En el camino de la fe

A los 28 es uno de los cinco neuquinos que se están formando como sacerdotes.

El vínculo de Rubén Segovia con la Iglesia podría decirse que empezó “tarde”. Pero el lazo que se construyó parece inquebrantable, al punto que el joven va camino a ser sacerdote.

Tenía 13 años cuando un amigo lo invitó a ir a la Iglesia, y él accedió como si fuera a “jugar un partido de básquet” o cualquier otra cosa.

Recién al año siguiente se bautizó y a los 16 hizo la Confirmación.

Hoy, 15 años después de aquel primer encuentro, el joven de 28 años es uno de los cinco neuquinos que cursan el Seminario para formarse como sacerdote.

La que eligió Rubén es una carrera de ocho años y un compromiso para toda la vida.

El primero es un curso introductorio que, en el caso de la Diócesis neuquina, se realiza en Cañadón Seco, Santa Cruz.

Después, son dos años de estudio de Filosofía y cuatro de Teología en la Universidad Católica Argentina.

Y, por último, un año más trabajando en una parroquia de la Diócesis.

“Cuando entré no tenía una seguridad del 100% y me dijeron que menos mal, porque los que entran muy seguros de que es su vocación, no siguen. Esto es un proceso lento que se discierne en la tranquilidad de la vida. A medida que van pasando los años uno se va sintiendo más cómodo y va reafirmando su elección”, cuenta Rubén.

En ese porcentaje de inseguridad estuvo unos cinco años, en los que comenzó a cursar en la Facultad de Ingeniería y que, por cuestiones de horarios y dificultad para combinarla con el trabajo, cambió por Arquitectura en una universidad privada.

“El padre Ítalo me ayudó en los últimos dos años antes de entrar al seminario a ponerme más firme y buscar una respuesta, a él le tenía plena confianza”, rememora.

Como la mayoría de los fieles que frecuentaban la capilla Nuestra Señora de Lourdes, del Oeste de la ciudad, Rubén recuerda al cura (falleció en mayo del año pasado) con especial cariño.

“Yo no tengo papá, así que él vino a cumplir un poco ese rol. Fue un padre para muchos”, afirma.

En Lourdes también participó de los 14 a los 22 años de los scouts y de un grupo “pro-vida”.

“Terminada esa etapa necesitaba algo más profundo y fui a un grupo juvenil, el Juan Pablo II. Ya ahí estaba en otra búsqueda, eran mis dos años previos a entrar al seminario. Con el padre Ítalo me juntaba a rezar, era mi director espiritual”, explica.

Rubén actualmente está en Villa Devoto, terminando el tercer año del Seminario y el primero de Teología. Cuando vuelve a Neuquén vive en el Obispado junto a monseñor Virginio Bressanelli y el resto de los sacerdotes que allí residen. “Tengo una vida bastante tranquila”, relata.

En julio participó de la comitiva neuquina que viajó a Río de Janeiro a la Jornada Mundial de la Juventud.

A Francisco pudo verlo de camino al Cristo Corcovado cuando el papa les sonrió desde la ventanilla del auto que lo transportaba (“casi que fue suficiente”) y en el encuentro con los jóvenes argentinos en la catedral de Río.

“Fue una emoción muy grande escucharlo”, reconoció este joven que, fiel a sus convicciones, transita el camino de la fe, algo que no se ve muy a menudo.

Rubén Segovia,

28 años.

Nació en Neuquén y

vive en Buenos Aires.

Gentileza


El vínculo de Rubén Segovia con la Iglesia podría decirse que empezó “tarde”. Pero el lazo que se construyó parece inquebrantable, al punto que el joven va camino a ser sacerdote.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora