“Estado de malestar”: ¿comienza el ocaso final del Welfare State?
Por Fernando Heller, de la agencia DPA
“Badfare state” (Estado del malestar). El neologismo, que podría resultar aberrante a un anglo-hablante nativo, de momento no figura en el diccionario Oxford de la lengua inglesa.
Pero eso podría cambiar, en no mucho tiempo, si prosigue la cascada de recortes de prestaciones públicas en países como España, Grecia, Portugal o Irlanda, especialmente acosados por sus galácticos déficits públicos.
El Estado del bienestar (Welfare State) podría estar viviendo el inicio de su ocaso, víctima, entre otros factores, de la grave crisis económica, al menos en el flanco sur de la Unión Europea.
El catálogo de medidas dolorosas de ajuste se extiende por toda la UE como una tóxica marea negra y, según numerosos analistas, podría ser el primer síntoma del declive del Estado asistencial, que tantos esfuerzos costó instalar en el Viejo Continente, y especialmente en la Europa mediterránea.
Y es que el Estado del bienestar se relaciona, en todo el mundo, con Europa. Europa es -hasta ahora- sinónimo de bienestar social, derechos humanos, protección de las minorías y elevado nivel de vida. Incluso el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se ha inspirado en los sistemas europeos de seguridad social para impulsar su reforma en pos de una sanidad pública en su país.
Las amenazas al relativo bienestar europeo son cada día más concretas. En España, recorte de un 5 por ciento en los sueldos de los funcionarios y congelación de pensiones, en Portugal tijera al gasto público, en Grecia congelación de sueldos públicos, supresión de pagas extraordinarias a funcionarios, aumento de la edad de jubilación e incremento del IVA.
La grave crisis económica de la que, muy lentamente, comienza a salir Europa, unida al envejecimiento progresivo de la población, la baja natalidad, o el elevado número de parados, han puesto en guardia a los líderes europeos, que han abierto el melón, hasta ahora intocable, de la sostenibilidad a largo plazo de las cajas de la seguridad social.
La pregunta que se hacen ahora los hijos del “babyboom”, de la postguerra en Europa, nacidos entre 1946 y mediados de los sesenta es ¿Tendré jubilación?. La respuesta, según los expertos, parece alejarse cada vez más de la certeza científica absoluta.
Grecia ha necesitado una intervención coordinada de la UE y del Fondo Monetario Internacional (FMI), una transfusión de urgencia trianaual por valor de 110.000 millones de euros, para evitar la quiebra. Además, los socios europeos se vieron forzados a crear una barrera de contención para proteger al euro, un fondo de emergencia por valor de 750.000 millones de euros. La situación roza el apocalipsis.
Mientras el presidente del Gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, sacrifica una de las “joyas de la corona” de su programa electoral, las prestaciones sociales, otro trago amargo de la misma medicina corresponde también a los primeros ministros -socialistas- de Grecia, Giorgios Papandreu, y de Portugal, José Sócrates.
Los sindicatos, en estos tres países, han roto el armisticio, que preconiza la “paz sindical”, y se han lanzado a las trincheras.
En realidad, si William Shakespeare (1564-1616) leyese el neologismo “Badfare state” saltaría de su tumba en Stratford-upon- Avon para castigar al autor de tal bárbaro atentado contra la pureza de la lengua inglesa.
La noción Estado del bienestar nació en 1945, según los expertos, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, a partir de una expresión original de William Temple (1881-1944), entonces Arzobispo de Canterbury.
Temple, quizás sin ser consciente de ello, estaba creando una parte de la historia de la economía, al intentar comparar dos conceptos: las políticas de John Maynard Kyenes (1883-1946) en pro de un intervencionismo estatal para mitigar las crisis, frente al “Warfare”, el “Estado de guerra” de la Alemania nazi.
No obstante, el “copyright”, el derecho de autor, de ese concepto no pertenece del todo ni a Temple ni a Keynes. En la Francia decimonónica, durante el Segundo Imperio (1852-1870), también existía el concepto de “Etat providence”, o “Estado asistencial”, que los republicanos galos anteponían a algunas leyes que consideraban “individualistas” o “egoístas”.
En la misma época, en la Alemania del “Segundo Reich” (1871) se gestó el término “Wohlfahrtsstaat” para definir las políticas sociales del canciller germano Otto von Bismarck (1815-1898).
El debate sobre el futuro del “estado de bienestar” no es del todo nuevo. Antes de que estallara la crisis económica en 2007, algunos países nórdicos de Europa, conocidos por la eficacia de sus “estados providencia”, comenzaron a plantearse cómo garantizar que las políticas sociales, financiadas gracias a una presión fiscal muy elevada, puedan sobrevivir.
En ese sentido, Dinamarca tomó la delantera. A finales de los 90, el entonces primer ministro, el socialdemócrata Poul Nyrup Rasmussen, actual presidente de los socialdemócratas en el Parlamento Europeo, creó el concepto de “Flexicurity” (una amalgama de los términos: flexibilidad y seguridad).
Con ello se pretende combinar una moderada flexibilidad en el mercado laboral, en una economía dinámica, con una red de protección social para los trabajadores. El “modelo danés” es actualmente objeto de estudio en todo el mundo para analizar su posible extrapolación.
“Badfare state” (Estado del malestar). El neologismo, que podría resultar aberrante a un anglo-hablante nativo, de momento no figura en el diccionario Oxford de la lengua inglesa.
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