Guillermo del Toro: el cine (y su vida) está llena de monstruos

El director mexicano está listo para conquistar Hollywood con las trece nominaciones a los Oscars de su maravillosa “La forma del agua”. En esta entrevista revela su relación con las criaturas que suelen habitar sus películas.

Guillermo del Toro: el cine (y su vida) está llena de monstruos

Con 13 nominaciones, la romántica fábula “La forma del agua”, firmada por el méxicano Guillermo del Toro, parte como favorita de esta 90 edición de los Oscar.

Tras levantar el León de Oro en Venecia y el Globo de Oro como mejor director, Del Toro habla en entrevista con dpa de su pasión por los monstruos, el escándalo de los abusos sexuales en Hollywood y

Del Toro dirige a sus mosntruos en “Hellboy”.

P- ¿Cree que el debate en Hollywood generado con las campañas #MeToo y #Time’sUp, además de dominar la temporada de premios, cambiará realmente algo en el sector?

Del Toro- Creo que la temporada de premios es el momento de sacar a relucir temas candentes, como tradicionalmente se ha hecho. Faye Dunaway, Marlon Brando o Julie Christie y tantos otros aprovecharon el momento para abordar cuestiones políticas o sociales. Y creo que tiene sentido, porque es el momento en el que el mundo mira hacia las películas, hacia el cine, para ver qué está pasando. ¿Cambiará algo? Creo que sí. Creo que ya lo ha hecho. Primero, porque el hecho de poder contar abiertamente tu verdad es un cambio enorme. Y segundo, porque al pasar durante la temporada de premios, la gente escucha. El cambio puede no ser inmediato, pero está ocurriendo.

P- ¿De dónde surgió la idea de “La forma del agua”?

Del Toro- Comenzó cuando de niño vi las películas de la saga “Creature from the Black Lagoon”, que me encantaron. Sobre todo la primera, pero quería que la historia de amor terminara bien. Intenté hacerlo en los 90 como una película de serie B, con historia de amor, y no funcionó. Hasta que en diciembre de 2011 me reuní con Daniel Krauss (”Trollhunters”), que me dio la idea de hacerlo a través de una mujer de la limpieza (…) Sentí que era la clave perfecta para la historia de amor, porque se trata de gente invisible que se junta, gente sin nombre, sin voz, sin presencia, que se une para salvarse.

Durante la filamción de “La forma del agua”.

P- En los pasados Globos de Oro dijo que los monstruos le han salvado y liberado en varias ocasiones. ¿A qué se refiere?

Del Toro- De niño tuve una educación católica y la religión católica es increíblemente estricta con lo que es bueno y lo que es malo, quién va al cielo y quién al infierno o que todos nacemos con el pecado original. Todo eso me daba muchísimo miedo, sentía que todo lo que no encajara con ser “un buen chico” era pecado y terrible, pero los monstruos encarnaban la posibilidad de vivir en la imperfección. Eran bellos a su manera y los miraba con un gran amor y admiración. Se convirtieron en una especie de Santos Patrones de la imperfección para mí.

P- ¿Qué es para usted un monstruo?

Del Toro- Para mí, todos somos monstruos… Un defecto es una virtud que no ha sido contemplada de forma adecuada. Hay una especie de ideología sobre lo que un hombre tiene que ser, lo que una mujer tiene que ser (…) Todas estas ideas e ideologías están fabricadas de forma que todos las aceptamos e, individualmente, estamos rotos de manera secreta sin que eso esté permitido. En cambio, la fantasía, los monstruos y estas fábulas cuentan que puedes existir con todo eso y ser hermoso.

Junto al actor Doug Jones, el “monstruo” de las principales películas de Guillermo del Toro.

P- Como decía, los protagonistas de la película son seres invisibles…

Del Toro: Ivisibles, sí. Era muy imporante para mí, porque aunque se enmarca en 1962, es una fábula sobre nuestros días: vivimos en un mundo en el que ya no es tan fácil encontrar verdad en las palabras. En la película, los personajes que hablan no son capaces de comunicarse, mientras que los dos que no hablan se comunican profundamente en un nivel primario. Para mí, era muy importante mostrar el reconocimiento entre ambos más allá de las palabras. La película está llena de rimas, como en un poema, pero si se las digo será aburrido. Encuéntrelas.

P- ¿Le sorprendió que el binomio tolerancia-intolerancia de su película sea hoy tan relevante?

Del Toro- Nací en México y he encarnado la otredad en muchos aspectos. Quise hacer fábulas y fantasía en una industria cinematográfica (la mexicana) que se centra sobre todo con el realismo. Cuando viajas a Estados Unidos viniendo de México, durante décadas hay veces que te sientes bienvenido, y en otras la tensión es tan latente… Vivimos en un mundo en el que cada vez más se nos dice que estamos divididos entre nosotros y ellos, cuando en realidad es una división que promulgamos a diario, pero no tenemos que vivir con ella porque al final del día lo que queda somos nosotros. Todos estamos en el mismo lugar al mismo tiempo. Eso es lo que trata de decir la película.

Una criatura fantástica

Hollywood se ha rendido a ese mundo de fantasía y criaturas extraordinarias que les brinda Guillermo del Toro, quien podría convertirse en el tercer director mexicano en conquistar el preciado Oscar como director por “La forma del agua”.

El premio en esta categoría parece casi en sus manos después que el mexicano consiguiera con su fábula no solo el Globo de Oro y el BAFTA en la misma categoría, sino también el premio de la asociación de productores, entre otros, y todo ello con una película que no ha dejado de reportarle galardones desde el mismo momento que se estrenó en el Festival de Venecia.

Allí levantó emocionado el León de Oro con esta producción en la que da una vuelta al cuento clásico, mezcla el género de la fantasía, el thriller, la acción y la comedia romántica y trata temas actualidad como la marginación social.

Nacido en Guadalajara (México) en 1964, el mundo de Del Toro siempre ha estado poblado de seres fantásticos. Él mismo ha relatado en varias ocasiones que de niño hizo un pacto con los monstruos que veía cuando apagaban la luz en su habitación para que dejaran de darle miedo. Con el tiempo decidió convertirlos en los protagonistas de sus historias.

Dicen que uno de los primeros cuentos que escuchó Guillermo del Toro fue sobre Drácula. Y el mito del vampiro lo abordó precisamente en su primera película, “Cronos”. Ésta, que supuso la primera colaboración con dos de sus actores fetiches, el fallecido Federico Luppi y Ron Pelrman, ganó la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, un triunfo que cambió su vida.

El director que de joven devoraba todo tipo de cine e intentaba inculcar su afición a sus compañeros en el colegio de jesuitas en el estudió en Guadalajara, pasó del anonimato a dirigir en Estados Unidos.

Los amigos mexicanos: Iñárritu, Cuarón y Del Toro.

Su segundo trabajo fue “Mimic”, en el que mezcla el terror con la fantasía y una estrategia que refinó sobre todo enmarcando esas historias en la Guerra Civil española con “El espinazo del diablo” (2001) y “El laberinto del fauno” (2006). Esta última cinta fue la primera con la que se paseó por la alfombra roja de los Oscar y con la que consiguió tres de las seis estatuillas a las que optaba.

Del Toro, que también es conocido por sus adaptaciones de cómics como es el caso de “Hellboy” o “Blade II”, vivió lo implacable que puede ser Hollywood con “Mimic”, en la que no pudo hacer todo lo él quiso.

Ahora no se embarca en aventuras de las que no se puede apropiar y por ello rechazó dirigir “Las crónicas de Narnia” o el episodio VII de la mítica saga “Star Wars” y se retiró de “El Hobbit”.

Lo que nunca le ha faltado ha sido el apoyo de sus amigos Alfonso Cuarón (”Gravity”) y Alejandro González Iñárritu (”Birdman”). Juntos han abierto las puertas de Hollywood a los cineastas y artistas del otro lado de Río Grande, pero sobre todo se han apoyado mutuamente, al punto de coproducirse entre ellos. Ellos dos fueron los primeros directores mexicanos en conquistar el premio que desde hoy Del Toro también luce.

Un aspecto que muchos suelen destacar de Del Toro es su generosidad, un atributo que esconde tras una modestia que le hace ruborizarse cuando se lo recuerdan. Así ocurrió cuando Cuarón contó el año pasado en Cannes que fue Del Toro quien le dio el final de su exitosa “Y tu mamá también”, pues él se había atascado y no conseguía dar con la clave.

Gran conocedor del cine y de su historia, el realizador, que continuamente está bromeando sobre su obesidad, asegura que vive la vida con mucha voracidad. “Ya sean tacos sudados o ideas para la película. Creo que es la manera en la que aprendí a vivir”, contó recientemente en una clase magistral en México.

“La voracidad del cine te devora la vida y es un sustituto muy pobre si no aprendes. Yo he hecho diez películas y no todas me gustan, pero de todas he aprendido un poquito, lo bueno y lo malo”, aseguró ese niño grande que ha cumplido un sueño y ha rodado una de sus mejores películas con la oda al cine y al amor que firma en “La forma del agua”.

Del Toro consigue así hacer suya una de las máximas de su venerado JRR Tolkien, quien dijo: “Hay que hacer el mundo lo suficientemente reconocible como anclarnos en una realidad y lo suficientemente mágico como para transportarnos fuera de ella”.


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