La poeta de San Martín de los Andes que le escribe a la actriz Tilda Swinton

Editado por Las Guachas, “Tilda”, de la poeta y editora Tamara Padrón Abreu (re)crea diversas posibilidades alrededor de la versátil protagonista de “Dr. Strange”, entre otros filmes.

Ancestral en “Dr. Strange”, Madame D., en “Gran Hotel Budapest”, la propia Orlando en la homónima “Orlando”, Mason en “El tren del miedo”, Eve en “Sólo los amantes sobreviven”, el Arcángel Gabriel en “Constantine”, David Bowie mismo en la muestra “David Bowie Is” y qué decir del Dr. Jozef Klemperer en “Suspiria”. Bruja, vampiro, anciana, anciano, Duque Blanco… Tilda Swinton, ¿eras tú?


Matilda Swinton nacida en la capital del Reino Unido un rato antes de que suceda el Swinging London, pero conocida por todos como Tilda, es una de las mejores actrices de su tiempo y de otros, por qué no, también. Tilda se diluye en sus personajes hasta desaparecer en ellos. “Tilda Swinton es una actriz que te obsesiona fácil, como si no tuviera bordes, puede ser cualquier persona(je)”, reflexiona Tamara Padrón Abreu, durante una entrevista con Diario RÍO NEGRO.
La poeta y editora radicada en San Martín de los Andes, miembro de Las Guachas, editorial autogestiva y feminista radicada en Río Negro y Neuquén, fascinada por ella, le dedicó un poemario editado en la colección Derivas Poéticas al que tituló “Tilda”.


Tilda es Tilda, afirma Tamara para quien no había polisemia posible en el título. Pero sí la hay, ella lo supo cuando los poemas, bellamente acompañados por el diseño y la encuadernación, fueron leídos por otros y otras. “Cuando lo empezó a leer la gente apareció la polisemia: la tilde de una tarea realizada, quedar tildado… Y todo encaja porque quedé tildada en Tilda”, reconoce entre risas.
“Me pregunto si Tilda alude también al borrón que anula, omite y renuncia. Si algo tendrá que ver con el tilde o acento que se le pone al tiempo del viaje dentro del viaje”, se pregunta Malú Urriola en el prólogo. Y con ella, también nos lo preguntamos nosotros.

Y sí , “Tilda” alude a todo eso sin dejar de aludir a Tilda Swinton antes que a cualquier otra cosa. Porque los 31 poemas de “Tilda” son Tilda, la actriz sin bordes que se diluyen en sus personajes para después volver a ser ella. Pero ¿cómo saber quién es ella?
Tamara Padrón ofrece una respuesta posible. Su respuesta es poética, a partir de una Tilda inventada que recorre vidas (im)posibles a orillas del lago Huechulafquen, por ejemplo. O postergando tareas hogareñas en la cocina de una casa como la de cualquiera.

La Tilda de Tamara funciona como un vehículo para hablar de una posible Tilda Swinton, pero también de otras cosas. De cine, por ejemplo. Porque “Tilda” puede ser leído como un largo ensayo acerca de la actuación. Porque, si como dice la propia autora, “las personas que habitan estos poemas están en plena lucha o dejándose desintegrar para ser otra cosa”, ¿qué cosa si no esto es actuar?


“Tilda”, el libro

La primera versión de “Tilda es de 2020, dice Tamara Padrón. “En plena pandemia, Malú Urriola, quien fue y será poeta maestra y guionista, que murió hace unas semanas, habilitó unas becas para clínica de obra y fui seleccionada. Era un espacio en el que le vas poniendo el moño a lo que es una obra. De ahí surgió una posibilidad de ampliar una serie que correspondía a ‘Tilda’. Bajo el paraguas de esa clínica de obra fue creciendo el libro”.
Al poco tiempo, en 2021, Ediciones de la Grieta, una editorial local, armó una colección de poetas neuquinos, ahí salió una primera versión de “Tilda” que se agotó enseguida. Pasó el tiempo y el libro fue creciendo, los poemas fueron cambiando, algunas fueron saliendo otros entraron y otros se modificaron, recuerda la autora. “No digo que esta sea la versión definitiva, pero se le parece bastante. Es la versión actual y cuenta con un diálogo de imágenes obra de Florencia Nobre, que fue como soltarlo, dejar el libro y que haga lo que quisiera”.

Un universo de amor como el de la literatura y la poesía es también el universo del cine”.

Tamara Padrón Abreu


Y lo que hizo Nobre fue elevar desde el diseño y la estética visual aún más a “Tilda”. Desde la tapa, con la imagen de una persona viendo el mar Mediterráneo, que bien pueden ser la propia Tilda Swinton o el mismísimo David Bowie, una de las tantas encarnaciones de Tilda. ¿Lo son? ¿Acaso importa?
El interior del libro está intervenido por imágenes de la actriz que bordean la metáfora, pero con señales suficientes para saber que se trata de ella. Así hasta el final donde sí aparece el rostro de Tilda para cortar con cualquier rastro de polisemia, enmarcada en el célebre rayo que distinguió el rostro de Bowie en una de sus tantas encarnaciones, en este caso la de Aladdin Sane.

Tamara Padrón Abreu, poeta y editora radicada en San Martín delos Andes.


El libro está estructurado en tres partes, sostiene Tamara. La primera, donde Tilda está en primer plano, todos los poemas focalizan en una Tilda inventada pero inspirada obviamente en la actriz. La segunda parte es ese universo cinematográfico que ella habita y lo que sucede dentro de sus películas. Y con el tercero me pasó que me pregunté qué lo conectaba al resto y al final es todo un juego sobre lo que cambia de forma, lo que se desintegra, lo que de pronto un día ya no está y cuando Malú lo vio me dijo ‘esto es todo Tilda’. Ahí me terminó de cerrar el libro”.
Tamara cuenta que sintió la necesidad de escribir sobre Tilda Swinton luego de ver “Solo los amantes sobreviven” (2013), de Jim Jarmusch, donde Tilda y Tom Hiddleston son dos vampiros amantes que atraviesan el tiempo. “Más allá de que hay una separación entra la actriz y su caracterización y la ficcionalidad de la película, es maravilloso lo que pasa acá, cómo arte interpela nuestra vida y como ella hace que no se distinga quienes somos. No es que sos esta persona que además hace este tipo de arte. Me pareció que ahí había algo para decir y la posibilidad de dejar lo que es uno para poder tomar la forma de otra cosa. Vi algo ahí que tiene que ver con la sustancia, con la identidad con que cosas puede perder y todavía seguir siendo yo que no la podía decir en una poesía en primera persona. A veces es más fácil alejar la focalización y cuando lo decís con otros ojos, habitando otros cuerpos tenés como la libertad de decir cosas que no dirías desde el yo”.


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