Le damos una mirada al mundo de la panificación junto a Juan Manuel Herrera en Maestros del pan

Serán ocho capítulos donde se recorrerán distintas panaderías de la provincia de Buenos Aires para conocer sus técnicas y secretos de elaboración.

Nada supera ni se compara al aroma de un pan recién horneado. Ser panadero tiene un plus y es el de la sonrisa dibujada en cada persona que saborea una medialuna, pan crocante o por qué no, algún que otro bizcochito de grasa o manteca. Y si la magia ocurre en esas panaderías con historia, mucho mejor todavía.

Es por eso que desde el 6 de agosto a las 21, todos los miércoles y viernes, el canal El Gourmet añade un nuevo programa a su reconocido ciclo, “Maestros de…”. A cargo del panadero y pastelero profesional, Juan Manuel Herrera, estrena en la señal Maestros del pan, un viaje lleno de sabor e historia que honra uno de los oficios más antiguos de la humanidad.


Luego de protagonizar Maestros del alfajor y Maestros de la medialuna, Herrera —oriundo de Berisso, criado entre harinas y levaduras en la panadería de su padre— estrena uno de los ciclos que más lo interpelan en lo personal y lo apasionan en lo profesional.

«Básicamente vamos a recorrer localidades grandes y pueblos chicos de la provincia de Buenos Aires, mostrando las distintas técnicas que usan en las panaderías de esos lugares, y en esos casos nos van a retrotraer a distintos momentos de nuestras vidas. Queremos reivindicar esos espacios de trabajo«, comentó el panadero.


«Las panaderías que recorrimos siguen trabajando con horno a leña, también hay otras quizás más modernas. Algunas trabajan con harinas tradicionales como las 000 o 0000, otras con harinas orgánicas, con salvado grueso, cada una tiene su marca personal«, agregó Herrera.

En este nuevo ciclo, se recupera la voz de los verdaderos protagonistas: panaderos y panaderas que han dedicado su vida a un oficio muchas veces heredado y profundamente arraigado en la tradición familiar. Un oficio considerado no solo uno de los más antiguos del mundo, sino también uno de los más esenciales, por ser el que lleva a la mesa un alimento tan básico como universal: el pan.


Nada supera ni se compara al aroma de un pan recién horneado. Ser panadero tiene un plus y es el de la sonrisa dibujada en cada persona que saborea una medialuna, pan crocante o por qué no, algún que otro bizcochito de grasa o manteca. Y si la magia ocurre en esas panaderías con historia, mucho mejor todavía.

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