Vida, obra, amores… y asesinato de Delmira Agustini
Hace más de un siglo que Delmira Agustini ya no está; y sin embargo su figura, sus poemas y su vida siguen siendo fuente inagotable de estudios, rumores, misterio y leyenda.
Hace más de un siglo que Delmira Agustini (1886-1914) ya no está; y sin embargo su figura, sus poemas y su vida siguen siendo fuente inagotable de estudios, rumores, misterio y leyenda. Hija única de una familia acomodada manifestó a temprana edad su vocación poética. La “Nena”—como la llamaban sus íntimos—publicó su primer libro de poemas a los veinte, y con ese libro viene el reconocimiento de la intelectualidad montevideana; habrá dos libros más y con ellos la admiración, la sorpresa y el escándalo. La poesía de esta “nena bien” delineaba un nuevo y complejo sujeto femenino que exponía sus más íntimos deseos eróticos. Era impropio para la época—y más en una joven muchacha soltera—que la mujer fuera la deseante y no el objeto de deseo. “Amor, la noche estaba trágica y sollozante/ cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;/ luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,/tu forma fue una mancha de luz y de blancura.”
Delmira se vuelve famosa, hasta Rubén Darío se deshace en elogios ante la joven poeta. Entre los que la visitan atraídos por el clamor de su nombre está Manuel Ugarte, un intelectual argentino de gran renombre, escritor, político y diplomático. Entre ellos nace el amor y la pasión, pero lo ocultan. Se ven entre Montevideo y Buenos Aires. Ugarte se lo confiesa a Alfonsina Storni, quien alienta la relación y le pide que formalice.
Hay otro polo en la vida de la poeta, Enrique Reyes, un joven hacendado del interior uruguayo. La visita desde hace mucho tiempo. Son novios en secreto primero, luego formalizan y se casan en 1913. ¿Por qué accedió Delmira a ese casamiento cuando ya no había amor de su parte? Hay diversas conjeturas. ¿Por qué eligió precisamente como padrino de su boda a Manuel Ugarte? Como podía esperarse el matrimonio duró mes y medio y ella solicitó el divorcio. Sin embargo se siguieron encontrando a escondidas en hoteles. Las piezas del rompecabezas para armar la tragedia estaban dispuestas.
El 6 de julio de 1914, en uno de esos encuentros y luego de una discusión, Enrique Reyes le dispara dos tiros antes de suicidarse. Comenzaba la leyenda.
Hace más de un siglo que Delmira Agustini (1886-1914) ya no está; y sin embargo su figura, sus poemas y su vida siguen siendo fuente inagotable de estudios, rumores, misterio y leyenda. Hija única de una familia acomodada manifestó a temprana edad su vocación poética. La “Nena”—como la llamaban sus íntimos—publicó su primer libro de poemas a los veinte, y con ese libro viene el reconocimiento de la intelectualidad montevideana; habrá dos libros más y con ellos la admiración, la sorpresa y el escándalo. La poesía de esta “nena bien” delineaba un nuevo y complejo sujeto femenino que exponía sus más íntimos deseos eróticos. Era impropio para la época—y más en una joven muchacha soltera—que la mujer fuera la deseante y no el objeto de deseo. “Amor, la noche estaba trágica y sollozante/ cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;/ luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,/tu forma fue una mancha de luz y de blancura.”
Delmira se vuelve famosa, hasta Rubén Darío se deshace en elogios ante la joven poeta. Entre los que la visitan atraídos por el clamor de su nombre está Manuel Ugarte, un intelectual argentino de gran renombre, escritor, político y diplomático. Entre ellos nace el amor y la pasión, pero lo ocultan. Se ven entre Montevideo y Buenos Aires. Ugarte se lo confiesa a Alfonsina Storni, quien alienta la relación y le pide que formalice.
Hay otro polo en la vida de la poeta, Enrique Reyes, un joven hacendado del interior uruguayo. La visita desde hace mucho tiempo. Son novios en secreto primero, luego formalizan y se casan en 1913. ¿Por qué accedió Delmira a ese casamiento cuando ya no había amor de su parte? Hay diversas conjeturas. ¿Por qué eligió precisamente como padrino de su boda a Manuel Ugarte? Como podía esperarse el matrimonio duró mes y medio y ella solicitó el divorcio. Sin embargo se siguieron encontrando a escondidas en hoteles. Las piezas del rompecabezas para armar la tragedia estaban dispuestas.
El 6 de julio de 1914, en uno de esos encuentros y luego de una discusión, Enrique Reyes le dispara dos tiros antes de suicidarse. Comenzaba la leyenda.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios