¿Existía un plan para hacer un segundo “Robo del siglo”?

A más de 15 años del robo millonario a la sucursal del Banco Río de la localidad bonaerense de Acassuso, el libro “El segundo robo del siglo” devela la existencia secreta de un segundo plan que tenía la banda de atracadores para volver a robar ese mismo banco apenas unos días después.

Muchas veces oímos hablar del famoso “robo del siglo”. Además de las noticias que cubrieron el hecho en su momento, también se hizo un libro, una película y hasta un documental sobre los detalles del atraco más importante de la historia argentina.


Todo sucedió el viernes 13 de enero de 2006 en el Banco Río de la localidad bonaerense de Acassuso, cuando una banda de asaltantes logró entrar al edificio, vaciar las cajas de seguridad, burlar a los 300 policías que los rodeaban y huir bajo tierra a través de la red de aliviadores pluviales de la zona con un botín estimado en 19 millones de dólares y 80 kilos de joyas.

La mística del robo se fue agigantando con el paso del tiempo -incluso hay quienes dicen que la trama de la popular serie española La casa de papel se basó en parte de esta historia- por diferentes motivos: lo pintoresco de sus protagonistas, el elaborado plan logístico del atraco, la duda (que se mantiene hasta hoy) sobre dónde está el dinero robado y un supuesto despecho amoroso de la mujer de uno de los asaltantes que la llevó a delatar a la banda entera. Pero cuando ya parecía estar todo dicho sobre el asunto, el “robo del siglo” vuelve a sorprender una vez más. Ahora, sale a la luz un supuesto segundo plan que tenían los asaltantes para volver a robar el mismo banco sólo dos semanas después del atraco original. Un plan maestro que hubiera funcionado si no fuera porque los ladrones cayeron presos.

Esta nueva y atrapante historia es la que se cuenta en El segundo robo del Siglo, un libro que acaba de publicar Planeta escrito por el periodista de policiales Rodolfo Palacios, el escritor y fotoperiodista Jorge Larrosa y el abogado penalista José Luis Estévez. Ahí, los tres autores logran entrevistar de forma clandestina al “Doc”, el miembro de la banda que nunca logró ser atrapado por la Policía.

“Cuando ubicamos el paradero del Doc la idea era hacer una nota sobre cómo era vivir en las sombras y no ser descubierto”, cuenta uno de los autores, Jorge Larrosa, en diálogo con Rumbos. “Pero a medida que lo íbamos entrevistando nos fue contando de este segundo plan no sabido por nadie para volver a robar el mismo banco”, agrega Larrosa. Así fue que los tres escritores supieron que ahí tenían una historia para contar. El segundo robo del siglo toma estos datos reales y los cruza con la ficción para contar cómo hubiera sido este segundo robo de haberse llevado a cabo.

Fernando Araujo es considerado como el “cerebro” del Robo del Siglo, y es uno de los que ha contado su verdad en el reciente documental de Netflix.


P – ¿Qué fue lo que más los fascinó de esta nueva historia?
Jorge Larrosa (JL) –
A mí lo que más me fascinó fue entrar al túnel ese: húmedo, frío, profundo, negro. Hay que estar ahí adentro. Ahí se ve cómo esta gente estaba segura de lo que hacía. Sus convicciones eran muy fuertes como para ir y adentrarse ahí. Sentís el agua que corre y no sabes qué es ni de dónde viene.

José Luis Estévez (JLE) – En el túnel hay un tránsito lento y si uno se adentra unos mil metros, como hicieron los ladrones, en un día donde puede llegar a llover implica que es muy difícil poder zafar. Cada ingreso es de mucho riesgo y más cuando hay luna llena y las mareas son más altas. Con un chaparrón importante uno puede morir ahogado ahí, entonces estaba también ese riesgo permanente.

P – ¿Este segundo plan era igual de consolidado y brillante que el primero?
JL –
Sí, porque ya estaba todo planeado. Pensaban hacerlo a los 15 o 20 días del primer robo porque era cuando iban a bajar la guardia y quedaban 300 cajas para abrir. El único miedo era que no hicieran cambios en ese espacio donde estaban las cajas. El plan se mejoró con el diario del lunes porque cada uno de los defectos que tuvo el hecho fueron subsanados después del primer atraco.

P – Los datos del plan surgen de las entrevistas con el Doc. ¿Cómo decidieron después lo que contaban en clave de ficción?
JL –
Trabajamos como en un hormiguero, cada uno cumpliendo su rol. Lo que nos costó más fue lograr fusionar todas las historias que íbamos escribiendo por separado. Decidimos contarlo como una crónica, con una introducción donde se presenta toda la historia.

JLE: Hicimos bastante referencia al robo anterior porque no se da por descartado que todo el mundo conoce la historia. Pero para hacer eso conseguimos una copia íntegra de la causa del robo al Banco Río y con eso hicimos la introducción que menciona Jorge.

El libro, que revela cuestiones inéditas sobre este caso.


P – ¿Cómo describirían al Doc?
JL –
Atencioso. Siempre sirvió buen café, nunca faltó una masita y siempre hubo buen diálogo. Uno también debe ir con cierto tacto, porque no sabe qué le puede molestar o no o qué se le puede preguntar.

JLE – Vimos en él un espíritu de colaborar permanentemente, y de no hacer cosas demasiado misteriosas.

JL – Él leyó el libro y le gustó. Estaba muy agradecido con la banda porque la banda nunca habló, respetó la Omertá. Además en el libro tampoco lo pusimos a él como el arcoíris sino que el arcoíris eran todos los integrantes, y también reconocimos, como él nos dijo, que la idea originaria del robo había sido de Fernando Araujo. Reconocer es una forma de premiar al otro, al ideólogo primario del hecho. Porque quitarle eso a un delincuente es como quitarle la mención a un investigador cuando descubre algo, es como si fuera un derecho de autor.

P – ¿Qué fue lo más difícil al momento de entrevistar a alguien que está ocultándose?
JL –
Teníamos miedo de que nos estuvieran siguiendo, por eso no hablábamos con nadie de lo que estábamos escribiendo. Yo le reuhía a hablar sobre el tema, porque tenía miedo de que nos siguieran si hablábamos demasiado.

JLE – Es importante aclarar que el Doc no tenía un pedido de captura, nunca lo tuvo. Pero se mantuvo prácticamente clandestino porque las formas de operar de la policía no son del todo claras y nadie termina de confiar en esa situación. Por ahí la apreciación puede ser injusta o no, pero lo primero que va a hacer una persona es desconfiar. La participación del Doc en el robo no estaba probada.

P – ¿Por qué creen que el robo sigue teniendo aún tanta mística luego de casi veinte años?
JL –
Porque es el mayor entretenimiento gratuito que tiene la sociedad y uno sueña con eso, es como ganar un mundial. Además no se saben las cifras del dinero robado y sus protagonistas son únicos: tenés una persona mediática, jocosa y simpática como Mario Vitette hablando todos los días por las redes, ves a Alberto de la Torre en películas de la televisión o a Fernando Araujo que es retratado como un artista y un catador de cannabis.

El Banco Río de Acassuso, lugar del histórico robo que encumbró a sus autores.


JLE – También está la contraparte de que los bancos han cometido todo tipo de depredación. Si uno se pone a pensar en la cantidad de plata que han ganado los bancos en la pandemia mientras la gente estaba encerrada y tratando de comer… No es llamativo que la gente esté enojada con el sistema bancario y sus manejos, más allá de que de alguna manera pueda ser injusta. Es un sentimiento que fue apareciendo incluso antes del corralito. Y esa antipatía también se juega acá.

JL – Por eso nuestro libro también reflexiona sobre la justicia, la política, la policía, los capitales bancarios. Cuánta gente ha perdido lo que tenía por una mala praxis política en lo que respecta a la económica, pero los bancos nunca pierden. Y cuando aparecen casos como el del “robo del siglo” la gente lo ve no como un delito sino que se percibe al asaltante como un justiciero. Yo sé que todo el esquema se transforma en una anomia, pero es lo que siente la sociedad, al menos por un momento.

P – Hay mucha gente que elogia a estos ladrones. ¿Les costó no entrar en la dicotomía buenos/malos?
JL –
Lo hicimos bastante nizcheriano: más allá del bien y del mal. Nosotros simplemente narramos.

JLE – Sí, porque entrar en esa dictomía es un camino muy sinuoso. Hacer una aplogía del robo o del delito está muy lejos de lo que nosotros pretendemos. Tampoco romantizar demasiado los hechos. Y en la parte de ficción de nuestro libro destacamos mucho la idea de hacer las cosas sin armas. Porque vemos que hoy es todo con armas, incluso en las películas siempre se ven tiros, pólvora, balas. Nos esforzamos por tratar de no crear situaciones de violencia inútiles. A lo mejor puede ayudar a que no haya tanta violencia. Es un granito de arena, pero todo suma.



Por Ayelén Iñigo.-


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