Gabriela Arias Uriburu: centrar el debate de violencia sólo en la mujer «está agotadísimo»

«Roca me recibe en un momento muy especial para mí, iniciando un nuevo tiempo, después de haber finalizado una gran obra, una gran labor». Así valoró Gabriela Arias Uriburu su llegada por primera vez a la ciudad, en el marco de los talleres «ComunicandoNos», que organiza la profesora Alba Cerutti bajo el lema «Si estás vivo, se puede».

Género, niñez, maternidad y medio ambiente fueron algunos de los ejes fuertes en las respuestas de esta mujer, que hace ya varios años se dedica a motivar a otros con su experiencia.

Se volvió conocida por la tenacidad que aplicó intentando recuperar a sus hijos, luego de que su esposo musulmán se los llevara a Jordania, tras el divorcio del matrimonio. Hoy invierte en sí misma y busca crecer desde una perspectiva que define en construcción, pero guiada por la no violencia.

«El gran camino para mi es la aceptación, que no es resignación», destacó delante del auditorio. Desde 2005 dejó de lado la pelea judicial, para centrarse en recuperar el vínculo con Karim, Zahira y Sharif, que hoy ya son graduados universitarios.

Foto: César Izza.

Que nadie quede afuera

La luz entraba sin impedimento por lo ventanales del salón de Moreno al 200, mientras 80 asistentes la escuchaban relacionar conceptos, anécdotas y preguntas para la reflexión. Entre los participantes, sólo dos eran hombres. Gabriela reconoció que la respuesta de la gente a sus charlas depende de la ciudad y que no siempre se repite ese perfil, pero hizo hincapié en que ella «trabaja con todos».

«Hay mucho que sanar en el ámbito de la mujer«, sostuvo, pero rechazó la tendencia de cerrar el debate sólo a las voces femeninas. «Me parece que lo del género está agotadísimo. Siento que es un laberinto en el cual nos metimos, que limita, porque la humanidad se hace entre todos (…) si hay una lucha que deja a alguien afuera, ya está generando violencia», reformuló.

«Entiendo que tienen que mostrarse, mostrar lo que les está pasando, pero no son solo ellas», dijo. Evitó contactarse o tomar postura sobre el reclamo de los distintos colectivos de mujeres y recalcó: «cuando una mujer maltrata a otra y la excluye de su forma de pensamiento, también es una forma de matar».

Al respecto citó ejemplos de países como Holanda, donde se trabaja con los agresores para que «dejen de ser víctimas del sistema», dentro de lo que se convierte en un «círculo vicioso» que lejos está de la recuperación. «El perpetrador tiene que tomar conciencia del daño que hizo, cuando eso sucede, él se está rescatando a sí mismo y después puede compensar el daño a la víctima. ¿Estamos dispuestos a eso?», desafió.

Foto: César Izza.

«Primero salvaguardemos a los niños»

Pensando en la burocracia que sufrió cuando golpeaba puertas reclamando por sus hijos, recordó que en ese momento ella «se violentaba». «Dios mío, esto está ocurriendo cuando ellos tienen la potestad de parar la pelota, tienen la autoridad jurídica, llegaron a esos puestos para eso», pensaba con impotencia.

Hoy conociendo tantos casos similares de disputas entre padres, nota que si no se revisa la estrategia, «en definitiva el niño sigue en el medio de algo en el que nadie lo ve«. En eso basó su decisión de no seguir judicializando su caso y actualmente apuesta a aplicar esa mirada en su Fundación.

«Yo me anoté para la convocatoria que hubo para Defensor del Niño» desde Nación, afirmó. Sin embargo, se retiró al notar que ese cargo «iba a tener una función más judicial que de cambio de paradigma». «Está bien que así sea, pero no es el perfil que yo quiero, para el que yo me siento llamada», explicó.

«Tenemos que tener otra economía como país»

Si bien reconoció que Argentina atraviesa momentos difíciles, prefirió insistir con que aprendamos a agradecer. «Siempre estamos mirando lo que nos falta y no lo que ya tenemos», planteó, al punto de valorar desde un baño caliente hasta el hecho de despertar con vida cada mañana.

«Creo que tenemos que tener otra economía como país, porque esta forma, este sistema, están caducos, y eso se nos está diciendo de manera contundente, creamos o no en las señales», opinó. Como ideal, apuntó a empezar por pequeñas decisiones que nos lleven a lo comunitario, desde la familia.

A futuro

Para el corto plazo, llegará con actividades similares a la de Roca en Rosario. Prepara además «Enemigo íntimo», un libro relacionado con la violencia. Por último impulsará la formación de jóvenes líderes de 15 a 18 años, representando a cada provincia argentina, en su Fundación «Niños Unidos por el Mundo».

Desprenderse, soltarse y «dejar que sus hijos sean adultos», le permite, aseguró, «alumbrar otros hijos», como lo son sus nuevos proyectos.

Foto: César Izza.


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