Ranquilon, el paraje con menos votantes de Neuquén en 20 fotografías imperdibles
Ranquilon es uno de los dos parajes que tendrá solo 14 personas en el padrón electoral del 16 de abril. Sus habitantes viven de la cría de animales, dispersos, sin servicios ni conectividad. El domingo tendrán que sufragar con máquinas por primera vez, pero todavía no saben cómo.
Ranquilon es un pueblo que se niega al abandono y llegar hasta su territorio puede tornarse difícil. El último cartel que ratifica su existencia está ocho kilómetros antes, en el norte neuquino, saliendo desde El Huecú, en el desvío hacia la Ruta 31.
«En el 85, por ahí, esto era más poblado. Después cerraron la escuela y ya ahí se terminó todo», relató Silvia San Martín, de 62 años, nacida y criada en este paraje del departamento Ñorquín del Norte Neuquino. Todavía recuerda lo que alguna vez conoció como un Ranquilon más poblado.
«Yo ando en la cordillera y allá no andan los candidatos», manifestó Diego Erice, uno de los habitantes que estará habilitado para votar en el pueblo.
La Escuela Primaria 41, es una de las primeras del territorio. Según los vecinos, el establecimiento dejó de funcionar en julio del 2006. Fue la resolución del Consejo Provincial de Educación que formalizó su final, tenía en ese momento una matrícula formal de cinco alumnos, dos de ellos «con sobreedad».
Erice, de casi 71 años, llegó el pasado miércoles con sus ovejas después de tres meses de veranada en el Valle de las Damas. Su vivienda es una de las pocas hechas por algún plan del ADUS y queda cruzando el arroyo Ranquilon, bastante seco.
Ningún candidato se ha acercado, y tampoco recuerdan ninguna visita de un gobernador. No saben como es el sistema de votación y los habitantes de Ranquilon se sienten abandonados.
«No sabemos cómo se vota eso y tampoco nos han venido a enseñar», aclaró Bersabet Garrido sobre las máquinas de boleta electrónica.
Dialogando con RÍO NEGRO, aseguraron haber escuchado por radio que llevaron una para practicar al cajero de El Huecú y a la hostería municipal, «pero hay mucha gente de campo que no tenemos cómo ir y volver, y en un día no vamos a aprenderlo», planteó Garrido.
El cerro, que le da nombre al paraje, acaricia un valle de coirones dorados. Con ese paisaje, se fusionan también unas construcciones abandonadas. El tiempo y los descuidos las han dejado sin nada. Como, de a poquito, también a Ranquilon.
Según los registros oficiales del juzgado electoral, son 14 los vecinos que están habilitados para votar, aunque los pobladores sacan cuentas y solo pueden enumerar 12
«En invierno son semanas y semanas de estar encerrados. Pero ya estamos acostumbrados a estar solos, juntamos antes la leñita», describió Garrido, de 63 años.
Respecto a las elecciones, Silvia San Martín dijo que ha visto a los candidatos solo en papeles pero nunca los visitaron. «Somos poquitos pero no dejamos de ser un ser humano, si no es como hacer un abandono de persona», sostuvo.
Cada vivienda está distanciada una de otra por varios kilómetros y el contacto es esporádico, más asiduo cuando hay buen tiempo para quienes no parten hacia la veranada.
En el paraje el único servicio que llega es la electricidad, y no a todos. Para calefaccionarse reciben algunas garrafas, la leña les llega tarde.
Al agua la van buscar con mangueras a una vertiente del cerro Ranquilon, en el campo de «un privado».
«Ya estamos acostumbrados a vivir así, qué vas a andar reclamando. Te pones más arruinado de lo que estás», evaluó Bersabet.
La salud es otro tema. En Ranquilon supo haber un puesto sanitario (sí, en el mismo terreno donde funcionaba la escuela), pero también se cerró.
Prácticamente nadie tiene movilidad en el paraje y les cobran entre 4.000 y 6.000 pesos un viaje de ida en auto particular. Pues, si necesitan recurrir al médico, la opción más cercana es el hospital de El Huecú.
«En invierno son semanas y semanas de estar encerrados. Pero ya estamos acostumbrados a estar solos, juntamos antes la leñita», reforzó Garrido.
Por eso, votar va a ser otro problema: los habitantes de este paraje deben trasladarse esos casi 19 kilómetros hasta el polideportivo municipal, adonde habrá la única mesa.
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