Bolivia se desinfla y complica al sistema energético del norte argentino

La nueva adenda con YPFB marca una caída en los envíos del 59%. Argentina deberá recurrir a Brasil para evitar un colapso en el NOA. El gas de Vaca Muerta sigue sin poder llegar.

El título de este artículo podría haber sido el de ‘crónica de un colapso anunciado’, porque desde hace años que es claro que la producción de Bolivia se encuentra en una marcada caída y que, si el gobierno argentino no quería dejar sin energía a las provincias del Noroeste, debían tenderse los gasoductos necesarios para que la producción de Vaca Muerta llegue hasta allí.

Pero eso no ocurrió, y la séptima adenda del contrato de importación de gas entre Energía Argentina (Enarsa) e YPFB (Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos) que se firmó en el último día hábil del año pasado -el viernes 30- deja en claro que Nación deberá salir a buscar con urgencia un aporte alternativo al gas que no llegará en este 2023.

En detalle, la adenda al contrato marca una caída global en los envíos que realizará YPFB del 59% en comparación con los volúmenes enviados el año pasado.

Se pasará un envío en los meses de invierno de 14 a 8 millones de metros cúbicos por día. En los meses intermedios se reducirá aún más y de hecho en agosto, cuando el frío aún cala hondo, YPFB enviará solo 7 millones de metros cúbicos.

En tanto que en la temporada de “verano” los envíos serán más que mínimos, de apenas 4 millones de metros cúbicos diarios.

La razón de esta abrupta reducción de los envíos es doble: por un lado está la caída en la producción de gas de Bolivia, que espera tener este año una producción de apenas 38 millones de metros cúbicos diarios. Como contraparte, la producción de gas de Vaca Muerta llegó el invierno pasado a un nuevo nivel récord, con 55 millones de metros cúbicos diarios y podría haber sido aún más si se hubiese contado con más gasoductos.

Pero a la vez, desde YPFB se optó por recortar el contrato con Argentina pero no así con Brasil, país al que planean enviar 17 millones de metros cúbicos diarios, al igual que el año pasado.

Visto desde lejos podría creerse que se está ante un ahorro en importaciones, después de todo entre enero y noviembre del año pasado se pagaron 1.595 millones de dólares por el gas boliviano, según reportan los especialistas de ese país.

Sin embargo, las provincias del norte argentino solo tienen dos vías de suministro de gas: Bolivia, reducida ahora casi un 60%, y la producción de la propia Cuenca del Noroeste que también cae y hoy no llega a los 4 millones de metros cúbicos diarios.

El dato

8
millones de metros cúbicos por día es el volumen máximo que YPFB enviará a Argentina en este invierno.

Esto hará que el aprovisionamiento al NOA sea de entre 7,5 y 11,5 millones de metros cúbicos diarios, valores que no alcanzan a completar la demanda que la zona ha tenido en los últimos años.

La preocupación, que ya se sintió el año pasado, radica en el impacto que la falta de energía podría tener en algunas de sus industrias clave. Una de ellas es irónicamente una de las industrias en las que se apuestan fuertes esperanzas de crecimiento: la industria del litio, que utiliza el gas natural en su proceso.

También la industria de los cítricos demanda energía para sus procesos, aunque en este caso podría ser reemplazada por energía eléctrica importada.

En tanto que la que podría pasarla mal este año es Refinor, la única refinería del norte del país que no solo utiliza gas en su proceso para elaborar naftas y gasoil y que ya en el invierno pasado no pudo elaborar todo el gasoil que el mercado pedía.

Sino que la firma también se encarga del fraccionamiento de las garrafas de GLP que se consumen en la zona.


La esperanza está en Brasil


Firmada la séptima adenda, las negociaciones pasan en estos días por conseguir más importaciones de energía eléctrica desde Brasil, algo que desde el año pasado se viene realizando. Esta alternativa permitiría liberar gas de las centrales térmicas del noroeste para redireccionarlo a las industrias y los hogares con red.

Y en esta negociación que lidera el embajador Daniel Scioli se enmarca un doble plan, el de conseguir además que Brasil financie la segunda etapa del gasoducto Néstor Kirchner, que permitiría poner fin a la dependencia del gas boliviano, y llevar hasta las fronteras del norte argentino la producción de Vaca Muerta.


El fin anticipado del contrato con YPFB


El plan tiene interés en el país de Lula Da Silva, pues los envíos de YPFB también han caído allí. Pero para Argentina es más bien una urgencia, dado que en la negociación con las autoridades de YPFB hubo un planteo que alteró el escenario.

Según confiaron fuentes del gobierno, desde YPFB solicitaron que en 2024 los envíos se muten a la figura de “interrumpible”, es decir que podrían no enviarse. Este pedido recalentó los ánimos de los negociadores argentinos que plantearon la posibilidad de finalizar el contrato a fines de este mismo año.

Es que si bien el contrato original tenía como fecha de finalización el 2026, ya el año pasado se acordó acortarlo al 2025, y en septiembre de este año se abrirá una mesa especial para definir si efectivamente el 31 de diciembre de este año deja de llegar gas de Bolivia al territorio argentino o si lo hace esporádicamente.

La ‘crónica de un problema anunciado’ planteada al inicio de este artículo llega así al punto en el que tras 16 años de contrato y más de una década de desarrollo de Vaca Muerta, los gasoductos necesarios para no solo poner fin a la importación sino también garantizar el gas a varias provincias, aún no están listos y ni siquiera tienen el financiamiento necesario acordado.

La industria del litio requiere gas natural para sus procesos. (Foto: Gentileza)

Desde el mismo gobierno nacional reconocen que la situación es acuciante, pues no solo no se terminó aún la etapa 1 del gasoducto Néstor Kirchner, que está prevista para junio de este año.

Sino que aún logrando el financiamiento faltante en el encuentro previsto en marzo con el Banco de Desarrollo de América Latina (el ex CAF), nadie espera que el tramo dos de la obra esté listo para fines de este año.

Una opción intermedia podría avanzar antes que el tramo dos del gasoducto y dar un alivio para el año que viene: el plan de reversión del Gasoducto Norte que impulsa Transportadora Gas del Norte (TGN).

Un cambio de sentido en las redes actuales que podría llevar gas del centro del país hasta el extremo norte sin esperar a la etapa dos del ducto clave.

Mientras el interés de Brasil de contar con gas de Vaca Muerta podría ser la luz al final del túnel, en el corto plazo la dilación de una solución de fondo hará que gran parte del sistema energético del norte argentino dependa para el año que viene además de las obras de TGN, de algo tan imprevisible como son las lluvias del Litoral.


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