El «oro blanco» cómo preparar Kéfir y qué beneficios tiene para la digestión y la inmunidad

El kéfir, una bebida ancestral rica en microorganismos vivos, vuelve a ganar protagonismo por sus efectos sobre la salud digestiva, inmunológica y metabólica.

Aunque su historia se remonta a las montañas del Cáucaso, el kéfir —conocido como «oro blanco»— se convirtió en uno de los fermentos más estudiados por la ciencia moderna. Con hasta 60 cepas de bacterias y levaduras, este alimento natural promete beneficios que van desde mejorar la digestión hasta fortalecer el sistema inmunológico.

El kéfir se elabora a partir de pequeños gránulos blancos y gelatinosos que contienen una comunidad simbiótica de bacterias lácticas y levaduras. Al fermentar leche o agua azucarada, estos microorganismos producen ácido láctico, dióxido de carbono y compuestos bioactivos que transforman la bebida original.


Dos versiones, un mismo principio


Existen dos variedades principales:

  • Kéfir de leche, de sabor ácido y textura cremosa, similar al yogur, con alto contenido proteico y mineral.
  • Kéfir de agua, más liviano y fermentado con azúcar, frutas o cultivos específicos, con menor aporte calórico pero igual potencial probiótico.

Según el medio TN, distintas investigaciones publicadas en revistas científicas como PubMed y BioMedCentral destacan sus efectos positivos sobre el equilibrio intestinal, el control de la glucosa y el colesterol, e incluso su acción antioxidante y antiinflamatoria.


Cómo prepararlo en casa


Preparar kéfir es sencillo, aunque requiere ciertos cuidados:

  • Colocar los gránulos en un frasco de vidrio con leche o agua azucarada.
  • Dejar fermentar entre 24 y 48 horas a temperatura ambiente.
  • Colar, reutilizar los gránulos y conservar la bebida refrigerada.

Los especialistas recomiendan usar utensilios no metálicos, mantener la higiene y consumir la bebida dentro de los 7 a 10 días posteriores a su elaboración.

Respecto a la cantidad, expertos sugieren una dosis moderada: «Entre 100 y 200 ml diarios es suficiente para obtener beneficios. La clave está en la constancia y en elegir kéfir de buena calidad, idealmente casero o con cultivos vivos».


Entre los beneficios más documentados, se incluyen:


  • Mejora de la digestión y la tolerancia a la lactosa.
  • Efecto antibacteriano y antiinflamatorio.
  • Regulación de la glucemia y del colesterol.
  • Refuerzo del sistema inmune.
  • Actividad antioxidante y cicatrizante.

Un estudio reciente en BMS Medicine concluyó que el kéfir puede reducir la disbiosis intestinal, una alteración de la microbiota común en pacientes críticos o personas sometidas a estrés prolongado.

Las bacterias y levaduras del kéfir —como Lactobacillus kefiranofaciens o Saccharomyces cerevisiae— ayudan a restablecer el equilibrio intestinal, reducen el pH y favorecen la diversidad microbiana.


Aunque su historia se remonta a las montañas del Cáucaso, el kéfir —conocido como "oro blanco"— se convirtió en uno de los fermentos más estudiados por la ciencia moderna. Con hasta 60 cepas de bacterias y levaduras, este alimento natural promete beneficios que van desde mejorar la digestión hasta fortalecer el sistema inmunológico.

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