Quiénes sostienen el desarrollo productivo de San Patricio del Chañar

La producción primaria hizo un gran aporte para el desarrollo económico de la localidad. Protagonistas de una actividad que no baja los brazos pese a la llegada de los hidrocarburos.

La producción primaria (frutas y verduras) fue la que motorizó, desde su inicio, la economía de El Chañar. Posteriormente, con la instalación de bodegas, San Patricio se convierte en un epicentro frutihortícola y vitivinícola.

Producto de la dinamización económica y el descubrimiento de recursos no renovables como el gas y el petróleo, hace aproximadamente dos décadas que la zona cambia su matriz de producción. La vecina ciudad de Añelo, pasa a ser capital de la actividad hidrocarburífera, lo que conlleva cierta transformación en la realidad económica y social de toda la región.

En sus inicios, la población mayormente indígena es arrasada por la llamada “conquista del desierto”, posteriormente surgen los asentamientos de familias niponas y europeas a principios del siglo XX, con el desarrollo de la actividad frutícola, se acrecienta la llegada de familias de países limítrofes para los trabajos temporales en la localidad. Hoy en día, el desafío frente a tanto dinamismo social, económico y cultural es generar una posible convivencia entre la actividad hidrocarburífera y la producción frutihortícola.  

La incipiente historia de la ciudad es un fotograma de rostros de quienes con un poco de confianza en su fuerza de trabajo y otro poco de esperanzas se asentaron en San Patricio del Chañar con sus saberes y buenas intenciones.  


Las historias de quienes producen 



Alfredo Figueroa llegó a San Patricio del Chañar en 1978. Primero vino su padre, en el 71 y luego se trasladó y asentó toda la familia. Durante dos décadas, y por razones laborales, se fue a vivir a la ciudad de Cutral Co, luego volvió para seguir trabajando en el Chañar.

Alfredo Figueroa, productor de aves de corral en San Patricio del Chañar.


Actualmente es productor de aves de corral, aunque también tiene otros animales y huerta.
“Tengo un pedazo de tierra pequeño pero suficiente para producir. Tengo un criadero de cerdos, llegué a tener 15 madres. Hoy no, porque vino mala la cosa pero tengo 3 candidatas a madres. Crío también gallinas ponedoras, gallinas criollas, y pollos parrilleros hago también. Hoy no están enviando por el tema de la gripe aviar que surgió hace un tiempo. Llegué a tener como 400 patos y gansos. También mis perros, dos ovejas y así es la vida en la chacra.” 

Junto a su señora Cristina, diariamente realizan las tareas de chacra. Cristina está encargada de la huerta y Alfredo dedicado a los animales. “Todo lo que producimos lo hacemos mi esposa y yo permanentemente. Un día en la chacra empieza a las seis de la mañana, mate de por medio, hay que hacer fuego porque nos calefaccionamos con leña, en virtud de que no hay gas en la zona. En invierno es medio complicado pero se pasa. Después se empieza la actividad de ir a ver a los animales, preparar las raciones, darles comida, lavar los bebederos, darles agua limpia, si quedó algún huevo del día anterior se levanta y listo. También se le da la ración a los perros. A los cerdos también le doy una ración a la mañana y a la tarde. Una vida normal en la chacra”.

La granja de Alfredo y Cristina, donde la actividad comienza muy temprano en la mañana.


La producción es para el autoconsumo y para la venta a familias que ya conocen su trabajo.
“La venta de lo que produzco lo vendo puerta a puerta, ya tengo clientes fijos. Hace 2 meses que no produzco pollos parrilleros, que me lo sacaban de las manos. Está difícil por los precios, la bolsa de alimento para las gallinas me dura sólo 3 días. Cada vez se hace más difícil producir pero no hay que bajar los brazos, hay que ponerle el pecho. Tengo una familia con 4 hijos que están con nosotros y colaboran en las actividades.” 

Para Alfredo, San Patricio del Chañar es el lugar para ser feliz, hay barda, hay río, hay tranquilidad. “Para mí el Chañar es un lugar muy importante. Es un pueblo ordenado, estamos dentro de la ruta de vaca muerta, hay posibilidades de trabajo y superación para todos los quieran hacerlo. Está todas las condiciones para ser feliz en esta tierra”.


Roxana Calfin, chef



Roxana Calfin, vive hace 35 años en San Patricio del Chañar. Cuenta que nació en Catriel pero se crió en el Chañar. Siempre estuvo en vínculo con la producción de alimentos, de niña debía cocinarles a sus hermanos, y luego a sus hijos. Los trabajos formales e informales fueron de la mano de la gastronomía. Cuando se generó la posibilidad, estudió en el Instituto Superior de Cocina Internacional en la ciudad de Neuquén. Con su título profesional integró equipos de cocina en una de las constructoras de las bodegas y en comedores. Durante 12 años consecutivos fue parte de la brigada de cocina del chef Boris Walker en el restaurante de bodega Familia Schroeder.

Roxana Calfin, chef en San Patricio del Chañar.


“Hace 9 años me independicé y formé mi propio servicio de catering. Después de la pandemia, cuando se suspendió todo, me llegó la propuesta de ser la chef y socia de Pedro Palacios que estaba construyendo el hotel Don Pedro y tenía la idea de abrir el restaurante Delorean. Hace un año y seis meses que estoy ahí. Estamos muy bien, con una gran respuesta de la gente de la localidad. La propuesta que hemos hecho ha sido bien aceptada”.

Roxana Calfin, en el restaurante Delorean.


Roxana conoce las riquezas productivas de la zona y día a día fortalece los vínculos con las familias productoras y elaboradoras. Gran parte de sus proveedores para el restaurante son de San Patricio del Chañar. “Lo que más trabajamos es en incorporar los productos locales. Eso es lo que más me gusta. Acá en San Patricio tenemos todo, productos frescos, como hongos, frambuesas, verduras de estación, la calidad y sabor de la rúcula disponible durante todo el año es increíble. Es hermoso ir a las huertas donde te cosechan en ese momento las verduras, todo fresco y sano. Las hierbas aromáticas también están incorporadas en casi todos nuestros platos. Acá todo es artesanal”, comparte la chef.


Martina Guerrero, productora hortícola



Martina Guerrero nació en Tarija, Bolivia, aunque siendo muy pequeña se trasladó junto con su familia a vivir, a trabajar y a producir la tierra a La Plata. Desde hace 8 años que vive en el Chañar. “Cuando vine me gustó el pueblo, imaginate que yo venía de Buenos Aires, un mundo de gente, mucha inseguridad y acá donde vivo gracias a Dios es muy tranquilo, nadie me molesta, nadie me roba. Para trabajar en la chacra es muy bueno, es rentable. Lo que más me gusta es el clima, la gente es muy buena, hice muchas amistades. La tierra es buena, es fértil, es sana, se puede producir, no hay muchas pestes”, comparte la productora. 

Martina Guerrero, productora hortícola.


Martina trabaja sola durante todo el año en las tareas de producción primaria de alimentos, a veces colabora su vecina, con algunas tareas específicas. En su chacra logró construir un invernadero de 48 por 50 metros donde produce hortalizas que comercializa en la localidad. “Trabajo bajo cubierta, es decir en invernadero, mi fuerte es el tomate y el morrón y algunas verduras más. Generalmente reparto aquí en el pueblo, a los vecinos y a los verduleros. En esta temporada, por ejemplo, de morrón saqué mucha cantidad entonces lo mando al mercado” explica Martina sobre el destino de su producción. 

“Todo lo que he alcanzado en mi vida a nivel económico, lo logré gracias a la tierra y estaré agradecida eternamente con la tierra que es la que siempre va a estar”.

Martina Guerrero, productora hortícola.

Martina Guerrero desde hace 7 años integra el programa Horticultura Cuidada, una propuesta que se viene implementando desde 2017 para fomentar la transición de los productores a las Buenas Prácticas Agrícolas Sustentables. “El año pasado nos dieron un incentivo por cumplir con los reglamentos que rige la provincia, por tener las cosas al día, el establecimiento limpio y ordenado”.


Gerardo Ceballos, productor de frutillas y verduras



Gerardo Ceballos nació en Caichigue, cerca de Las Coloradas. A los 8 años ya empezó a trabajar en el campo, con los animales haciendo veranadas. Luego su padre compra una chacrita en Puente Picún Leufú, que ahora es Villa Picún Leufú y se trasladan a esa chacra, donde producían todo lo que consumían. Con una gran tormenta en 1974 pierde toda la producción debido a la inundación por el temporal. Después de hacer el servicio militar se fue a Mainqué, en la provincia de Río Negro, donde aprendió todas las labores de la chacra. Hasta que se enamoró de una de las chicas que limpiaban las acequias. Hace 50 años que están juntos.

Gerardo y María, en el invernadero que tienen en San Patricio del Chañar.


Con algo de nostalgia y a la vez felicidad recuerda Gerardo que “en el año 1978 me dieron un dato, me dijeron que en el Chañar había trabajo. Así que me vine a dedo y conseguí trabajo enseguida. Fuimos a ver una piecita con Gasparri y así fue que me vine con mi esposa y con los hijitos que ya teníamos. En los momentitos libres después de trabajar, me ponía a cortar adobes para hacerla casa. En el año 1981 me entregaron la casa en el Barrio Obrero y ahí estamos hasta el día de hoy”. 

Trabajó ocho años con Gasparri hasta que se fue a la empresa que realizaba el trabajo del asfalto de la ruta. Se jubiló como obrero de la construcción. Con la idea de su señora María Cañuqueo, de seguir vinculado a la producción, consiguieron una chacrita en el Chañar, aunque también continúa haciendo changas en la construcción.

“Hicimos un invernadero con esfuerzo propio, con riego por goteo en donde producimos de todo. Solo la papa no nos dio resultado y sí las verduras como la cebolla ajos, arvejas y habas. Ahora tenemos 700 plantas de frutillas, que nos va muy bien con eso. En el invernadero tenemos verduras todo el año. También se nos dio muy bien la producción de hongos. Tenemos frambuesas, moras y corintos, que trajimos de la cordillera y que se han adaptado muy bien”. 

Parte de la producción la comercializan a los hoteles de la zona y a los clientes particulares que tienen en la zona. 

Alfredo, Roxana, Martina y Gerardo son algunas de las personas que sostienen la actividad de producción alimentaria que convive con Vaca Muerta. Estas familias son parte protagonista de la incipiente historia de construcción social, económica y cultural de San Patricio del Chañar.

Autora: María Victoria Rodríguez Rey


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