Jardín: los árboles que nos sirven de cortinas de viento

Ya lo sabemos: vivimos en una zona ventosa y productiva. Para proteger los cultivos, pero también las construcciones, se pueden plantar cortinas de árboles que disminuyen no sólo la potencia del viento sino también sus efectos en la tierra.

Las cortinas de viento o barreras forestales, como comúnmente se conocen, se refiere a la formación de árboles plantados por hileras, con el propósito de reducir la velocidad de los vientos y de proteger los cultivos e incluso construcciones que ayudan también a mejorar un microclima dentro del área protegida. Es frecuente ver paisajes de este tipo en todo nuestro hermoso valle, pero también es importante destacar que en la zona andina y en la zona costera, se pueden incorporar diferentes especies para tal fin.
RÍO NEGRO consultó sobre el tema a profesionales especializados de distintas regiones. En Alto Valle, Esteban Thomas – ingeniero forestal INTA y especializado en álamos y sauces en los valles irrigados – de Guerrico, explicó que “en los valles irrigados de Río Negro y Neuquén, el viento es considerado una adversidad climática y predominan tanto en primavera y verano, proviniendo del oeste y sudoeste, con una alta frecuencia de velocidades mayores a los 20 km/h y ráfagas que a veces superan los 80 Km/h, generando deshidratación y daños mecánicos en los cultivos”.
Las especies más utilizadas para implantar las cortinas en áreas bajo riego son los álamos, aclaró Thomas – y en menor proporción los sauces, ya que se han adaptado muy bien al clima de la región. Se recomienda utilizar variedades -clones- que desarrollen copa estrecha con ramas finas desde la base de los árboles, logrando una buena cobertura para disminuir la velocidad de los vientos y generar el efecto protector.
Hace décadas que predomina el uso de álamos criollos, aunque desde unos años se recomiendan variedades como el álamo Blanc de Garonne y algunos álamos euroamericanos (Conti 12 y Guardi). Actualmente, a partir de evaluaciones de nuevos clones de álamos y sauces realizadas por el INTA en la región, se recomiendan el álamo euroamericano Ragonese 22 INTA y los sauces Los Arroyos y Tehuelche. Estos últimos –según el experto– son aconsejables especialmente en suelos con algún grado de salinidad. “Esta mayor disponibilidad de materiales genéticos permite diversificar el establecimiento de las cortinas en los diferentes valles”, argumenta Thomas.
Para Thomas, el diseño de las barreras forestales y su ubicación dentro de la chacra dependerá de la protección necesaria para cada cultivo en particular. Un mismo diseño de cortina, no provee similar grado de protección para los diferentes cultivos. En general, la orientación de las acequias tiene sentido norte-sur y este-oeste, por lo que las cortinas deben estar ubicadas sobre los sectores oeste y sur para lograr una efectiva disminución de la velocidad de los vientos predominantes.


Zona costera



En el Valle Inferior de Río Negro, según el Ingeniero Forestal Manuel García Cortes – de la Agencia de Extensión Rural San Javier. EEA Valle Inferior de Río Negro, INTA – se usan Álamos (Populus sp). Esta variedad de rápido crecimiento – aclara – alcanzan una altura de entre 20 y 30 metros y son de fácil multiplicación (por estacas), con una amplia variedad de clones, varios de los cuales muestran buena adaptación a las condiciones de temperatura y de suelo del Valle Inferior. “Es un género muy demandante de agua por lo que su uso en esta región está exclusivamente reservado a zonas bajo riego”, acota el experto.


Según García Cortés, dentro de esta especie, los más empleados son los “Álamos Criollos” (Populus nigra), que por la forma columnar de su copa resultan ideales para cortinas rompeviento.
En este grupo los más comunes son: Populus nigra ‘Italica’, Populus nigra thayssiana ‘Chileno’, Populus nigra Jean Pourtet (conocido como Blanc de Garonne y de adopción más reciente en la región). También se emplea “Álamos Euroamericanos” (Populus x canadensis), copa de forma ovoide). En esta variedad se encuentran: Populus x canadensis ‘Guardi’, Populus x canadensis ‘Conti 12’ y el Populus x canadensis ‘I-214’.
En chacras del Valle Inferior, continúa el profesional, se utilizan cortinas de viento de Casuarinas (Casuarina cunninghamiana) y Pino de Alepo (Pinus halepensis), ambas especies de crecimiento más lento que los álamos, de menor requerimiento hídrico y a diferencia de estos de follaje persistente.
Como recomendación, el experto propone planificar teniendo en cuenta el tipo de material a utilizar (género, especie y variedad- conocida), evaluar la ubicación de las cortinas dejando suficiente espacio para realizar limpieza mecánica de las acequias y asesorarse sobre las distancias entre estas, que dependerá del tipo de cultivo a proteger, y de las características de la cortina (altura y porosidad).


Patagonia andina



Ivana Amico es ingeniera agrónoma y trabaja en el Área Forestal en campo experimental Trevelin, INTA- Esquel, y afirma que estas plantaciones brindan diversos bienes y servicios ambientales, si se eligen las especies correctas y se las puede manejar para producir madera, leña, forraje y alimentos, además de embellecer el estéticamente paisaje.


Estas barreras de árboles reducen el movimiento del suelo y por lo tanto la erosión – explica Amico -, además ayudan a conservar la humedad del suelo y a disminuir la transpiración de las plantas. En montes frutales disminuyen los daños mecánicos en tallos, ramas, hojas, flores y frutos y estas barreras vivas modifican los flujos de aire, las ondas sonoras y las nubes de olor. Por otro lado, pueden filtrar contaminantes transportados por el aire, como sedimentos, pesticidas, patógenos y compuestos orgánicos volátiles.


En la Patagonia andina, lo más frecuente son Álamos negros o criollos (Populus nigra), Álamos balsamíferos (Populus trichocarpa) y Sauces (Salix spp.), se utilizan para predios grandes o campos de pastoreo y en ambos casos, la altura de los árboles dependerá de la calidad del suelo y la disponibilidad de agua. El Sauce nativo (Salix humboldtiana), sauce criollo o sauce colorado es la única especie nativa de sauce presente en nuestro país. “En Patagonia sus poblaciones están gravemente amenazadas, por eso en necesario conservarla y protegerla”, acota Amico.


Amico aconseja el uso de coníferas, en lugares de agua limitada, ya que sus requerimientos hídricos son menores que los álamos y los sauces. Las más recomendadas son el Pino ponderosa (Pinus ponderosa), Pino murrayana (Pinus contorta), Ciprés arizónica (Cupressus arizononica) y Ciprés macrocarpa (Cupressus macrocarpa) También puede ser Pino oregon (Pseudotsuga menziesii). Para acompañar o como especies únicas en cortinas o cercos, las hojas y ramas jóvenes de álamo, sauces y Olivo de Bohmia (Eleagnus angustifolia) especie de porte medio, muy rústica, resistente a la salinidad y sequía ideal donde el agua es limitante.

El Sauco (Sambuncus nigra) especie multipropósito sirve para en cortinas bajas en la Patagonia andina. Es un árbol de porte mediano, de unos 8 metros de altura, su copa ramosa, en primavera su brotación muy temprana y las flores y frutos son comestibles.

Sauco. Además de vistoso, su fruto es cometible.

Diseño



Para Ivana Amico, las cortinas rompevientos deben ubicarse perpendiculares a los vientos predominantes. En la Patagonia andina, los vientos predominantes son del oeste, por lo tanto, la dirección de las cortinas suele ser norte – sur y deben tener una cierta permeabilidad, es decir deben dejar pasar entre un 50 o 60 % del viento para evitar las turbulencias de ambos lados. La distancia de protección de una cortina es directamente proporcional a su altura y se puede extender en distancia unas 20 veces la altura de los árboles, es decir, una cortina de una altura de 10 metros, protegerán hasta una distancia de 200 metros.

El número de hileras de una cortina y la distancia entre plantas varía con las especies, las condiciones climáticas, el tipo de producción a proteger, tamaño del predio y objetivo de la plantación. Amico recomienda que sean compuestas y con diferentes especies e incluir algunas de hojas perenne, como una conífera que sea siempre verde, para mantener su función durante el invierno. “Se pueden establecer cortinas simples (de 1 hilera) o compuestas (de 2, 3 excepcionalmente 4, ya que con mayor número de hileras se consideran trincheras)”, explicó, mientras que las cortinas simples, de álamos y sauces suelen tener una distancia entre plantas de 1,5 a 2 m. Cuando se utilizan cipreses o pinos, los distanciamientos son de 3 a 5 metros.

En cortinas de 2 o más hileras se recomienda la plantación en tresbolillo. Los distanciamientos entre plantas en la misma hilera se amplían respecto a los utilizados en las de una sola hilera y las plantas de la segunda hilera ocupan posiciones intermedias entre las plantas de la primera. En Patagonia, para las cortinas de 2 hileras realizadas con álamos de porte fastigiado como los álamos negros, se utilizan distanciamientos de 2m a 3 entre hileras y 1,5 a 2 m entre plantas. Cuando los predios son regados por canales, es frecuente plantar los árboles a ambas márgenes de los canales o acequias.


Época de plantación


Se aconseja plantar durante el otoño e invierno, cuando las plantas están en receso vegetativo. En nuestra región, este período abarca los meses comprendidos entre mayo y septiembre.

En cuanto al riego, todas las especies responden al riego y es prioritario durante los primeros años y dependiendo de cada especie, el suelo y clima donde está ubicada la cortina, el cual puede hacerse a través de canales de riego o por goteo que permite optimizar el uso del agua. En el caso de predios con presencia de napas freáticas con agua de buena calidad, las plantaciones pueden ser en secano, pero para esto debe hacerse una plantación profunda, y sólo es factible con algunas especies como los álamos y sauces. Algunas coníferas, pueden desarrollarse en secano, pero es conveniente regar los primeros años para asegurar la sobrevivencia y lograr mayores crecimientos.

Las cortinas deben mantenerse a través de la poda, tanto por la sanidad de los árboles como por el mantenimiento de la permeabilidad. Los desechos de las podas pueden utilizarse para leña

Por último, Ivana Amico aconseja que al planificar una cortina forestal se deben tomar todas las medidas para proteger a los árboles del ataque de liebres y del ramoneo del ganado. Las plantas deben estar protegidas al menos los primeros 3 años o hasta que los árboles tengan una altura y un diámetro de los troncos que los animales no puedan dañarlos. Es recomendable cercar la cortina para evitar la entrada de animales y, si existe alta población de liebres, instalar algún tipo de protección individual o perimetral.


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