Hojarasca

Por Redacción

La semana en San Martín

Fernando Bravo rionegro@smandes.com.ar

En política, las dirigencias se despegan de las derrotas con la misma facilidad con que se suben al carro de los victoriosos. En todos los partidos se cuecen estas habas, pero en el peronismo son un plato de liturgia. De allí que no sorprende el revuelo creado tras la magra performance justicialista en las elecciones del domingo 26, cuando perdió la intendencia a manos del MPN por casi 34 puntos. Obtuvo el 20 por ciento, mucho mejor que el paupérrimo 9 del 2007 (en esa elección fue con un frente sui géneris), pero así y todo es un trago difícil. El caso es que apenas acabado el escrutinio, un sector del PJ identificado como la “Agrupación Solidaridad”, puso cartelones reclamando que se vayan todos de los cargos partidarios. La alusión era para Guillermo Carnaghi, que además del candidato perdidoso es el actual titular del consejo local del partido. Del otro lado, el líder de “Solidaridad” es Alberto Bruno, derrotado por Carnaghi en la última interna. Este poco feliz apuro de Bruno por hacer evidente lo que podría haber cuajado con modos más orgánicos y menos escénicos, fue tomado como acto venal; una traición que disparó broncas mutuas, pintadas, insultos… Al cabo, esas reacciones terminaron dándole entidad a un planteo claramente minoritario. Pero separada la hojarasca, el episodio comprueba que la “unidad” aclamada durante la campaña por los sectores hoy en disputa, fue como siempre en política una cuestión táctica, mutable según conveniencias. Parafraseando una sentencia popular sobre la honestidad, pero aplicada a espacios en los que se dirimen parcelas de poder: “todos están unidos hasta que dejan de estarlo”. Más interesante que estas bravatas de ocasión, es otro dato que surgió en los últimos días de campaña, y que daba cuenta de que encumbrados dirigentes habrían pedido a Carnaghi bajarse de la candidatura, a la luz de las encuestas. Una semana antes de los comicios hubo un viaje relámpago de Carnaghi a Buenos Aires que, cabe sospechar, no fue de placer. Pero Carnaghi, antes y después de los resultados, se limitó a decir que nunca pensó en abandonar a pesar de todo, haciendo gala de una silenciosa lealtad pero también de un implícito reproche, vaya a saber con qué destinatario. Como fuere, convienen algunas breves reflexiones sobre estos comicios, en los que los sanmartinenses eligieron intendente por 14 meses, para completar el período trunco con la muerte de Luz Sapag en accidente de tránsito. El MPN salió fortalecido porque ratificó la arrasadora elección que lo había llevado a la intendencia en 2007. Pero por esa razón convendría que no festeje a cuenta. Todos, incluyendo a la ungida intendenta Frugoni y al gobernador Sapag, admitieron que los vecinos dieron respaldo a la gestión y respetada figura de Luz Sapag, como si hubiese sido un voto solidario y moral en la tragedia. Pues bien, en 2011 será otra cosa. Para el PJ quedó claro que necesitará de un frente si quiere disputarle poder al MPN. En esa lid, Libres del Sur, cuya candidata quedó tercera y a seis puntos de Carnaghi, será posiblemente un árbitro con aspiraciones propias y quizá inconmovibles. En cambio, la UCR deberá extremar esfuerzos porque –si es por estas elecciones– aún la tiene cuesta arriba en San Martín de los Andes. Por último, habrá que ver qué hacen los partidos que no han ido con candidato en esta ocasión, entre ellos varios que son aliados del MPN. Como un reflejo de lo que ya se vislumbra a nivel provincial para 2011, también aquí crecerán las chances del MPN, en la misma medida en que la oposición atomice las propuestas electorales.


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