Hacia la colegiatura de los profesores de Educación Física

Marcelo Antonio Angriman*


El control de la matrícula es un reclamo que sostiene gran parte de los profesores titulados, que ven en el “intrusismo” un valladar para acceder a puestos de trabajo.


Impulsado por el Instituto de Formación Continua en Educación Física de Viedma, se encuentra en elaboración en la Legislatura provincial el proyecto de ley para crear un colegio de profesores de Educación Física en la provincia de Río Negro.

Mendoza, San Luis, La Pampa y Salta ya cuentan con sus respectivas colegiaturas en esta actividad, cuya principal función es la de velar porque el ejercicio de la profesión sea ejercido por profesores titulados egresados de establecimientos reconocidos oficialmente.

El control de la matrícula es un reclamo que viene sosteniendo gran parte de los profesores titulados, que ven en el “intrusismo” dentro del ámbito privado un valladar para acceder a puestos de trabajo.

Ello es así por cuanto en el ámbito público, el Consejo Provincial de Educación desde hace décadas, exige el aval del título a quienes se presentan en asambleas para cubrir cargos.

Fuera de lo público provincial, ya en los espacios informales, las clases o sesiones de entrenamientos suelen ser impartidas por técnicos, exdeportistas o instructores que no han estudiado a nivel terciario o universitario carreras reconocidas por el Estado.

La diferencia fundamental entre unos y otros radica en la formación integral que supone haber aprobado un programa de asignaturas, didácticas, psicológicas, fisiológicas y deportivas a lo largo de varios años de estudio, en relación con quienes han realizado un curso técnico específico o solo tienen la experiencia de haber practicado la actividad.

Toda vez que se encuentra en juego la salud pública de la población y la legalidad que presumen las competencias profesionales debiera -como lo están haciendo algunas ordenanzas municipales y desde el Colegio a crearse- exigirse una titulación oficial para el ejercicio de la profesión.

Más ello solo no alcanza, ya que para que la norma tenga sentido el profesor deberá estar formado para la actividad específica en la que se lo va a contratar.

También en materia de responsabilidad docente, que es una de las graves falencias en los programas de estudios de gran parte de los institutos de formación.

Ello exige una actualización en los planes de las carreras, que permitan al profesor contar con la idoneidad que su título presume.

En tal aspecto, la Colegiatura puede además colaborar significativamente a la hora de realizar capacitaciones de posgrado que contribuyan a complementar los conocimientos obtenidos durante la carrera.

La legalidad entonces deberá ir de la mano de una actualización de los planes de estudios de grado y de una especialización en el área que se pretenda desarrollar luego de los estudios básicos terciarios o universitarios

Otro punto trascendente dentro del ámbito privado será que quien ejerce la actividad sea aquel que se hace responsable de la misma y no un mero presta nombre. En ello, la fiscalización que se haga del cumplimiento de la norma -sobre todo en el ámbito municipal- adquiere fundamental relevancia.

Al mismo tiempo deberá existir una fecha de corte, que implique el comienzo de la exigibilidad del título y prestarle atención a la situación de quienes se encuentren sin título, debidamente regularizados en su empleo, de modo de no afectar derechos adquiridos.

En definitiva, el proyecto de ley deviene plausible a la hora de jerarquizar y ordenar la profesión.

Más la consagración de la ley no debiera ser un pasaporte para acceder a una fuente de trabajo, sino el reaseguro para que la salud psicofísica del destinatario de la actividad se encuentra en las mejores manos.

Al concepto de legalidad debe sumársele el de calidad, siendo esos dos factores claves para dar legitimidad a la profesión.

Una legitimidad que requiere de profesores activos, que lleguen a sus alumnos o dirigidos no solo por lo que dicen, sino por lo que hacen.

Por cómo saben enseñar y sin ser modelos técnicos o deportistas de elite, digan mediante su propio ejemplo un rotundo no al sedentarismo.

La legitimidad de la profesión hacia la sociedad y hacia los propios educadores tendrá que ver entonces con encontrar el ansiado punto de equilibrio entre la teoría y la práctica y pregonar desde la palabra, pero también desde el movimiento.

La creación de un Colegio de Profesores de Educación Física, convencido de su razón de ser, puede contribuir decididamente a tal fin.

* Abogado, Prof. Nac. de Educación Física, docente universitario


Temas

Educación

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios