Entre los libros se gestó gran parte de la historia de Neuquén

La biblioteca Alberdi cumple 75 años este mes.

NEUQUEN (AN).- Dentro del edificio de paredes color crema ubicado en avenida Argentina y Alberdi transcurrió parte de la historia de esta ciudad. O, al menos, muchos de sus protagonistas, desde Juan Julián Lastra hasta los médicos Eduardo Castro Rendón y Luis Ramón y el pintor Emilio Saraco, sin olvidar los escritores, artistas plásticos e intelectuales que estuvieron alguna vez en ese recinto donde también disertó Jorge Luis Borges.

Esa biblioteca nació el 17 de noviembre de 1928 -en realidad el acta fundacional fue siete días antes- con el nombre de Juan Bautista Alberdi, 218 socios y 853 libros. La designación se hizo en homenaje al constitucionalista, con quien «siempre estaremos en retardo» cuando se trate de conmemoraciones, tal como expresó en una de las actas iniciales Eduardo Ortiz.

La «Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi», con cuyas paredes habitualmente se ensañan las campañas políticas, atesora 54 mil volúmenes, varios de los cuales son ediciones de gran valor histórico y tiene actualmente 835 socios pero sólo la mitad paga su cuota, que oscilan entre 5, 10 y 15 pesos mensuales según la categoría. Ocho de cada diez lectores no están asociados a la biblioteca, por lo cual sus autoridades explican que «prestamos un servicio a todos los estudiantes de la capital», que visitan la biblioteca a razón de 250 por día, una cifra que, por mes, redondea las 5.500 consultas. Se mantiene con bajo presupuesto y escaso aporte oficial (ver aparte).

El porcentaje de lectores no socios aumentó considerablemente -hace dos años no llegaba al 70%- con la crisis social, que también incrementó el robo de libros, en sus varias modalidades.

«No se roba para leer sino para vender», dicen las autoridades. Así desaparecieron las «Obras completas» de Borges, que están encuadernados en tapa dura con sobrecubierta. Algunos libros «aparecieron en librerías de viejo cuyos propietarios, al detectarlos, los devolvieron de inmediato».

Se instrumentó un mecanismo de seguridad que consiste en que los lectores dejen las mochilas en depósito para evitar los «robos hormiga», pero «no hay demasiado espacio». Se cerraron algunas salas -las de literatura infantil, por caso- para evitar que «los libros se nos escapen por las ventanas».

Los servicios que presta la biblioteca son múltiples: hemeroteca, colecciones de diarios regionales y fotocopia de material bibliográfico seleccionado. Hay una sala de internet con cuatro computadoras personales conectadas que permiten a los usuarios navegar y encontrar material adicional, y una sala de sistema Braille con un equipo informático que imprime con esos caracteres. El equipo dispone de una lupa, para disminuidos visuales, y un equipo de voluntarios graba libros parlantes para los ciegos.

Manuela Hernández recordó que con motivo del septuagésim quinto aniversario, se organizó un programa de festejos que culminará el 10, aunque las actividades continuarán hasta finales de este mes (ver aparte).

Las autoridades esperan construir otra planta sobre la parte nueva del edificio, para agregar salas de lectura, oficinas y sanitarios mientras queda pendiente el proyecto del nuevo edificio, para el cual en 1981 el gobernador Domingo Trimarco cedió un terreno sobre avenida Argentina al 900. Entre los presidentes figuraron Eduardo Castro Rendón, vice en 1954; Teodoro Planas, que en 1972 reabrió la biblioteca. Planas finalizó su gestión en 1978, cuando asumió Berta Schapiro, quien modernizó los sistemas de registro bibliográfico. En 1986 fue designada Ebe Gobich, reelecta en 1987 y, tras un breve lapso, volvió en 1991 y por varios períodos hasta su muerte 1999.

NEUQUEN (AN).- Los ingresos de la biblioteca, que provienen de subsidios oficiales, cuotas sociales, donaciones y los talleres -ajedrez, esperanto, computación para adultos, usos material bibliográfico y narración de cuentos, entre otros- no alcanzan a cubrir los más de siete mil pesos mensuales en gastos. El más reciente aporte provincial fue de escasos cuatro mil pesos y la Conabip -el organismo nacional de fomento a las bibliotecas populares- entregaba 10 mil pesos anuales hasta 1999, luego «fueron cinco mil, y ahora lo que puede», dijo Manuela Hernández, la presidenta de la comisión actual.

Además la provincia «no recategoriza las bibliotecas», con lo cual los subsidios permanecen inalterables pese a que «nosotros recibimos chicos de todos los barrios, y tenemos un fondo mucho más amplio». Durante 2002, el gobierno provincial contribuyó con diez mil pesos en subsidios. La comisión está integrada también por Lidia Rodríguez como vicepresidenta; Beatriz Vanoli -secretaria- y, en calidad de vocales, Irene García, Andrea Gerlero y Rita Rozados.

También perciben ingresos por el servicio de fotocopiado a los estudiantes, un porcentaje de los talleres que se dictan y aportes de la municipalidad y empresas privadas -como es el caso de Crediguía en canje por publicidad-. El plantel de empleados, en total 17, «apenas alcanza para atender» la demanda, que comienza a las 8.30 y termina a las 19.30 entre marzo y diciembre, de lunes a viernes -los sábados es de 9.30 a 13-. Son seis trabajadores cuyo sueldo paga la biblioteca, cinco empleados del Estado -uno asignado de Cultura y cuatro docentes con reasignación de funciones-, cinco voluntarios -uno proveniente de la subsecretaría de la Juventud- y un beneficiario de un programa de desempleo.

Nota asociada: Para comenzar a funcionar se instaló en la vieja escuela    

Nota asociada: Para comenzar a funcionar se instaló en la vieja escuela  

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