Artrosis: cómo aliviar el dolor y cuidar las articulaciones en invierno
Con movimientos suaves, calor local y pequeños ajustes en la rutina, es posible mejorar la movilidad y sentirse mejor cada día.
La artrosis es una de las afecciones articulares más comunes, especialmente entre personas mayores de 50 años. Se produce por el desgaste progresivo del cartílago que recubre los extremos de los huesos, lo que genera fricción, inflamación y dolor en las articulaciones.
Durante los meses fríos, muchas personas que padecen esta condición experimentan un aumento en las molestias, sobre todo en las rodillas, las caderas, las manos y la columna. Sin embargo, hay estrategias simples y naturales que pueden ayudar a mantener el bienestar y la funcionalidad.
El efecto del frío sobre las articulaciones
Cuando baja la temperatura, los músculos tienden a contraerse, la circulación se vuelve más lenta y las articulaciones se sienten más rígidas. Estos cambios pueden generar una sensación de pesadez, tirantez o dolor, especialmente al despertar o después de estar mucho tiempo en reposo.
Además, en invierno se suele disminuir el nivel de actividad física, lo que contribuye a que las articulaciones pierdan movilidad. Por eso, una de las claves para aliviar los síntomas es mantenerse activo, aunque sea con movimientos suaves.
Ejercicio moderado: un hábito clave
El movimiento regular favorece la lubricación natural de las articulaciones y fortalece los músculos que las rodean, lo que ayuda a disminuir la presión sobre ellas. No hace falta realizar entrenamientos intensos: bastan ejercicios de bajo impacto como:
- Caminatas cortas en terreno plano
- Movilidad articular (círculos con tobillos, muñecas, hombros)
- Estiramientos suaves en brazos y piernas
- Ejercicios en agua tibia, como natación o aquagym
Lo ideal es moverse todos los días, aunque sea unos minutos. También es importante evitar permanecer mucho tiempo en la misma posición, especialmente al trabajar frente a una computadora o mirar televisión.
El alivio que brinda el calor
Las terapias térmicas son muy efectivas para disminuir la rigidez y el dolor provocado por la artrosis. Aplicar calor local en la zona afectada mejora la circulación, relaja los músculos y reduce la inflamación.
Se pueden usar:
- Compresas tibias
- Bolsas de semillas
- Mantas térmicas
- Baños o duchas calientes
Es fundamental que el calor sea moderado y nunca se aplique directamente sobre la piel para evitar quemaduras. También es recomendable usar abrigo adecuado para proteger las articulaciones del frío ambiental.
Alimentación antiinflamatoria
Una dieta equilibrada también juega un papel importante en el cuidado articular. Algunos alimentos tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que pueden ayudar a reducir el dolor y mejorar la salud de los tejidos.
Entre los recomendados se encuentran:
- Pescados azules (como salmón o sardina)
- Frutas rojas (arándanos, frutillas)
- Verduras de hoja verde
- Frutos secos y semillas
- Aceite de oliva extra virgen
Además, mantener un peso saludable es clave para disminuir la carga sobre las articulaciones, en especial en zonas como rodillas, tobillos y caderas.
Cuidarse en la vida cotidiana
Más allá del ejercicio y la alimentación, hay pequeños hábitos diarios que pueden hacer una gran diferencia. Algunos consejos útiles:
- Evitá cargar peso innecesario
- Utilizá calzado cómodo y con buena amortiguación
- Mantené una buena postura al estar sentado
- Usá guantes si el frío afecta tus manos
- Dormí en un colchón firme y con buen soporte
La artrosis no tiene cura, pero con estos cuidados es posible reducir sus síntomas y mejorar la calidad de vida sin depender exclusivamente de tratamientos médicos. Como siempre, ante molestias persistentes o limitaciones funcionales, es fundamental consultar a un profesional para adaptar las estrategias a cada caso.
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