Estilo conciso y una inmensa economía de palabras

Andrés Rivera escribe con estilo conciso. Una inmensa economía de palabras signa sus novelas.

Todas ellas cortas. Atrapantes por diversas vías:

• Riqueza expresiva carente de estridencias. Escribe con una sencillez conmovedora.

• Las palabras se descuelgan con el valor que tienen. Andrés Rivera no pretende más, nos las fuerza. Sabe que una sola palabra suele valer más que media carilla.

• Andrés Rivera no teme a la repetición de una palabra en una misma reflexión. Sabe que así se expresa el hombre cotidianamente. Y él se nutre de esa realidad.

• Sitúa sus personajes siempre en tiempo de llegada de lo inevitable, ahí cuando los acecha el final. Entonces, la escritura de Andrés Rivera seduce por la descarnada rendición de esos personajes ante lo que no tiene retorno.

• Los personajes de Andrés Rivera atrapan sin solución de continuidad. Desprovistos ya de las miserias que los acompañaron en vida. Desde esta perspectiva, las novelas de Andrés Rivera no tienen odios terminantes. Abunda la resignación. Algo así como «ya está… no hay retorno».

• Pero los personajes centrales de las novelas de Andrés Rivera guardan, sí, un legítimo desencanto con la especie. No se sienten ni mejores ni peores que el resto de los humanos que han conocido en vida. En todos los casos, vidas de historias agitadas. Simplemente calibran lo efímero que suele ser el valor y la consecuencia cuando de política se trata.

• Es difícil separarse de las novelas de Andrés Rivera. Una vez iniciada la lectura, es muy difícil «dejarla para mañana». ¿Por qué? Porque Andrés Rivera respeta enormemente al lector. Lo hace pensar, levantar por un instante y nada más que un instante la vista de la página y sumirse en una reflexión profunda. Andrés Rivera no le teme al lector inteligente. No le tiende emboscadas. Lo quiere hacer pensar para vigorizar así su propia obra. Porque en alguna medida, tiene razón Jorge Semprún cuando afirma que con el lector inteligente comienza la literatura, se transforma en buena literatura.

• Las novelas de Andrés Rivera no son exigentes desde su textura. Son exigentes desde el reto que le provocan al lector al convocar su imaginación más allá del hecho literario en sí. O sea, alientan reflexiones colaterales al seguimiento del argumento.

¿Cómo no pensar en la magnitud brutal de un cáncer de lengua cuando se leen los padecimientos de Juan José Castelli en «La revolución es un sueño eterno»?

En síntesis, la literatura de Andrés Rivera está incluso más allá de sus libros. Está en la vida cotidiana.


Andrés Rivera escribe con estilo conciso. Una inmensa economía de palabras signa sus novelas.

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