¿Gordos y maleducados?

Equipo Comidas y Saberes de la Universidad del Comahue *


El 16 de julio participamos de la “Jornada sobre prevención de obesidad: advertencias sanitarias y legislación basada en la evidencia”, coordinada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef Argentina, Observatorio Parlamentario Agenda 2030, en el Congreso, entre otros. El objetivo fue difundir la evidencia científica local y regional sobre la problemática de la obesidad y las políticas para su prevención, en especial en niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, la participación de la comunidad científica y de las organizaciones civiles presentes fue mínima. Queremos expresar algunas de las reflexiones importantes que quedaron pendientes luego de escuchar atentamente a legisladores y referentes en el tema.

La primera en importancia es la utilización de la dimensión educación como uno de los principales ejes de las acciones necesarias para “erradicar la obesidad”.

Tanto las propuestas comunicadas por autoridades del Ejecutivo Nacional como desde el ámbito legislativo tuvieron como uno de los argumentos sustanciales la dimensión educación.

Acordamos que la educación es central en el desarrollo de las sociedades donde el perfeccionamiento de habilidades y facultades intelectuales de los ciudadanos fortalece sociedades más justas. Pero es necesario conceptualizar y especificar claramente cuando se trata de la vinculación con los procesos de malnutrición.

Los alimentos ultraprocesados siguen presentes en los planes oficiales y su identificación es muy deficiente.

Datos de la OMS muestran que desde 1975 la obesidad se ha triplicado en todo el mundo. Según datos del Banco Mundial, la tasa de alfabetización de la población mundial creció el 68,9% de 1976 a 86,2% en el 2016.

Observando estos dos indicadores, habría que analizar cuál es la relación sólida, contundente y de asociación directa que sostiene la dimensión educación como variable de crecimiento exponencial de la problemática de sobrepeso y obesidad.

Durante ese lapso pasaron “otras cosas” que sí creemos que incidieron en los procesos de malnutrición: la globalización de la economía y la producción y comercialización sin ninguna regulación de alimentos ultraprocesados. Según datos de la OPS, a nivel mundial, las ventas de productos ultraprocesados aumentaron en 43,7% en ese período (de 328.055 kilotoneladas en el 2000 a 471.476 kilotoneladas en 2013).

Analizando el plan ASÍ, observamos que la evidencia científica planteada para vincular la dimensión educación con el tema de malnutrición es la siguiente:

“(…) Se ha sugerido que la obesidad estaría correlacionada con una menor asistencia a la escuela y menor acumulación de capital humano durante la niñez y la adolescencia. Luego de controlar por variables intervinientes, Geier et al (2007) observaron que niños/as con peso normal perdían menos días de escuela en comparación con niños/as obesos/as (Parsons et al, 1999; Gortmaker et al, 1993)…”.

Esta evidencia estaría hablando de las consecuencias de la obesidad en el proceso de la educación formal durante la niñez y adolescencia. No habla de lo que luego se plantea como primer objetivo del plan ASÍ: “(…) Fortalecer la educación alimentaria y nutricional y de actividad física en referentes sociales multiplicadores, a fin de instalar capacidades de reflexión y acción preventiva frente a la epidemia de sobrepeso y obesidad en NNyA…”.

El equipo Comida y Saberes de la Unco.

Entonces nos preguntamos: ¿continuamos avalando un mensaje contradictorio desde la educación alimentaria o nos proponemos trabajar la regulación de la propaganda y lo que la FAO considera educación alimentaria, reforzando acciones que tiendan a “obtener alimentos adecuados” y a “preparar alimentos y comidas saludables que sean de su agrado”?

El equipo de investigación al cual pertenecemos viene analizando los patrones gastronómicos de la población norpatagónica.

Poblaciones con diferentes grupos etarios, género, edad, condición socioeconómica, hablan de una diversidad de conocimientos sobre comida verdadera.

Patrimonio

Encontramos un riquísimo patrimonio de conocimientos sobre alimentación: qué comer, cómo prepararlo, cómo compartirlo, son saberes culinarios presentes en la población analizada.

Correlacionando estos conocimientos con las bases científicas de la ciencia de la nutrición, hallamos que lo que la gente “sabe comer” y “quisiera comer” es nutricionalmente adecuado en cantidad, calidad y adecuación.

Cuando las preguntas se dirigen a cómo adquirirlos o al tiempo disponible para elaborarlos, las respuestas van por caminos diferentes de acuerdo a los modos de producción laboral y, fundamentalmente, a la accesibilidad.

Según las OPS, a nivel mundial las ventas de productos ultraprocesados aumentaron 43,7% desde los años 70.

Desde nuestro equipo de investigación analizamos esta herramienta y observamos las compras de alimentos (datos de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares -ENGHo- años 2012-2013), que realizaba la población urbana neuquina. Los datos muestran que:

• El 19,8% de alimentos comprados, y que las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) consideran en el grupo “legumbres cereales, papa, pan y pastas” y que algunos que aparecen en la gráfica (pan envasado) son ultraprocesados.

• El 31% de alimentos comprados y que la GAPA considera en el grupo “leche, yogur y queso” son alimentos ultraprocesados.

• El 19% de alimentos comprados y que la GAPA considera en el grupo “carnes y huevos” son alimentos ultraprocesados.

Entonces nos preguntamos: ¿por qué el gobierno no se plantea una discusión abierta y urgente sobre cuáles son las bases de la educación alimentaria para este problema? ¿Por qué se continúa utilizando una herramienta como las que, en su estructura y recomendaciones, oculta los alimentos ultraprocesados?

El otro eje central debatido fue la presentación contundente, clara y precisa de la evidencia científica sobre el etiquetado frontal propuesto por la OPS, ya implementado en algunos países latinoamericanos. Se presentó evidencia científica de los logros de la implementación en Chile y de todo el minucioso trabajo de evaluación del etiquetado frontal propuesto por OPS para su implementación en Uruguay.

Nada de esta experiencia alcanza al gobierno argentino. Se continúa investigando sobre otros modelos de rotulado frontal. Se comunicó en la jornada que una primera experiencia investigativa había sido favorable al etiquetado propuesto por OPS, pero esto “no alcanzó” y se sigue investigando y dedicando recursos humanos y económicos y postergando la implementación.

¿Qué se busca encontrar? ¿Un etiquetado híbrido que sea conveniente para la industria?

La Real Academia Española dice sobre maleducar:

¿Los malnutridos somos maleducados? ¿O nos atraviesan otras dimensiones como el desregulado e invasivo proceso de mercado de los ultraprocesados con un Estado que no se ocupa de este tema trascendental?

*El equipo Comida y Saberes, UNC-Conicet lo integran Delia Nin, Anabella Salomone, Luz Franco, Yesica Arzamendia, Soledad Inestal y Ana Paula Bruveris


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