Déjà vu: industrialización en origen

Un repaso sobre las recientes iniciativas en torno a la producción de Vaca Muerta y los planes frustados en los últimos años siembran dudas sobre aspectos no explicitados.

Por Rubén Etcheverry (*)

Déjà vu, “ya visto” en francés. Un término acuñado por el investigador Émile Boirac en su libro L’Avenir des sciences psychiques es un tipo de paramnesia del recuerdo de alguna experiencia que se siente como si se hubiera vivido previamente.


Buenas intenciones


Con el auge de Vaca Muerta, su productividad comprobada y su potencialidad siempre pendiente, aparece cómo natural la bienintencionada pregunta ¿Cómo podemos con estos recursos, desde Neuquén, aprovechar mejor o generar mayor riqueza?

Aparecen frases trilladas y títulos de proyectos, propio de épocas preelectorales que en el imaginario colectivo aparecen como excelentes oportunidades, reivindicaciones pendientes y chances perdidas a recuperar.

Muchas veces son bosquejos sin la suficiente rigurosidad, análisis y continuidad como para que prosperen. Y son reemplazados por slogans: soberanía energética, autoabastecimiento, industrialización en origen.

Cargados de emotividad, pero algo vacíos de contenido o al menos poco claros o concretos en lo que pretenden lograr, expresar o su significado.

Mínimamente para avanzar en alguna toma de decisión y evaluación se debería describir con anterioridad la planta o proyecto (tamaños, tiempos, mercados, presupuestos), el transporte de los bienes a producirse (puertos, rutas) y las condiciones locales (del sitio, laborales, costos, disponibilidades, materias primas, calidad) y la financiación.


Algo de historia


Es lógico en una provincia con aroma a petróleo como Neuquén que no haya sido ajena a la pretensión de crear valor añadido a partir de los hidrocarburos que produce.

Ya en una primera etapa, mucho antes de Fertineu, cuando el ingeniero Pedro Salvatori era ministro, aparecieron los primeros intentos de avanzar con un polo petroquímico en el centro de la provincia.

Hay pocos antecedentes, pero Don Felipe mencionó que se había firmado un convenio con la empresa Dow e YPF, por el cual se tributaron varios millones de dólares en concepto de impuesto a los sellos, que luego no prosperó. Se priorizaron las ventajas comparativas y competitivas del puerto de Bahía Blanca.

Luego vino el inconcluso enredo de la desilusión de la planta de fertilizantes que continúa hasta nuestros días. Recordarán muchos anuncios y propaganda. Empresas como Fertineu, Agrium, ENSI y políticos como Alfonsín, Sapag, Grittini, Sobisch permanecen en el imaginario fallido.

Demasiadas sensibilidades en juego, heridas no cicatrizadas y un tema extenso como para incluir una opinión en este artículo. Me animo sí a arriesgar que no prosperó por no haber tenido en cuenta con algo de rigurosidad los aspectos que hoy estamos analizando aquí.

De los cientos de millones de dólares destinados al programa Refino Plus solo nos quedan en el recuerdo pocos resultados y numerosas denuncias de malversación.

Pero no todas han sido experiencias truncas. Luego de la segunda Pueblada tuvimos una dura negociación con YPF. “Si no hacen algo aquí, MEGA no se hace”, les advirtió Don Felipe Sapag. Desde la Secretaría de Energía realizamos una Convocatoria a Inversores con el ofrecimiento del gas natural de regalías a precio promocional.

YPF se presentó con el proyecto de una Planta de Metanol que comenzó su operación en 2001. El proyecto había sido aprobado por unanimidad en la Legislatura. Hoy continúa su producción industrializando el gas neuquino en origen.


Insistencia con la PIAP


Continuamos con nuevos y viejos prospectos e iniciativas en la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de Arroyito, propiedad de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) parada desde hace unos 5 años. Propuestas y proyectos de ley. Hay opciones sin dudas.

Pero previamente ¿Están despejados los presupuestos mínimos de inversión en la planta? Operativos y estratégicos: ¿Va a volver a producir agua pesada? (Varios especialistas ya han advertido que es un manejo irresponsable del dinero público ponerla en marcha porque produce algo que nadie compra).

De hecho, las centrales nucleares argentinas han comprado agua pesada a Rumania hace algunos años, y la facturación de lo producido, si existiese mercado, no alcanza a cubrir los costos operativos de la planta de un mes. Vale decir: ¿Cuánto, cuándo y para quién? En el eventual caso que la planta continúe con su operación: ¿Se priorizará la producción de agua pesada o de los productos comerciales (amoníaco, fertilizantes u otros) o seguirá siendo un bien estratégico a la seguridad nacional?

En caso contrario los beneficios de una actividad asociada desaparecen o se minimizan. Entonces ¿Quién va a invertir 1.000 millones de dólares en un bien estratégico vinculado a la seguridad nacional? ¿El Estado? ¿Con qué fondos o financiamiento? Un privado En un activo de esa naturaleza?

Se ha mencionado la producción de hidrógeno verde a partir de energías renovables: ¿Es el sitio más recomendado para su producción? O muy verde.

No se visualizan en los anuncios respuestas a estas incógnitas básicas y preliminares. Recién una vez despejados estos interrogantes, la producción de urea y/o polo petroquímico alrededor del amoníaco aparecen con alguna chance.

En una segunda parte de este artículo brindaremos formas de promociones direccionadas y una alternativa de “industrialización en origen” en sí misma: ¡Vaca Muerta!

(*) El autor es ingeniero y exsecretario de Energía de Neuquén.


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