En Valle Medio, la salud llega tarde

La muerte de un joven en Pomona porque no recibió atención médica a tiempo dejó al desnudo un sistema sanitario débil. Demoraron 40 minutos en darle los primeros auxilios.

Marta nunca se quedaba tranquila cuando su nieto agarraba los botines y rumbeaba hacia el club. Ya lo había pasado con su hijo durante años, aunque a él jamás le sucedió nada.

Marta no tenía, hasta ahora, una explicación razonable al temor que le quemaba en la piel cada vez que ellos «se iban al fútbol». El miedo siempre estuvo, sólo sabe eso. La sensación se volvió lógica el sábado 16 de agosto, cuando su teléfono móvil sonó y la avisaron que Franco Maximiliano Gómez, uno de los siete chicos de su hija Mabel, había sufrido una hemorragia masiva en el cerebro en una cancha de Pomona, y que ahora jugaba un partido a todo o nada, pero con la muerte.

Franco no alcanzó a entrar a la cancha. Mientras se calzaba los pantalones cortos y la camiseta, cayó desmayado y entró en convulsiones. Sin ambulancias y médicos a la vista, y mientras la desesperación se mezclaba con los gritos de un par de padres que lo vieron desvanecerse, y de los chicos de la sexta que siguieron jugando como si nada, lo cargaron en un coche policial y lo llevaron hasta la sala de primeros auxilios del pueblo, que estaba cerrada, porque trabaja de lunes a viernes, con guardias pasivas los fines de semana.

El cuerpo del muchacho, gobernado por espasmos y todo tipo de desarticulados movimientos, yació en la vereda alrededor de 40 minutos, donde sufrió varias convulsiones más. Para su abuela, cuando llegaron la médica y la enfermera al lugar «ya era tarde». Encima su traslado se transformó en un angustiante periplo de varias horas, porque la ambulancia pasó por los hospitales de Lamarque y Choele Choele antes de terminar en Roca, alrededor de las 21. Allí fue internado y murió dos días y medio después.

Franco cumplió 15 años el 24 de julio, cursaba el último año en la escuela primaria número 11, vivía con Marta Colimán en el beltranense barrio «El Ceibo», que poseía su guarda y la de sus seis hermanos, y había vuelta a jugar en la Asociación Española después de un par de meses de ausencia.

Falleció el martes 19 al mediodía en una clínica roquense. En el medio, su muerte desnudó una cadena de irregularidades en el sistema asistencial de Valle Medio que constató el fiscal Miguel Ángel Flores y que podría terminar con un juicio millonario al erario público e inhabilitaciones para los profesionales que atendieron al joven. Pero además, profundizó un conflicto político entre algunas intendencias que no responden al radicalismo K, como la de Pomona, y el gobierno de Miguel Saiz. También sacó a la superficie, otra vez, un preocupante y recurrente problema: las gambetas que se le hacen a las revisiones médicas en las ligas de fútbol de la región.

El interrogante que quedará por siempre es qué hubiese sido del destino del joven de haber recibido una atención adecuada, en tiempo y forma. «La duda de todos será qué hubiese pasado si al chico lo hubiesen asistido inmediatamente», dice la intendenta de Pomona, María del Carmen Maldonado. Ella no estaba en la localidad que gobierna desde hace cuatro períodos cuando ocurrió el hecho, pero la tragedia no la sorprendió. «Esto sucede desde hace años. Como municipio siempre hicimos el reclamo a las autoridades provinciales con respecto al servicio que se presta desde el puesto sanitario, pero nunca tuvimos eco. La localidad es atravesada por una ruta, los accidentes son continuos y aquí hay muchos días que no hay atención médica, estamos descubiertos por días enteros», denunció.

Maldonado confirmó que ese sábado 16 de agosto el puesto sanitario estaba cerrado y que la enfermera y la médica tardaron 40 minutos en llegar. Es más, el fiscal aseguró que la enfermera se negó de entrada a dirigirse a la salita porque «no tenía con quién dejar a su hijo», y el esposo de la profesional ofreció excusas para «no despertarla de la siesta». Mientras, Maximiliano convulsionaba en la vereda, ante la desesperación de Marcia Ríos y Ricardo Sandoval, dos padres de la Asociación Española.

La grave denuncia fue realizado por Marta, la abuela del muchacho, y confirmada por todos los testigos del hecho.

Ahora la causa está en manos de la doctora Marisa Bosco, a cargo del juzgado 30, quien investigará una presunta mala práxis. Es que, según testificó Marta, cuando atendieron a Maximiliano en Pomona «no le administraron los medicamentos necesarios». Lo que aseguraron los testigos es que en el puesto sanitario ni siquiera consiguieron colocarle el suero, algo que lograron recién en Lamarque.

Hasta aquí, a la médica, la enfermera y el chofer de la ambulancia se les imputa no cumplir con sus deberes de funcionario público (artículo 249 del Código Penal), algo que para el fiscal «ya está más que probado por las testimoniales. Sabemos que la demora existió». Sólo por ésto, se los podría llegar a inhabilitar de un mes a un año. Por ahora continúan en la sala de primeros auxilios.

Pero lo más grave de todo es que Pomona, como otras localidades de Valle Medio -Darwin, Belisle, Chimpay…-, continúan desprotegidas. Para el caso, la sala (depende operativamente del Área Programática de Lamarque y administrativamente del hospital de Choele Choel) trabaja con guardias pasivas e incluso la médica muchas veces debe cumplir horas en otro hospital de la zona. «Ahí sólo se trabaja de día, de noche está cerrada con un cartelito que indica el teléfono de la enfermera. Cuando hay una emergencia, se debe llamar al celular de la enfermera, que llega al lugar y decide si se justifica o no que vaya la médica», confesó Maldonado, que fue tajante: «Es una locura que el sistema funcione así, es triste y lamentable. Hablamos de la vida de la gente… La gente no sabe cuándo se enferma, cuándo tendrá un accidente», disparó. También jura que no puede «hacer más nada, porque la provincia no escucha».

Dentro de un par de días se cumplirán dos meses de la muerte de Franco y nada cambió. Nadie se ha preocupado por optimizar el servicio público de atención y en sala muchas veces se sigue viendo el cartel con el número de teléfono. Pomona es el patético reflejo de las carencias sanitarias que sacuden diferentes zona de la región. Porque los «Milagros», siguiendo aquello que dijo Maldonado, pocas veces ocurren.

 

Sebastián Busader

Marcos Dilernia


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