Estilo Weretilneck: en cinco meses sólo estuvo 56 días en Viedma

Las recurrentes ausencias en la capital complican la gestión diaria del gobierno.

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El gobernador ya visitó todas las ciudades de la provincia. En Bariloche estuvo ocho veces, superando ya las asistencias de Saiz en dos años.

Alberto Weretilneck cumplió cinco meses y 10 días en la gobernación de Río Negro. Son 162 días.

Una primera impresión es la traslación permanente. Recorrió más de 75.000 kilómetros. Llegó a la totalidad de las localidades de la provincia y viajó 15 veces a Buenos Aires.

Esa marcha requirió un tiempo equivalente a unos 16 días completos arriba de un auto o en avión.

Hay un rasgo positivo: el gobernador concretó su intención de tener contacto directo con la gente y los problemas.

La cara negativa se traduce en sus ausencias. Sólo permaneció un tercio de su gestión –unas 56 jornadas– en la capital.

“Río Negro” repasó lo hecho por Weretilneck para estimar que recorrió más de 75.000 kilómetros. Representaría 380 horas en viaje, es decir, casi 16 días en tránsito, evaluando los vuelos (2 horas y media a Buenos Aires, con tiempo de abordaje) y la movilidad en rutas (promedio de 130 kilómetros por hora).

Este esfuerzo personal responde a la inicial estrategia de llegar a cada localidad. Arribó a una veintena sólo para acompañar actos de aniversario o festivos. La revisión parece mostrar que logró esa meta. Además de eso viajó en 15 ocasiones a Capital Federal.

Weretilneck deposita mucha energía en ese estilo. Optó por esa vía cuando llegó abruptamente al Poder Ejecutivo por la muerte de Carlos Soria, el 1 de enero. Lo dispuso así para lograr una inserción en la sociedad, que lo desconocía (no llegaba al 20%).

Los últimos sondeos indican que su táctica arrojó un buen resultado: creció en conocimiento y reserva una buena imagen positiva (superaría el 50%).

Sin embargo, su peregrinaje impacta en el gobierno. ¿Cuánto afecta su ausencia? Parece que mucho, máxime si –como se sabe– el equipo no es el automático reflejo de su pensamiento y práctica.

Weretilneck, sin más, se sumó al gabinete de Soria y, en todo caso, producto de un equilibrio en el PJ, acordó dos cambios: Hugo Lastra de la Secretaría General a Gobierno y Juan Manuel Pichetto a Producción. Llegó a Casa de Gobierno sólo con cuatro allegados: Guillermo Campetti en Medios, Gisela Galván en Protocolo, su histórica secretaria Isabel Widder y su colaborador y chofer, José Lagos.

Con esa flaqueza institucional-política, el novel gobernador se multiplicó en asistencias y en el contacto personal. Ese andar arrojó un costo físico y personal pero, además, revela quiebres para una estructura centrada en la decisión, gestión y presencia del mandatario. Su alejamiento –frente a la carencia de interlocutores válidos– se traduce en vacilación e irresolución. Sobran ejemplos de requeridos mandatos o expedientes incumplidos. La permanente intromisión de leales en filas intermedias se corresponde con esta cuestión.

Buenos Aires se conformó en un destino obligado. La excepcionalidad de su ascenso exigió un trato especial con la Nación. Viajó en 15 ocasiones (con una permanencia de unos 25 días), cinco sólo en febrero. Se reunió –acompañado por el senador Miguel Pichetto– con todos los ministros. Presentaciones, gestiones y reuniones, especialmente por la política minera y petrolera. Tampoco faltó a ningún convite al auditorio presidencial.

Bariloche fue un escenario igualmente cuidado. Realizó 8 viajes y, por lo menos, estuvo unos 16 días. Se concentró en revertir la paralización del aeropuerto por las cenizas y siempre priorizó su asistencia. Esta proximidad contrastaba con lo hecho por el ex gobernador Miguel Saiz, que concurrió a Bariloche en siete ocasiones durante sus dos últimos años de gobierno. Esa deserción quedó mayormente en evidencia, ya que coincidió con dos hechos dificultosos, como las muertes de Diego Bonefoi, Nicolás Carrasco y Sergio Cárdenas (17 y 18 de junio de 2010), y la erupción del volcán Puyehue (4 de junio del 2011). En ambas ocasiones, Saiz se tomó su tiempo: arribó a las dos semanas de los asesinados, y a los 27 días de la primer jornada volcánica.

Con actividades oficiales, Weretilneck estuvo 9 veces en Roca y 7 en Cipolletti, incluyendo el acto con videoconferencia con la presidenta. Cinco veces fue a Choele y cuatro a Villa Regina mientras que, en la mayoría, suman entre dos y tres visitas. Todo un trajín para el mandatario, que lo posicionó políticamente aunque su alejamiento revela contrariedades en su administración.

(Documentación para este informe: Archivo de “Río Negro”)

adrián pecollo

adrianpecollo@rionegro.com.ar


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