Espacios II por Fernando Bravo

LA SEMANA EN SAN MARTIN DE LOS ANDES

En abril de 2008 y bajo el título “Espacios”, a propósito del debate sobre el crecimiento de la ciudad, esta columna anticipaba la disputa por ganar valiosas tierras para el desarrollo de San Martín de los Andes, que están en manos de organismos nacionales casi desde el nacimiento de esta villa turística, cuando era apenas un caserío. El proceso ya se ha desatado y se intensifica… Desde aquel presagio a la fecha, acaso el primero en ceder la porción más significativa haya sido Parques Nacionales, con la emblemática transferencia del “Lote 27”, predio de 250 hectáreas siempre reclamado por la comunidad mapuche Curruhuinca por sus usos ancestrales de pastoreo. Es cierto que en aquel caso se trató de satisfacer una reivindicación histórica y, por tanto, no podría asociarse del todo con motivaciones de expansión urbana, pero resulta que fueron el crecimiento de San Martín y su proverbial escasez de tierras municipales para loteos sociales, las razones que apuraron aquella definición con el apoyo de la senadora Parrilli, que elaboró el proyecto de ley. La sinergia entre los Curruhuinca y una agrupación de vecinos sin viviendas precipitó la intervención política luego de años de gestiones incansables, lo que permitirá construir en el aludido Lote 27 el primer barrio intercultural del país, que ocupará unas 77 hectáreas del total. Las tomas ilegales de vecinos desesperados por un lote y las gestiones oficiales por tierras se han multiplicado por igual en la última década. Hasta ha habido algunas conductas profilácticas de instituciones, como el mismísimo Ejército Argentino, que construyó cabañas en torno de su apetecible cancha de polo como una forma de desalentar ocupaciones o tironeos políticos. Hace unos meses, el intendente Juan Fernández también le pidió a la provincia que desafecte definitivamente un predio forestal en el área Lolog -en litigio con un particular- y lo transfiera a la comuna para futuros usos. La última determinación en igual sentido ha sido el anuncio del intendente a su regreso de gestiones en la capital federal, el pasado viernes: las autoridades nacionales acordaron transferir al municipio entre siete y nueve hectáreas hoy bajo jurisdicción militar, en una zona bisagra entre el casco histórico, los principales barrios y los nuevos vecindarios de la periferia de la ciudad. Las tierras están, curiosamente, próximas a la muy glamorosa y aludida cancha de polo del Regimiento Cuatro de Caballería de Montaña. Allí irán, como anticipó este diario ayer, la nueva terminal de buses (la actual y obsoleta se hizo con créditos disponibles en los tiempos del Mundial ‘78), una playa de transferencia de cargas y otras oficinas o dependencias administrativas del municipio. Algunos sueñan hasta con algún “complejito” habitacional, si cuadra. Poner todo eso en el corazón de un espacio militar es parecido a poner en cuestionamiento la propia presencia del Ejército en la ciudad. Los militares, como Gendarmería y como Parques, prácticamente acompañaron el desarrollo de San Martín de los Andes, incluso desde mucho antes de que estos territorios se convirtieran en provincia autónoma. Por eso la ciudad los fue abrazando con su crecimiento, al punto de “rodearles la manzana”. De hecho, no es la primera cesión de tierras del Ejército a los sanmartinenses. En 2008 se dispuso de 3,8 hectáreas para una segunda planta de tratamiento de efluentes, complementaria de la del lago Lácar. Pero el Ejército tiene más de 1.500 hectáreas en este ejido, en el que se asienta con una guarnición permanente desde 1945, y buena parte de esas tierras le fueron cedidas por una familia pionera. Además, una porción de sus predios no sólo es tentadora desde el punto de vista inmobiliario, con lo cual siempre hay especuladores interesados, sino que ha quedado en un nudo de caminos. La ciudad se expande hacia el este (camino de la Vega y de la vecina Junín de los Andes) y hacia el norte, con urbanizaciones que se acercan al área Lolog. Desde la línea trazada por la ruta 40 con un figurativo punto de partida en el casco histórico como centro político, se necesita bordear o atravesar tierras del Ejército para ir hacia ambos lados. No en vano se pensó en esos terrenos para la nueva terminal. Y de seguro no será esta la última noticia sobre el destino de los dominios castrenses por estas latitudes. Fernando Bravo rionegro@smandes.com.ar


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