«Misión Imposible. Sentencia mortal 1», la misión de Tom Cruise: salvar al cine

En la última ceremonia de entrega de los premios Globos de Oro, el director Steven Spielberg se acercó a Tom Cruise y le dijo: “Le salvaste el culo a Hollywood”. Más allá del tono de la expresión, le decía una verdad: la estrella de Hollwood había logrado, con “Top Gun: Maverick” lo que ninguna otra película : que la gente vuelva a los cines, que los llene, que le de aliento que tanta necesitaba una industria alicaída por la pandemia.
A Tom Cruise es la clase desafío que le gusta. Que la gente vaya al cine, que la gente vaya físicamente al cine, que pague su entrada y disfrute de esa ceremonia tan grupal como individual, en medio de la oscuridad, es su objetivo. Y en ese objetivo es capaz de jugarse el pellejo. Literalmente.
Lo está haciendo ahora, de nuevo, con “Misión Imposible: Sentencia Mortal. Parte 1”, la película que ayer llegó a los cines con entradas agotadas.

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Lo hace en las escenas de riesgo, esas para las que no usa doble aunque deba tirarse dos, tres, cuatro veces en paracaídas, o deba saltar 17 veces en moto, en esas secuencias que hacen que la adrenalina de los espectadores trepe más alto que él. Y lo hace desde la historia, que concibió junto al director de la nueva entrega de ese clásico que todos recordamos de cuando era una serie y sonaba la música de Lalo Schifrin y corría la mecha encendida en la pantalla.

En la historia, justamente, Tom Cruise en su papel de Ethan Hunt y sus colegas luchan esta vez contra un programa de inteligencia artificial que pone en peligro a la humanidad. Luchan contra la Inteligencia artificial y los algoritmos, en una cruzada que parece analógica y anticuada, pero que tiene como meta devolverle al cine aquello que es desde hace más de un siglo.

Dirigida por Christopher McQuarrier, la película muestra la acrobacia quizás más arriesgada de Cruise hasta la fecha: saltar en moto sobre un enorme precipicio y luego abrir el paracaídas en caída libre, a apenas unos centenares de metros del suelo.

Esta vez, Ethan está rodeado de su equipo habitual, empezando por Luther (Ving Rhames), el adorable y gracioso Benji (Simon Pegg), y la enigmática Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) al que se une Grace, una ladrona de alto vuelo (Hayley Atwell).

Nadie sabe si será la última misión de Ethan, pero no está mal volver a la primera para entender mejor no sólo la historia de Ethan Hunt sino también de toda la saga cinematográfica, que comenzó con la película dirigida nada menos que por Brian De Palma.

McQuarrie es la mente detrás de la etapa más reciente (escribió la cuarta película y dirigió la quinta y la sexta) y el que ha logrado que la película crezca en magnitud y complejidad para entender a ese hombre que ha vivido todo este tiempo como un fantasma, que se rebela y desobedece órdenes de sus superiores.

Esta vez no hay personas para enfrentar y derrotar. El enemigo es inasible, una Inteligencia Artificial experimental llamada “La Entidad”. Diseñada para infiltrarse y sabotear cualquier sistema, La entidad se ha salido de control y tiene tanto poder que alcanzó conciencia propia: ha invadido, infectado y finalmente controlado todos los ámbitos militares, organismos de seguridad, dispositivos financieros y tecnológicos del planeta. Si nadie la detiene, el mundo quedaría a merced de esta fuerza capaz de terminar para siempre con la vida como la conocemos. Ya lo decía Alfred Hitchcock decía, cuanto mejor es el villano, mejor es la película, y La entidad es el villano perfecto para el mundo actual.

Tom Cruise corre, se lanza al vacío, lucha, salta en moto. Se juega el pellejo. Es su acto de fe. En el cine que cuenta historias, que entretiene, que no deja nada librado al azar, que quiere entregarle al público lo mejor. Es su acto de fe en el cine.