Fuerza Bruta, un show de alto impacto
La compañía completó cinco de las once funciones previstas; hoy y mañana seguirán en el Ruca Che.
Tal vez ese hombre que corre sin parar sea la escena más difundida de Fuerza Bruta, puesto que la compañía de teatro físico más prestigiosa del mundo la incluyó en varios de sus espectáculos. Aunque esta cronista pudo certificar que verla en vivo poco tiene que ver con su reproducción en los videos que circulan en Internet. El escenario cambia: los laterales del cubo negro (preparado dentro del estadio para sostener todo lo que sucederá) despiden humo blanco, la música y los flashes de luces generan suspenso y el público, expectante, espera allí abajo, de pie (tal vez sabiendo que la sorpresa será una constante). El hombre comienza a correr sobre una cinta, que, en realidad, puede ser la calle de una ciudad cualquiera. Se encuentra con personas y las esquiva con precisión. Es el primer cuadro y, como todos, tiene un “humor” definido por la música. En este show hay espacio para el baile, para la música electrónica (que el público convierte en una rave) o para los sonidos tribales, originarios. La destreza de los artistas que vuelan por los aires (caminan, bailan o se retuercen sostenidos por arneses) transforma cada escena en un ficción casi cinematográfica, sólo que sucede a metros del asombro del público. Metalizadas paredes-cortinas se despliegan en una cara del cubo negro y dos actrices caminan rompiendo todas las reglas de gravedad, como si no les costara nada. Las mil personas que exclaman (el asombro será permanente en la hora que dura el show) se desplazan de un lado a otro, atentas a las indicaciones del equipo técnico, para permitir el avance del próximo escenario. Así, los escenarios cuelgan, se mueven, se esfuman, se multiplican. Fuerza Bruta se especializa en manejar los matices de la acción con el apoyo de la música, las luces y la escenografía. Los artistas se permiten todo: bailar con el público, forzar la interacción, generar una comunión que conmueve e impacta en todos los sentidos (o hacen pedazos la escenografía, incluso sobre la cabeza de los espectadores). Tal vez una de las escenas más conmovedoras, bellas y sensuales, sea aquella que protagonizan las cuatro actrices que se mueven como sirenas, en esa especie de pileta-plataforma suspendida. Ese escenario se acerca a las cabezas de los espectadores o se aleja y libera suspiros y aplausos. Todo lo que sucede es real. El creador, Diqui James, tenía razón. Esta experiencia, intransferible, hay que vivirla. Quienes concurran a las funciones que no están agotadas (hoy, a las 18; mañana, a las 16, a las 18 o a las 20.30), tendrán la oportunidad de hacerlo y bailar, saltar o gritar bajo la enorme ducha final.
Este elenco que conmueve sin respiro, también obliga a la interacción del público.
paula gingins pgingins@rionegro.com.ar
Tal vez ese hombre que corre sin parar sea la escena más difundida de Fuerza Bruta, puesto que la compañía de teatro físico más prestigiosa del mundo la incluyó en varios de sus espectáculos. Aunque esta cronista pudo certificar que verla en vivo poco tiene que ver con su reproducción en los videos que circulan en Internet. El escenario cambia: los laterales del cubo negro (preparado dentro del estadio para sostener todo lo que sucederá) despiden humo blanco, la música y los flashes de luces generan suspenso y el público, expectante, espera allí abajo, de pie (tal vez sabiendo que la sorpresa será una constante). El hombre comienza a correr sobre una cinta, que, en realidad, puede ser la calle de una ciudad cualquiera. Se encuentra con personas y las esquiva con precisión. Es el primer cuadro y, como todos, tiene un “humor” definido por la música. En este show hay espacio para el baile, para la música electrónica (que el público convierte en una rave) o para los sonidos tribales, originarios. La destreza de los artistas que vuelan por los aires (caminan, bailan o se retuercen sostenidos por arneses) transforma cada escena en un ficción casi cinematográfica, sólo que sucede a metros del asombro del público. Metalizadas paredes-cortinas se despliegan en una cara del cubo negro y dos actrices caminan rompiendo todas las reglas de gravedad, como si no les costara nada. Las mil personas que exclaman (el asombro será permanente en la hora que dura el show) se desplazan de un lado a otro, atentas a las indicaciones del equipo técnico, para permitir el avance del próximo escenario. Así, los escenarios cuelgan, se mueven, se esfuman, se multiplican. Fuerza Bruta se especializa en manejar los matices de la acción con el apoyo de la música, las luces y la escenografía. Los artistas se permiten todo: bailar con el público, forzar la interacción, generar una comunión que conmueve e impacta en todos los sentidos (o hacen pedazos la escenografía, incluso sobre la cabeza de los espectadores). Tal vez una de las escenas más conmovedoras, bellas y sensuales, sea aquella que protagonizan las cuatro actrices que se mueven como sirenas, en esa especie de pileta-plataforma suspendida. Ese escenario se acerca a las cabezas de los espectadores o se aleja y libera suspiros y aplausos. Todo lo que sucede es real. El creador, Diqui James, tenía razón. Esta experiencia, intransferible, hay que vivirla. Quienes concurran a las funciones que no están agotadas (hoy, a las 18; mañana, a las 16, a las 18 o a las 20.30), tendrán la oportunidad de hacerlo y bailar, saltar o gritar bajo la enorme ducha final.
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