En clave tornasol

por MARIA EMILIA SALTO

bebasalto@hotmail.com

'Me acuerdo cómo viví la Semana Santa el año pasado. «Semana rara», la llamé, por esa mezcla de devoción legítima, ostentación hipócrita, películas piadosas y ejemplares sobre Antiguo y Nuevo Testamento, precio del pescado, fin de semana largo, viajes, domingo de huevitos de pascua, compre, vaya, mire, viaje, rece… sí, raro, raro.

Quizás no dependa de la mixtura conque transcurren, o discurren, o tropiezan los hechos y usted y yo con ellos, sino de cómo los percibimos. Ahora, por caso, es una semana en clave tornasol, vivida así; no el paroxismo de contradicciones sino la danza de tonalidades que evita el blanco-negro. La percepción es de matices, claroscuros, detalles de grueso tono, derrumbe de nuevo al nácar. Y como fondo sordo, potente, el mundial. Mecidos por esa cuna vibrante, como si un bebé hubiera dejado sus pinturitas y se hubieran mezclado, bailando esas danzas de las que sólo se atisban algunos instantes, van y vienen los datos. El tono pastel gris rosáceo del pescado subió tal como estaba previsto, compitiendo con la carne, cuyo rojo furioso casi se asemeja a sus dueños, y dónde nos juntamos, ¿nos juntamos? Claro, fulano viaja, no me digas, justo que vienen ellos, tanto tiempo sin vernos, pero habrá un rato, un trozo de encuentro y luego cada tono abrazará su causa, y cercanías y todo lleno de huevos de pascua, y vuelta a mezclarse marrones con blancos, brillos de celofanes con brillos de plástico, feriado, qué estará abierto… bueno, sí, es un poco mareante.

Sobre todo si además las papeleras, además los cortes de esto y lo otro, además la vida. ¡Ah! Aquí tenemos una tonalidad remarcada, algo sombría ella, o no, quizás un intento de poner tornasol al malo de la película. Porque esta historia que termina mañana con el triunfo del Bueno, que es Jesús, tiene un Malo, pero un malo – malo en serio, que es Judas. Y la novedad es que han descubierto un evangelio, ¡otro! , y resulta que es un malo voluntario, un antihéroe de aquellos, el gran denostado. Resulta que según estos documentos, nuestro malo era el preferido del jefe, que no es cualquiera, es el Jefe en persona, que tanto confiaba en él que le hacía manejar las finanzas, y ya se sabe que quien maneja la caja… despierta celos, y nada menos de quienes escribieron su versión de la historia, la clásica, la que conocemos, o no, usted y yo.

Según esta versión de tonalidad religiosa fuerte, diría que desafiante, el Jefe le comunica que su rol –el de Judas– será el más importante, será clave para liberarlo a él –Cristo– de su envoltura carnal vía drástica, que tal condición de sacrificio es indispensable en estas cosas. Y Judas acepta, claro. ¿Qué otra? Y acepta el rol con entusiasmo. Quizás el huerto de Getsemaní le tapó el bosque, quizás fue irresistible el endulzado envoltorio de su condena eterna: todas las generaciones te recordarán, serás mi apóstol más famoso, todo debe ser según está escrito, te toca este papel, yo también me sacrifico por todos… ¡ah, el irresistible canto de sirena de la fama, ya tan temprano en la historia! El Jefe sabe que todos en el fondo nos morimos por estar en los medios y en definitiva, como dicen en la política y en el espectáculo, lo importante es que hablen. Bien, Judas, hemos hablado. Has pasado a ser sinónimo de traición y por unas monedas, y resulta que en esta semana en tornasol tu sombría figura con la bolsita colgando se destaca nítida por un momento, y el color sombrío se relativiza, más bien que se traslada al Bueno, porque dígame, hay que tener cierta veta perversa para hacer del más amigo el más malo, esa no es manera de manipular una amistad, porque, dígame también, si era Dios se le podría haber ocurrido algo menos truculento y siniestro, ¡vamos con Judas!

¿Y por qué se mató? ¿Se mató? Y si se fue diluyendo en el nacarado devenir de las tonalidades, y terminó sus días tratando de que no supieran quién era, y diciéndole de vez en cuando al Amigo, al Bueno, linda la armaste, ¡mirá cómo me hiciste quedar!

Basta, basta. Es hora del tono chocolate.


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