“¡Gran Dios! Encontramos kerosene”

La aventura petrolera de argentina nació en comodoro, a principios del siglo xx, envuelta en curiosas peripecias.

107° Aniversario del día del petróleo

“Se ha roto la costra que mantenía oprimido al mineral”, afirmó Krause a la distancia.

A principios del siglo XX, Comodoro Rivadavia era un pueblo sin agua en la costa de la Patagonia y la Argentina un país que empezaba a entender el concepto de nacionalismo petrolero. Acaso quien mejor expresó la idea fue el ministro de Agricultura, Wenceslao Escalante, cuando fundamentó el pedido de financiamiento para la actividad minera: “Los gastos serán grandemente compensados por el hallazgo de una sola región y por una sola de las máquinas de yacimientos de agua, de carbón o de petróleo de importancia”. A 1.700 kilómetros al sur del Buenos Aires, los escasos habitantes de Comodoro poco sabían sobre el combustible destinado a hacer funcionar el mundo. Lo que en verdad les importaba es conseguir agua para el incipiente caserío formado alrededor del precario puerto de salida de los frutos de la ganadería de la región. En 1903, el italiano Francisco Pietrobelli, propietario del galpón de acopio y alma máter de la incipiente localidad junto al empresario lanero Juan Plate, consiguió que llegara la primera máquina perforadora enviada por la flamante División Minas, Geología e Hidrología. El primer pozo, en el centro del caserío, alcanzaba los 170 metros de profundidad y allí se quedaba: la máquina no podía perforar más. Los operarios observaron manchas aceitosas en el agua de inyección. Sin un especialista en el equipo, las atribuyeron a un exceso de lubricante en la bomba. Llegó la Fauck El inquieto Pietrobelli reclamó el envío de una máquina perforadora mejor. Los vecinos debieron esperar hasta el 14 de diciembre de 1906, cuando fue descargada una de las cuatro Fauck compradas en Viena. Fue ubicada tres kilómetros al norte del pueblo y a uno de la costa por indicación de un empleado de Hidrología sin formación técnica que había recibido recomendaciones generales: no había datos certeros sobre la constitución geológica de la región. La Fauck pronto sufrió los embates del viento patagónico: en enero, un huracán volteó la torre armada y hubo que esperar hasta el 24 de marzo de 1907 para que empezara a funcionar, a cargo de José Fuchs, técnico en perforación contratado en Europa. La Fauck (bautizada Wenceslao Escalante) llegaba a los 180 metros de profundidad cuando los trabajos se detuvieron a mediados de 1907 por actos de indisciplina de algunos operarios. Mientras tanto, en Buenos Aires, el ingeniero Julio Krause, jefe de la División Minas, convocó a su despacho al auxiliar mecánico Humberto Beghin y le comunicó su nueva misión: viajar a la Patagonia, poner orden y retomar la perforación. Beghin se embarcó en el vapor “Presidente Quintana” y llegó a Camarones el 8 de julio y el 10 a Comodoro Rivadavia. Aunque su cargo era menor, actuó en los hechos como encargado de campamento, con el jefe de sondeo, José Fuchs, como estrecho colaborador. Pronto el ingeniero Krause legitimó esa situación: el 27 de septiembre nombró a Beghin único responsable de la marcha de los trabajos. El ritmo de las tareas se normalizó y el Pozo 2 sobrepasó los 500 metros de profundidad a fines de noviembre, el tope de la máquina. Fue entonces cuando entró en escena el telégrafo: el ingeniero Krause preguntó si se podía continuar con la perforación sin dañar la Fauck. De lo contrario, la Wenceslao Escalante debía ser trasladada a otro sitio de la costa patagónica. Fuchs respondió que había margen para seguir sin romperla. En la mañana del 11 de diciembre, Fuchs y Beghin sintieron olor a gas de kerosene. Enviaron otro telegrama a Buenos Aires: “Comunícole sr. jefe que se cree haber dado con una napa de kerosene. Aumento en la inyección no se nota aún pero sube toda mezclada con globitos y se siente un olor a gas de kerosene. Irá cada dos horas el resultado de la perforación. Se espera instrucciones. Se continúa perforando. Beghin y Fuchs”. Al día siguiente llegó la respuesta de Krause, dirigida a Beghin. “Para comprobar si encontró petróleo suspenda trabajos perforación y saque toda el agua del interior”. En la mañana del 13 de diciembre, Beghin y Fuchs confirmaron su presunción cuando el jefe del campamento se acercó a la canaleta, hizo una cuchara con sus manos y observó el espeso líquido. “¡Gran Dios! Encontramos kerosene. Es del Estado. Vamos a comunicarlo”, exclamó Beghin. La perforación había llegado a los 535 metros. “Se ha roto la costra que mantenía oprimido al mineral”, afirmó Krause a la distancia. Luego, más serenos, Beghin y Fuchs enviaron un nuevo telegrama: “Garantizamos que es kerosene de la mejor calidad. Todo en buen estado”. Nacía la industria del petróleo en la República Argentina. (Fuente: Libro Cincuentenario de YPF)

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“Se ha roto la costra que mantenía oprimido al mineral”, afirmó Krause a la distancia.

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