recupera su esplendor gracias a la labor de los responsables del patrimonio artístico de la ciudad (notable por cierto) y propone incursionar en un mundo fabuloso de refinamiento y concepto artístico de lo cotidiano de una época. «Río Negro» recorrió sus salones (por ahora la primera planta) y pudo certificar la belleza de este gran exponente del «clasicismo internacional 1900».

Unas de las mejores y más originales residencias de la «Bella Epoque» en Buenos Aires, el Palacio San Martín se inspira en su composición en el proyecto ganador del «Gran Prix de Roma» de 1866 de la «Ecole de Beaux Arts», que integraba tres residencias alrededor de un patio de honor (donde accedían los carruajes de la época). La composición se completaba con dos jardines laterales y posteriores dando como resultado una obra de inusual riqueza volumétrica y especial. Con la federalización de Buenos Aires en 1880 un período de gran crecimiento económico invade el país. Buenos Aires emerge como la imagen apabullante de «la América».

Durante la primera presidencia de Roca, su intendente, Torcuato de Alvear, llevó a cabo el ideal transformador que se inspiró en el Plan Haussmann impulsado por Napoleón III a mediados del siglo XIX en París. Para esto contó con la mano de obra especializada de verdaderos artistas de profesión: albañiles, herreros, carpinteros, arquitectos, ingenieros, provenientes de Europa y portadores de todos los avances en las técnicas de construcción en momentos en que el eclecticismo hacía convivir el neorrenacimiento italiano, el clasicismo borbónico (irradiado desde París por L»Ecole de Beaux Arts) sumados hacia 1900 al nuevo Rococó y al revival Luis XVI que conviven con diversas interpretaciones del modernismo.

Entonces, a principios de siglo, Buenos Aires ve surgir monumentales residencias como son las de las familias Ortiz Basualdo, Paz, Errazuriz, Pereyra Iraola, Harilaos de Olmos, etc. Notables exponentes de una época que, por suerte están recuperando en todo su esplendor, muchas veces superiores a las de sus modelos europeos.

La mano de una arquitectura superior

Alejandro Christophersen (1866/1946) fue el arquitecto de muchos monumentales edificios de Buenos Aires. Originario de Cádiz, en donde su padre era cónsul de Noruega se convirtió en uno de los más destacados profesionales de la época, dejando el sello de su talento en Uruguay, Brasil y Argentina con los más diversos estilos expresados en edificios religiosos y privados. Entre ellos se destaca la residencia (hoy Palacio San Martín) que le encomendaran para doña Mercedes Castellanos de Anchorena, construida entre 1905 y 1909 (tiempos milagrosos para estas épocas) con la finalidad de que allí vivieran ella y las familias de sus hijos Enrique y Emilio.

Según se señala, varias fuentes habrían inspirado a Christophersen para su cometido. Por ejemplo se habría inspirado para su construcción en el Hotel de Condé (obra de J.M. Peyre de 1765) y el hotel «A París Pour un riche banquier» (hotel en París para un rico banquero), obra de su maestro Jean Louis Pascal de 1886.

Se trata de un conjunto exterior único, lo que le otorga una categoría relevante porque comprende tres residencias, cuyas fachadas presentan sutiles distinciones, siendo la de la calle Esmeralda (la residencia está en Arenales 761, desde donde se entra para las visitas) más sobria y depurada, mientras que la entrada principal es más barroca y la de la calle Basavilbaso tiene reminiscencias Belle Epoque con el acento del vidrio y el hierro. En la residencia situada sobre Esmeralda habitó Mercedes Castellanos de Anchorena con su hijo Aarón. En el ámbito de la casa central se estableció la familia constituida por Enrique de Anchorena y Hercilia Cabral Hunter y sobre la calle Basavilbaso estaba la familia de Emilio Anchorena y Leonor Uriburu.

La portada del conjunto presenta un estilo muy 1900 que da paso a un patio de honor de planta oval que actúa como espacio ordenador, presidido por una doble escalinata que conduce a los salones del cuerpo central. A él concurren la galería sostenida por columnas de orden toscano, los frentes, las mansardas y las dos cúpulas.

La composición ágil de la planta está en correspondencia con la movida serie de volúmenes, coronamientos de mansardas convexas, cúpulas sucesión de chimeneas. Las fachadas tienen un tratamiento casi escultórico y dejan entrever elementos clasicistas en sus columnas y pilastras, abarcando los dos pisos principales balcones soportados por importantes ménsulas, claramente Art Nouveau, sobresaliendo la espléndida estructura de hierro sobre Basavilbaso. Innovadora en su época, encerrando en su volumen a los jardines de invierno. Dicho estilo se visualiza en el diseño de los pisos del palacio (los salones con roble de Eslavonia y marqueterie) en las ventanas redondas y pequeñas del patio de honor y en el movimiento de las rejas que delatan la excelencia de los artesanos argentinos de la época, verdaderos artistas.

El tratamiento de la superficies y acabados exteriores e interiores del edificio, reflejan el insuperable nivel en el arte de la imitación de materiales ricos (el estuco fue muy utilizado) como la piedra, el mármol o las maderas nobles.

Julio Pagani


El palacio San Martín, Cancillería Argentina, está siendo progresivamente reacondicionado para que el turismo pueda acceder a uno de los monumentos más espectaculares del siglo XIX en Buenos Aires. Resumen de la cultura de vida de una época, la ex residencia de la familia Anchorena recupera su esplendor gracias a la labor de los responsables del patrimonio artístico de la ciudad (notable por cierto) y propone incursionar en un mundo fabuloso de refinamiento y concepto artístico de lo cotidiano de una época. "Río Negro" recorrió sus salones (por ahora la primera planta) y pudo certificar la belleza de este gran exponente del "clasicismo internacional 1900".

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora