La Revolución del riego V: De tierras secas a chacras fértiles: la historia del Dique Ballester

Con sus canales y compuertas hizo posible el riego de miles de hectáreas, impulsando el desarrollo social, económico y cultural de la región. La visión del ingeniero César Cipolletti dio origen a una de las obras de construcción más imponentes de la Patagonia.

En el árido territorio patagónico, donde predominaban la estepa y la sequedad, una obra de ingeniería hidráulica -el Dique Ingenerio Ballester– cambió para siempre el destino de la región del Alto Valle del Río Negro y Neuquén. Esta transformación lleva la impronta del ingeniero César Cipolletti, un visionario italiano que a fines del siglo XIX concibió un ambicioso sistema de represas, canales y saltos para aprovechar las aguas de los ríos Limay, Neuquén, Colorado y Negro.

Dique Ballester: una obra monumental que comenzó a construirse en 1910


El 31 de diciembre de 1898, por decreto del Poder Ejecutivo, Cipolletti recibió el encargo de diseñar la sistematización del riego y la regularización parcial del río Negro para optimizar el uso de sus aguas y afluentes.

Su estudio debía incluir la factibilidad de crear reservorios naturales en lagos cordilleranos para controlar las crecientes, la elaboración de canales hacia puertos estratégicos y la evaluación de mejoras en canales existentes.

Establecido en el Fuerte General Roca en 1899, Cipolletti entregó informes preliminares que sentaron las bases para una transformación sin precedentes. Después de entregar el informe regresó a Italia. Allí se ocupó de un proyecto para canalizar y hacer navegable el río Tíber. En 1907, en mal estado de salud, fue convocado nuevamente para dirigir las obras proyectadas en Río Negro.

Se embarcó en enero de 1908 desde Génova junto a su esposa y sus hijos hacia Argentina y hacerse cargo de estos proyectos, pero falleció durante el viaje. Sin embargo, la obra fue continuada y finalizada por sus colaboradores directos: los ingenieros Decio Severini, G. Iacoboni y Orestes Vulpiani, quienes contaron con la ayuda de otro grupo de unos veinte ingenieros, incluyendo a Felipe Bonoli y Guido Jacobacci.

En 1909, con la Ley 6.546, conocida como Ley de Irrigación, el Estado se habilitó para avanzar en estas obras, firmando contratos con la empresa Ferrocarril Sud y organismos públicos.

El 17 de marzo de 1910, el presidente José Figueroa Alcorta y el ministro de Obras Públicas Ezequiel Ramos Mexía inauguraron formalmente los trabajos sobre el río Neuquén.

Primeras excavaciones para la construcción del dique (Foto: Archivo Diario Río Negro)

El dique está ubicado sobre el río Neuquén, entre la provincias del mismo nombre y la de Río Negro. Originalmente llamado dique Cordero o dique Neuquén, esta colosal estructura mide 420 m de largo y atraviesa totalmente el río.

Cuenta con 17 compuertas metálicas de 20 m de ancho y aproximadamente 33 toneladas cada una, separadas por 16 pilares de hormigón armado de 3 m de ancho, revestidos con chapas de fundición. Dos estribos definen los extremos de la obra.

En la margen rionegrina, el edificio de bocatoma cuenta con 12 vanos y 5 compuertas que regulan el ingreso del agua al canal principal, que nace a espaldas del dique y se extiende por 130 km. Este canal originalmente regaba más de 60.000 ha y hoy abastece cerca de 50.000 ha, debido a cambios en el territorio y la urbanización.

Las compuertas, inicialmente accionadas manualmente mediante contrapesos, cuentan desde 1916 con un sistema electromecánico alimentado por una turbina eléctrica instalada en el dique.

Esto permite controlarlas con precisión para regular el caudal hacia el canal principal o liberar excedentes por un canal desviador hacia la cuenca Vidal (Lago Pellegrini), con capacidad para evacuar hasta 2.000 m³/s en crecidas extraordinarias.

Los guardadiques trabajan en turnos continuos, vigilando niveles y caudales para garantizar la eficiente distribución del agua, con caudales de derivación entre 70 y 80 m³/s.

Construcción en tres etapas del Dique Ballester


La construcción del dique se desarrolló en tres etapas. La primera, entre 1909 y 1917, implicó la construcción de 12 tramos utilizando un sistema innovador de hundimiento progresivo de grandes cajones metálicos bajo el lecho del río. Estos cajones contaban con aire comprimido para desalojar el agua y permitir una instalación en seco. También se construyeron el estribo izquierdo, la bocatoma y el edificio regulador. Participaron 180 obreros y 40 capataces y técnicos.

Uno de los primeros pilares de la construcción en 1913 (Foto: Archivo Diario Río Negro)

La segunda etapa, desde 1927 a 1931, fue cuando se incorporaron cinco tramos restantes, estribo derecho y defensa marginal derecha. Se completó el camino de acceso sobre el estribo y se construyó la bocatoma del canal de Centenario, reforzando la estructura contra eventos hidrológicos mayores.

Finalmente, la tercera y última etapa, desde 1933 a 1936, incluyó la construcción de umbrales para proteger contra erosión, reparación del canal desviador afectado por sedimentación y embanques, y consolidación de defensas en ambas márgenes del río y también fue el período donde se consolidó el sistema para garantizar la estabilidad y funcionamiento a largo plazo.

Concretamente del dique derivan dos canales principales: El canal principal de riego, que nace a espaldas del dique, con una extensión de aproximadamente 130 km, diseñado originalmente para irrigar más de 60.000 has aunque en la actualidad riega cerca de 50.000 has entre Barda del Medio y Chichinales. Y el otro es el canal derivador cuya misión es evacuar excedentes de agua cuando se producen crecidas o aumentos extraordinarios en el río Neuquén.

Este canal alimenta el Lago Pellegrini protegiendo las tierras y poblados ribereños de inundaciones y desbordes. Completan el sistema una extensa red de canales secundarios y comuneros, que distribuyen el agua a cada chacra y parcela dentro del Alto Valle, consolidando una compleja y eficiente infraestructura para el riego regional.

Motor de desarrollo: impacto y legado del Dique Ballester


Este sistema permitió la transformación de tierras estériles en un referente nacional e internacional de producción frutícola, con cultivos emblemáticos como peras, manzanas y uvas. El riego fue clave para el asentamiento de pobladores y la consolidación de un modelo agrícola-industrial que aún sostiene la economía regional.

En la década del 40, la fusión entre la Dirección General de Irrigación y las centrales eléctricas estatales dio lugar a Agua y Energía Eléctrica, que extendió la administración del riego a unas 120.000 has en Río Negro, ampliando así el impacto social y productivo.

Actualmente, el sistema de riego integrado al Dique Ballester comprende aproximadamente 61.810 has en total, con 58.511 has empadronadas y casi 48.000 has de riego gravitatorio público, además de unas 6.000 has irrigadas por bombeo superficial o subterráneo.

La operación del dique está a cargo de guardadiques especializados que se turnan en tres turnos de 8 horas para monitorear permanentemente los niveles y caudales, asegurando la distribución eficiente del agua irrigada a través del canal principal y los canales secundarios.

La obra del dique, mostrando casi la totalidad de su extensión (Foto: Archivo Diario Río Negro)

Además de su función hidráulica, el dique es un punto de interés turístico y cultural. En sus alrededores se encuentra el Museo Histórico del Riego, que exhibe la historia de la construcción y funcionamiento de la obra. La obra del Dique Ingeniero Ballester, no sólo es importante como obra de ingeniería sino como motor de desarrollo social, económico y cultural en la región patagónica.


En el árido territorio patagónico, donde predominaban la estepa y la sequedad, una obra de ingeniería hidráulica -el Dique Ingenerio Ballester- cambió para siempre el destino de la región del Alto Valle del Río Negro y Neuquén. Esta transformación lleva la impronta del ingeniero César Cipolletti, un visionario italiano que a fines del siglo XIX concibió un ambicioso sistema de represas, canales y saltos para aprovechar las aguas de los ríos Limay, Neuquén, Colorado y Negro.

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