«Mientras me abusaba decía que me quería hacer feliz y yo no lo dejaba», declaró la víctima en Plottier

Declaró la víctima de una tentativa de femicidio, abuso, amenazas e incendio en Plottier. Ante el jurado popular, detalló la violencia de género y la falta de respuestas institucionales.

«La primera oportunidad que discutimos me golpeó y con un cuchillo me apuñaló tres veces en la pierna derecha». «Una vez me llevó al pie de la barda, me apuntó con un arma a la cabeza y tuve que pedirle perdón de rodillas. Me gatilló y no salió la bala, yo no sabía que estaba descargada». «Mientras me abusaba me decía que me quería hacer feliz y yo no lo dejaba». «Después de abusarme se acostó a mi lado en la cama, me acarició el pelo y me dijo que para demostrarme que era bueno, iba a esperar a que yo me durmiera y recién ahí me iba a cortar el cuello para matarme».

Ante el silencio de espanto del jurado popular, M.P. (31), una sobreviviente de violencia de género, desgranó uno a uno los episodios que padeció a manos de J.A. (28), acusado de tentativa de femicidio, abuso sexual agravado, amenazas agravadas, y de quemarle la casa. Los hechos ocurrieron en Plottier a lo largo del 2021.

Durante los 30 minutos que duró, su relato fue una lluvia incesante de hechos que empapó hasta los huesos. Por momentos parecía que hablaba de algo que le había ocurrido a otra persona, porque como explicaron psicólogas y trabajadoras sociales que la trataron, ella tiene naturalizada la violencia y en ocasiones la disocia, como mecanismo de defensa.

La sordera institucional


M.P. tiene un hijo de 7 años; el padre ya falleció. Cuando se involucró con el imputado J.A. en una relación que se extendió por 4 años, el niño quedó en medio de las situaciones de violencia, y por eso le quitaron la tenencia y se la dieron a la abuela materna.

Eso la distanció de su familia e hizo nacer su descreimiento en las instituciones. «Me dejaron sola. Pedí ayuda a gritos, me cansé de pedir auxilio y no fueron capaces de hacer nada», contó en la audiencia de este miércoles.

La única respuesta que obtuvo fue la pérdida de la custodia del hijo. Y el deseo de recuperarlo fue lo que le salvó la vida. «Es una mamá con un fuerte deseo de maternar que se sintió juzgada, le estaban diciendo que ni siquiera era capaz de cuidar a su hijo. Pero tiene un perfil aguerrido, quería que su hijo volviera, no renunció nunca a eso», relató una psicóloga que la trató el Plottier.

Hoy el niño vive con ella, va a la escuela, «ya no tartamudea como cuando estaba con J.A.», y M.P. también reestableció el vínculo con su madre. «Ahora entiendo que al llevarse a mi hijo le salvó la vida», contó.

Ni bañarse, ni depilarse, ni teñirse


Al imputado lo conoce desde la adolescencia. J.A. siguió su declaración por video desde una sala contigua y después hizo un descargo con varias contradicciones.

Hijo sano del patriarcado, no dejaba en paz a M.P. como si fuera de su propiedad: le revisaba el teléfono, le atribuía relaciones con otros hombres, le controlaba las salidas.

«No le gustaba que me cambiara para salir a hacer compras, no dejaba que me bañara ni que me depilara porque decía que lo hacía para verme con otro hombre», contó la víctima. «Tenía que usar el pelo corto y rubio, decía que si era morocha era una puta, y si era colorada y con flequillo rolinga, era más puta todavía. Cuando estaba con él pesaba 43 kilos, ahora peso 52″.

Añadió que «en su cabeza, mi hijo era lo que le impedía estar feliz conmigo. Decía que yo seguía enamorada del padre». Otra de sus obsesiones era un embarazo que perdió por los golpes: cuando se hizo la primera ecografía detectaron que el feto estaba sin vida. De todos modos ella manifestó que no deseaba tener hijos con él.

Los ciclos de la violencia


Las psicólogas y trabajadoras sociales que declararon antes que ella en la audiencia del miércoles explicaron los ciclos de la violencia de género: primero es la luna de miel en la que la relación parece perfecta; luego empiezan los controles, al principio imperceptibles, los reproches, la culpa («si vos no hubieras hecho esto, yo no habría reaccionado mal»), y finalmente la agresión física.

La víctima se aísla, por miedo y también por vergüenza: ¿cómo les cuento a mis conocidos que sigo al lado de un hombre que me golpea?

Poner el cuerpo


En ese sentido, el caso de M.P. es de manual. Una psicóloga dijo que «ella piensa que poniendo su cuerpo, salva la vida de su familia». Y así lo relató la víctima: «J.A. amenazaba con hacerle daño a mi mamá y a mi hijo, yo prefería quedarme con él y que me golpeara a mí. Eso mi familia nunca lo pudo entender», declaró.

La noche del 6 de enero del 2021, la vivienda que alquilaba la víctima quedó consumida por un incendio intencional. El imputado niega ser el autor y no hay testigos, salvo la mujer y una vecina que lo escucharon gritar «hija de puta se te prende fuego el departamento».

Previo al inicio del fuego, J.A. le mandó a su pareja una foto del frente de la vivienda con un auto estacionado. «Me preguntaba ‘con quién estás’, pero ese auto era de una chica que había parado para comprar enfrente».

Dos días después, el sospechoso volvió a la vivienda en ruinas y dejó, colgados de la ventana, los cadáveres calcinados de los dos gatitos que eran mascotas de M.P.

Tentativa de femicidio


El viernes 10 de septiembre del 2021 él la llevó bajo amenazas a su casa, donde vive con su madre y su padrastro. Discutieron, ella se subió arriba del techo perseguida por el hombre, forcejearon, «me tomó de una pierna, me empujó y caí», relató M.P. Según los peritos, fue desde 3 metros de altura.

«Después bajó, me pegó un par de patadas y me ayudó a entrar a la casa».

En la vivienda la desnudó y la abusó. Recién el domingo 12 la llevaron a la guardia del hospital Plottier, «con la condición de que yo no hablara. Él iba a decir que nos caímos de la moto, y yo tenía que hacer que sí con la cabeza».

Pero cuando estuvo a solas con el radiólogo le contó lo que había sucedido y le rogó que llamara a la policía.

Las graves lesiones


El traumatólogo que la operó dijo que tenía triple fractura de pelvis. Señaló que es la lesión más dolorosa, que la paciente necesitó morfina y que su vida estuvo en riesgo.

Ingresó al hospital el 12 de septiembre del 2021; recién la operaron el 30 de ese mes; hasta entonces estuvo inmóvil en una cama, con pañales y una sonda, porque no podía ir al baño.

Luego debió movilizarse en silla de ruedas hasta el 19 de noviembre, y con la ayuda de muletas hasta principios de enero del 2022.

«Tardé 8 meses en recuperar la sensibilidad», contó ayer.

Y dijo: «yo sentía que me tenía que poner bien, porque de lo contrario no iba a recuperar a mi hijo».


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