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Vaca Muerta espera el cambio de gobierno

El “wait and see” clásico de la industria ya se palpita tanto de cara a las elecciones nacionales como a las de la gobernación de Neuquén. En medio, grandes proyectos también sufren la pausa.

Por Rubén Etcheverry (*)

Hace más de 10 años en los albores de Vaca Muerta, luego de los resultados de las primeras rondas licitatorias desde Gas y Petróleo del Neuquén, escribimos un libro con un capítulo dedicado al análisis de aquellos aspectos críticos para lograr un desarrollo intensivo de Vaca Muerta. Hoy vemos que se avanzó notablemente en lo técnico, no tanto en el resto, sobre todo siguen tan pendientes como entonces los aspectos regulatorios (en el sentido amplio).

El próximo año hay elecciones en el país. Seguramente serán antes en Neuquén donde aparece alguien del mismo partido (“no hay peor cuña que la del mismo palo”) capaz de disputarle el liderazgo al oficialismo, con apoyo de empresas y actores nacionales de lo más variopinto, intentando con carisma y experiencia ganarle a una provincia empapelada con los candidatos oficiales que cada día ofrece una nueva dádiva a los votantes. No sólo a la enorme cantidad de empleados públicos.

Vaca Muerta muestra en sus títulos y enunciados, una verdadera política de Estado energética.

Luego de la primera capa y con la letra chica aparecen enormes diferencias entre los actores y por lo tanto grandes interrogantes promoviendo una espera de los resultados de las elecciones de 2023.

A nivel nacional un 80% de los electores pretende un cambio de gobierno. Pareciera inminente. No tan proclives a tantas transformaciones, los lobistas de las empresas aparecen nerviosos barajando en todas las mesas de juego de partidos y candidatos. ¿Más vale malo conocido, que bueno por conocer?

Frente a una incierta renovación, la industria petrolera prefiere no pisar el acelerador a fondo hasta no tener mayores certezas.

En el “vamos viendo” han avanzado notoriamente la obra del gasoducto Salliqueló-Tratayen, la ampliación de Oldelval, la puesta en marcha del Oleoducto Trasandino, se incrementa la producción (dentro de los límites de los flujos de caja excedentes) bajo condiciones de precios y demandas altos y sin mayores sobresaltos. ¡Esto debemos celebrarlo en este Día del Petróleo!

A la espera del desenlace y con la esperanza de disponer de mayores certezas: equilibrio de la macroeconomía, inflación de un dígito, posibilidad de importar bienes (con la terrible escasez de dólares), libre disponibilidad de divisas y lograr las archiconocidas demandas de la industria, se siguen postergando mayores inversiones y proyectos de envergadura (exportación de LNG, real expansión de la red de gasoductos y demás proyectos de gran escala) hasta que se alineen los planetas en pos de la Vaca Muerta soñada.

Hoy el stand by de la transición energética beneficia a la industria mundial del oil and gas. ¡El futuro comienza a cada instante y hay que prepararlo! Este “wait and see” pre-electoral genera postergaciones y demoras que no son gratis. Tampoco las oportunidades son eternas. Además, siempre y cuando la bomba no explote antes de las elecciones. Sería otro contexto.

En Neuquén ya estamos viviendo un festival de reclamos, cortes de calles, rutas y piquetes de cara a las elecciones del próximo año. Nada se ha modificado. Tampoco estos parates, cada al menos 4 años, por cuestiones de cambio de gobierno que Vaca Muerta no puede darse el lujo si pretende ser una realidad, y dejar de ser “la gran promesa” energética y económica argentina.

(*) El autor es ingeniero y ex Secretario de Energía de Neuquén.


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