En la república centroafricana ahora extraditan a “Rambo”

La violencia aún es casi constante en distintos rincones de la primitiva República Centroafricana. Con ese lamentable telón de fondo, el exguerrillero Alfred Yékatom, más conocido como Rambo, ha sido recientemente extraditado desde allí a La Haya, donde será pronto juzgado por su presunta responsabilidad en la comisión de delitos de lesa humanidad, entre diciembre de 2013 y agosto de 2014. Había sido expresamente requerido por el procurador fiscal del tribunal internacional, Fatou Bensouda, luego de una investigación preliminar.

El extraditado es tenido por responsable de haber cometido delitos de lesa humanidad, incluyendo torturas y mutilaciones, contra la población musulmana civil del sur de su país, en la zona de Lobaye y Mbaiki. Además de haber utilizado perversamente a más de un centenar de niños como combatientes dentro de una terrible milicia, presuntamente cristiana, conformada por unos tres mil hombres que él mismo encabezara en su ambición por apoderarse de su país, en el Continente Negro.

Se desempeñaba como diputado nacional en la República Centroafricana, donde estaba incursionando, muy suelto de cuerpo, en la política local como si nada hubiera nunca pasado. Y gozando de una amnistía local, cuya legalidad era absolutamente indefendible ante las normas del Derecho Internacional Humanitario.

Esto es, a la luz de las conocidas Convenciones de Ginebra de 1949, muy particularmente de la Cuarta Convención que, entre ellas, es la que resulta aplicable a los denominados “conflictos armados internos”, una de las categorías a las que se aplica específicamente la normativa antes mencionada.

Aunque personajes poco escrupulosos, como la periodista Luciana Bertoia, de “Página 12”, se empeñan en suponer que esas convenciones, que son ley interna en nuestro país desde 1957, simplemente no existen y que el “conflicto armado interno” de los 70, tampoco. No por casualidad, naturalmente.

En la República Centroafricana, donde la violencia continúa, acaba de ser muerto un abnegado “casco azul”, perteneciente a la importante “fuerza de paz” (Minusca) desplegada allí por las Naciones Unidas.

La insurgencia centroafricana además ha hecho reiteradamente blanco de sus acciones criminales a varios sacerdotes que murieron asesinados y a distintos templos católicos, en lo que es una lucha con perfiles facciosos y religiosos.

Como consecuencia de todo esto, miles de civiles inocentes han sido desplazados de sus lugares de residencia y deambulan sin rumbo por los caminos de su conmocionado país, muy penosamente.

En ese país, Francia, que fuera la ex potencia colonial, mantiene una fuerte presencia militar desde su independencia, en la década de los 60. Pero, pese a ella y a la fuerza de paz internacional que cuenta con unos 13.000 hombres y cuesta unos 900 millones de dólares por año, no logra garantizar el orden.

Los esfuerzos diplomáticos paralelos que se realizan en busca de tratar de alcanzar la paz y están siendo realizados por Rusia y la Unión Africana han resultado, hasta ahora al menos, absolutamente estériles.

Al tiempo de ser arrestado, el mencionado Rambo extrajo un revólver de su ropa, mientras estaba aún instalado en el propio Parlamento de su país, del que forma parte, y lo disparó al aire, para así tratar de cubrir su huida, aunque luego terminara siendo arrestado. Ahora deberá enfrentar sus responsabilidades y ser juzgado por haber violado la Cláusula Martens de la Cuarta Convención de Ginebra de 1949, que está vigente y es ciertamente de aplicación a todas las partes en un “conflicto armado interno”.

*Exembajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas


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