La transición de los convencionales

Hay que analizar la situación de los yacimientos convencionales con el objeto de adecuar su explotación a los nuevos parámetros.

Por Alex Daniel H. Valdez (*)

Acumulados más de cien años de historia en la explotación de los hidrocarburos, nuestro país se encuentra en una etapa de madurez en todas las cuencas hidrocarburiferas, que en la actualidad se las conoce como yacimientos convencionales.

Una definición para el común de la gente de estas áreas sería aquellos lugares rocosos en profundidades que acumularon hidrocarburos en sus poros, que luego, por energía propia, fluyeron hacia la superficie y quedaron entrampados en ciertos lugares adecuados donde se acumularon y formaron un yacimiento.

Por otro lado, desde hace unas décadas, se conocen a los no convencionales, que son aquellos hidrocarburos encapsulados en los poros de rocas que, para poder fluir hacia la superficie, es necesaria la estimulación hidráulica, muy conocidas como fractura hidráulica o fracking.

Según marca la historia, en nuestro país comenzó en 1907 la explotación de hidrocarburos en Cuenta Golfo San Jorge, en 1918 en la Cuenca Neuquina y luego continuaron en Cuenca Cuyana, Cuenca Austral y en Cuenca Noroeste.

La explotación convencional realizada desde esos inicios hasta el presente involucró al petróleo y gas, por lo que se deduce que tenemos una madurez importante. Las máximas producciones se registraron en 1998, en el caso del petróleo, y, en el gas, en 2004.

A partir de esas fechas comenzó una lenta y continua declinación en cada una de las cuencas, agravándose en algunas como Noroeste y Cuyana.

Convengamos también que los yacimientos que conocemos, o hemos conocido, son de un tamaño para atender un mercado local, no tenemos la suerte de aquellos que existen en Medio Oriente, por ejemplo.

Dicho esto, en las cuencas mencionadas, se realizaron perforaciones de pozos para poder extraer los hidrocarburos, cuya acumulación al presente arroja un número que no se encuentra fácilmente, pero estaría cerca de unos 80.000 pozos o algo superior.

Por otro lado, desde 2012, momento en el que comenzó la explotación del shale en la formación Vaca Muerta, se registraron aproximadamente unos 1.900 pozos perforados, a diciembre de 2022.

Como se puede observar, luego de transcurridas varias décadas de explotación de hidrocarburos convencionales, que fue lograda a través de una cantidad importante de pozos perforados, con una década los no convencionales (shale) se están obteniendo muy buenos resultados.

Generalmente los pozos petrolíferos convencionales producen con un elevado porcentaje de agua con mucha salinidad, alrededor del 95% al 97%, siendo petróleo el porcentaje restante. Para dejarlo en calidad comercial se debe realizar una serie de procesos que permitan alcanzar un petroleo con menos del 1% de agua.

Los pozos denominados gasíferos, que fueron en menor cantidad que los petrolíferos, producen buen caudal de gas natural, acompañado por hidrocarburos livianos que en superficie se condensaban. También contienen agua, pero en cantidades menores que el petrolífero.

El agua separada, en ambos casos, se debe tratar y así se puede utilizar para procesos como realizar recuperación secundaria o bien inyectarla a pozo denominado “sumidero”, para su disposición final.

Esta explicación sencilla, representa a grandes rasgos cómo se desarrolló la actividad extractiva con el convencional, que no dista mucho del no convencional.

Luego de haber alcanzado su máximo de producción, el pozo convencional necesita imperiosamente de inversiones a los fines de minimizar su declinación, hasta que sea económicamente imposible su continuidad. Momento en que se decide su cambio a otros status, como inyector, sumidero, o ser abandonado, entre otros.

Esa explotación requiere de un consumo importantísimo de energía eléctrica, como también térmica, para realizar todos los procesos necesarios para obtener el petróleo y el gas natural en condiciones comerciales.

Pues bien, en el mundo que vivimos, nos encontramos transitando una transición energética, en el que se están construyendo pasos en el cuidado del ambiente. Se están fijando objetivos para próximas décadas para disminuir la emisión de CO2 que provoca el efecto invernadero, y el posterior cambio climático.

Viendo el escenario actual, se debería analizar esta situación de los yacimientos convencionales, con el objeto de adecuar su explotación buscando sea óptima, dentro de los nuevos parámetros que surgen.

Parece alarmante, pero se debe entender que nos encontramos en un proceso de cambio mundial. Sabemos que el carbón no es el mejor amigo de nuestro mundo, a pesar de que su momento colaboró con el desarrollo industrial de este mundo.

Entonces se debería preparar para próximos tiempos los mejores procesos, acompañados con presupuestos acordes, para diseñar aquellas estrategias aconsejadas y basadas en estudios que acompañen esta transición energética.

Hay un gran desafió, no es fácil, pero se debe aprovechar lo alcanzado y lo que la historia nos ilustra para encontrar los mejores caminos para finalizar etapas, antes de 2050.

(*) Alex Daniel Horacio Valdez, nació en Zapala, cursó sus estudios primarios y secundarios en Colegio Don Bosco de Neuquén capital, Ingeniero Industrial Orientación Química, egresó en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Comahue. Desde 1986, desarrollo sus actividades en el sector hidrocarburifero de la Provincia del Neuquén, participando como representante provincial en la Organización de Estados Productores de Hidrocarburos (OFEPHI). Desde 2008, fue Director Provincial de Hidrocarburos de Neuquén hasta noviembre de 2019, como también representante en el Directorio de Hidroeléctrica El Chocón S.A, cuyo mandato termino en marzo de 2020.

En la actualidad desarrolla, tareas de Asesorías y Consultorios relacionadas con la experiencia adquirida.


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