España sufrió su peor masacre terrorista con casi 200 muertos y dudan de si fue ETA o Al Qaeda
Explotaron varias bombas en cuatro trenes repletos de gente.
MADRID.- A tres días de las elecciones legislativas, Madrid sufrió ayer la peor masacre terrorista de la historia de España. Casi 200 personas murieron cuando a primera hora de la mañana explotaron varias bombas en cuatro trenes repletos de gente que acudía a sus puestos de trabajo y más de 1.400 resultaron heridas. El gobierno culpó primero a ETA, aunque luego no descartó la pista islámica ya que Al Qaeda se atribuyó el hecho.
«He dado instrucciones para que no se descarte ninguna línea de investigación», afirmó por la noche el ministro español del Interior, Angel Acebes, aunque insistió en que la «principal» sigue siendo la de la organización separatista armada vasca. «El gobierno no tiene ninguna duda de que ETA está detrás» de los atentados, había afirmado Acebes horas antes.
La mayoría de los diarios españoles salió a las calles siguiendo el argumento oficial.
Durante las investigaciones lanzadas tras los ataques perpetrados en tres estaciones de trenes de Madrid y su periferia sur, las fuerzas de seguridad encontraron una cinta en árabe con versículos del Corán dedicados a la enseñanza y siete detonadores en una furgoneta hallada en Alcalá de Henares, periferia este, que había sido robada días atrás en Madrid.
Los trenes, blancos de los atentados, habían partido de Alcalá de Henares.
Un comunicado atribuido a la red terrorista Al Qaeda reivindicó la autoría del múltiple atentado de Madrid según el diario Al Quda Al Arabi que recibió en Dubai ese texto cuya autenticidad no fue verificada.
«Es parte de un ajuste de viejas cuentas con España, el cruzado y aliado de América en su guerra contra el Islam», según el texto de la carta.
La tragedia se desató entre las 07.30 y 8.00 locales, momento en que la gente se moviliza hacia sus lugares de trabajo, cuando diez bombas estallaron en tres estaciones de trenes de Madrid y su periferia: tres deflagraciones se registraron en un tren que estaba en los andenes de la estación de Atocha, cuatro en un cambio de agujas de esa estación cerca de u callejón, una en la estación de Santa Eugenia y dos en el estacionamiento de El Pozo del Tío Raimundo, éstas últimas enclavadas en dos barriadas obreras del sur de la capital. Artificieros efectuaron además detonaciones controladas de bombas trampa con temporizadores.
La cadena de atentados fue cometida con 12 mochilas cargadas con «más de 100 kilos de explosivos» entre éstos dinamita, explosivo «utilizado habitualmente por ETA», explicó Acebes.
Las explosiones se produjeron sin aviso previo, contrariamente a lo que suele hacer ETA.
El ministro del Interior había descartado que el atentado fuera de una organización integrista islámica cuando fue consultado por la mañana y atribuyó esas especulaciones a «intoxicaciones» provenientes de Arnaldo Otegi, portavoz de la coalición radical vasca Batasuna, ilegalizada por la justicia por ser brazo político de ETA.
Otegi condenó el atentado -la primera vez que Batasuna lo hace- y afirmó que no creía «ni como hipótesis» que la organización armada esté detrás del ataque, lanzando la posibilidad de que los autores fueran de la «resistencia árabe». «Sólo podemos aspirar a la derrota completa del terrorismo», expresó el presidente del gobierno español, José María Aznar, siete horas después de la cadena de ataques.
La clase política española reaccionó inmediatamente a los ataques y decidió suspender los actos de campaña electoral del jueves y viernes, en vísperas de las elecciones del domingo.
Decenas de ambulancias, vehículos de la policía y de bomberos, se dirigieron rápidamente hacia los lugares de los atentados. «Había gente tirada por el suelo, tapándose la cara ensangrentada», relató Alberto, un dominicano de 25 años que estab en Atocha cuando se produjeron las deflagraciones.
Voluntarios para donar sangre abarrotaron los hospitales madrileños y las unidades móviles de donación habilitadas en numerosos puntos de la ciudad.
Los cadáveres comenzaron a ser trasladados a un pabellón de la Feria de Exposiciones Juan Carlos I, en el norte de Madrid, a donde llegaron más de 170 cuerpos. Allí, unos 70 médicos forenses identificarán los cadáveres.
El gobierno español decretó tres días de luto nacional y convocó a la ciudadanía a manifestar su repudio a los atentados el viernes en toda España.
Miles de personas se manifestaron ayer espontáneamente en diversas ciudades españolas.
Los diarios sacaron a la calle ediciones especiales, evocando, varios de ellos, «Nuestro 11 de septiembre», mientras los canales de televisión se dedicaban completamente a la tragedia.
Gobiernos de todo el mundo, desde el papa Juan Pablo II hasta la ONU, expresaron su repudio a los atentados.
Salvajismo inédito
El ataque terrorista en las estaciones de trenes de Madrid es inédito por su salvajismo, incluso en los ajetreados últimos 30 años de la historia española.
Para encontrar el más cruento de los atentados que soportó el país, con un saldo de 21 muertos, hay que remontarse a 1987.
El atentado más sangriento fue el cometido por ETA en el centro comercial Hipercor de Barcelona el 19 de junio de 1987.
Allí murieron 21 personas y resultaron heridas otras 45, según las estadísticas publicadas en Internet por el Ministerio del Interior español (http://www.mir.es/oris/infoeta/index.htm).
Los españoles están de luto e indignados
MADRID.- Las banderas ondearán durante tres días a media asta.
España declaró tres días de luto nacional para honrar a las víctimas del peor atentado de su historia.
España tiene ya su «11-M».
Durante los próximos días no habrá funciones de teatro, se han suspendido conciertos, corridas de toros y hasta el mundo del fútbol quiso cancelar los partidos internacionales que tenía este jueves.
Todas las cadenas de televisión mostraban ayer en un margen de la pantalla un lazo negro, como ya hicieran cuando ETA secuestró y después asesinó al concejal Miguel Angel Blanco, en 1997.
España está de luto. Está asombrada, está indignada.
Las crecientes cifras de muertos y heridos iban confirmando a lo largo del día lo que muchos intuyeron al conocer que habían explotado varios artefactos en cuatro trenes en Madrid: que el de ayer fue el peor atentado de la historia del país.
Primera reacción: estupor. Madrid estaba callado, mudo, sólo las sirenas de las ambulancias, coches policía y vehículos de emergencia rompían el silencio.
Los ciudadanos, con el semblante muy serio, se reunían en corrillos para comentar las últimas noticias, muchos de ellos «enganchados» a un transistor para conocer los detalles. «El día de los transistores», se podría decir, recordando la famosa «noche de los transistores» que siguió al fracasado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
Si en esa jornada el fantasma de la dictadura asoló a España, en la de ayer fue la del terrorismo, en una magnitud que los españoles sólo están acostumbrados a vivir a través de las informaciones de países lejanos como Irak o Israel. O Estados Unidos y su «11-S». Del que España parece tener ya una réplica.
Al asombro inicial le siguió una oleada de indignación. «¡Estos malditos hijos de puta!», gritaba un hombre ante la estación de Atocha mientras se limpiaba con un pañuelo la sangre de la cara.
Un joven esgrimía pocas horas después del atentado una pancarta en la que simplemente se leía: «Pena de muerte».
Los relatos de testigos de los atentados ponían los pelos de punta.
Enrique, que esperaba en la estación de Atocha para tomar un AVE (tren de alta velocidad), fue testigo de primera fila del caos y pánico que siguieron a la explosión de las bombas.
Recuerda ver cómo salía la gente de los vagones afectados, «era como si salieran de una carbonería, la cara negra, la ropa negra, todo ello mezclado con sangre, con heridas». Eran «escenas muy fuertes, muy fuertes», acertaba a decir. «Son escenas que no se te olvidan fácilmente».
«¿Qué culpa tenemos?», se preguntaba una niña entre lágrimas. «Sólo somos escolares que íbamos a clase y ahora mis amigas tienen la cara destrozada». Los relatos son coincidentes en su horror: cadáveres destrozados, heridos, muchos heridos, gente pisoteada en el pánico. Y todo ello unido a la angustia de miles de personas que trataban de ponerse en contacto con sus familiares y amigos, aterrorizados por la idea de que pudieran haber sido víctimas de los atentados.
(DPA y AFP)
La dura tarea de rescatar a las víctimas
Decenas de socorristas concentrados frente a la estación de Atocha sabían que les esperaban muchas horas de trabajo para sacar los cadáveres del tren reventado por una bomba en la entrada de la más antigua estación ferroviaria de Madrid, mientras los vecinos expresaban su horror. La policía colocó cordones de seguridad alrededor de la estación impidiendo firmemente a los curiosos mirar en dirección a las vías. Decenas de bomberos, voluntarios de la Cruz Roja y de los equipos de emergencia reconocibles por sus uniformes fluorescentes se afanaban en retirar los cuerpos atrapados entre los amasijos de hierro en que quedó reducido el tren. «No es una tarea agradable, es duro para los nervios y puede eternizarse, estoy cansado», confesaba con seriedad el único miembro de los equipos de rescate que accedió a hablar con la prensa.
Debido al gran número de víctimas, las autoridades decidieron reagrupar los cadáveres en un depósito improvisado en los locales del Parque Ferial Juan Carlos I, al norte de la capital madrileña. Tras los cordones de seguridad en la calle Téllez, los habitantes expresaban sus opiniones con dureza. 'Ojo por ojo, diente por diente, hace falta la condena perpetua, la muerte para estos asesinos», afirmaba entre lágrimas una mujer. En este barrio obrero compuesto por torres de cemento cuyo único horizonte es la chatarra de la estación, la emoción imponía un grave silencio roto a ratos por el ulular de las ambulancias. «No quiero hablar, si no me voy a poner a llorar», dice una mujer, antes de añadir «oí las explosiones, eso es todo». (AFP)
Por qué Atocha
La estación de Atocha en Madrid, escenario de uno de los atentados de ayer, es la principal estación de ferrocarril de la capital española.
Desde ella parten los trenes de alta velocidad hacia Sevilla y Lérida. Además, conecta la capital con numerosas ciudades del sur, este y suroeste del país y es punto de transbordo para personas procedentes de poblaciones próximas a Madrid. La parte principal de la suntuosa construcción al sur del Museo del Prado es del siglo XIX.
Fue ampliada con una moderna construcción de acero en 1992 para dar cabida a los trenes de alta velocidad con motivo de la Exposición Universal de Sevilla. Después de Atocha, Chamartín es la segunda mayor estación de ferrocarril. Desde allí parten los trenes de larga distancia hacia el norte del país y Francia.
Infograma: El atentado terrorista mas devastador de España (Hacer click aca) Notas asociadas: ¿ETA o Al Qaeda? A la conmoción siguieron las dudas La posibilidad de una acción conjunta La preparación del 11-S se ultimó en España Condena mundial y promesas de ayuda a España Gobierno argentino expresó su solidaridad al Rey La región se sumó al repudio de todo el mundo Frente a la tragedia, una solidaridad conmovedora Testimonios de quienes vieron el horror de cerca Un neuquino que vivió los primeros minutos Llamadas con descuentos Suspendieron la campaña electoral y se prevé impacto en votantes Luto y una gran marcha para hoy Serrat, Almodóvar y otros artistas se suman al duelo Las bolsas temen por el crecimiento mundial y caen París y Nueva York están en alerta Un duro golpe para el turismo europeo
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