“No enjuiciamos al Poder Judicial”, le dijo la jueza a Inés Ragni en el juicio la Escuelita

La Madre de Plaza de Mayo de Neuquén fue reencauzada a declarar sin enfrentar a las defensoras públicas. La dignidad y entereza de 47 años de búsqueda conmocionó al público.

“Acá no estamos juzgando al Poder Judicial, sino a dos funcionarios y las defensoras están haciendo su tarea» le dijo la presidenta del Tribunal Oral Federal de Neuquén, María Paula Marisi, de modo coloquial, amable y a su vez firme, a Inés Rigo de Ragni, Madre de Plaza de Mayo, filial Neuquén y Alto Valle. Su hijo, Oscar, continúa aún desaparecido. Esta fue toda una definición de la jueza en el primer juicio contra los civiles, acusados de ser parte de los secuestros y del plan genocida durante la dictadura.

Los imputados son Pedro Laurentino Duarte y Víctor Marcelo Ortiz, exfuncionarios judiciales. “Era un militar”, recalcó Ragni al recordar que el juzgado Federal en 1976 quedó en manos del abogado Duarte, que tenía rango de mayor y asesoraba al Comando.

Ortiz fue el fiscal que completaba la puerta de la justicia a la que acudían los familiares de los secuestrados en busca de sus desaparecidos, tras los operativos ilegales. La aclaración de Marisi para con la Madre de Plaza de Mayo se debió a la insistencia de Inés de enrostrarle a las defensoras oficiales, que asisten a Ortiz y a Duarte, que un juez percibe una jubilación que supera los siete millones de pesos.

Fueron algunas frases duras de Inés para con la defensa pública (integrada mayoritariamente por mujeres) lo que ameritó la intervención de la jueza.

“¿Son madres ustedes?”, inquirió la testigo, con voz réproba. “Ahora que hay una jueza , tengo expectativas. Le pido al tribunal: no me quiero ir sin saber qué hicieron con mi hijo, dónde está enterrado. Somos más de 100 personas las que esperamos respuestas”, peticionó Inés Ragni ante el Tribunal.

El 4 de diciembre será la próxima audiencia del octavo juicio por delitos de lesa humanidad en la región.

Atosigar a preguntas


Las defensoras fueron muy poco amables con la testigo María Isabel Cerazo, hija de la jueza María Isabel Cozzi, la defensora multifueros que en 1976 subrogó el juzgado Federal después de que el titular, Carlos Arias, sufriera un atentado bomba de la triple A en su casa, la vivienda lindera al juzgado Federal.

La defensora Celia Delgado la atosigó a preguntas como si fuera una perito que debe rendir cuentas. Buscó que opinara sobre cómo se foliaban los libros en el juzgado Federal o que explicara el tenor de los títulos periodísticos de la publicación donde su madre (que falleció en 2005) publicó una nota en la que denunciaba la maniobra de los militares para cesantearla y dejar el lugar para Duarte y Ortiz.

El querellante Marcelo Medrano intervino y se quejó porque la testigo tenía nueve años cuando Cozzi de Cerazo fue apartada del cargo y luego era adolescente, cuando a partir de 1982 la ex jueza denunciaba la cesantía de la dictadura.

Cerazo describió los dichos de su madre y cómo la acompañaba a la radio cuando Cozzi hizo las denuncias durante varios años. “Los políticos no le hicieron caso” -contó- y ella quería recuperar su carrera judicial, dijo. La voz de la ex jueza se escuchó en dos audios de radio durante la audiencia.

“Nos dimos cuenta que no pateaban para el arco nuestro”


“No hay muchos familiares en este juicio y siempre es importante que el caso venga presentado por un familiar”, explicó el querellante por la APDH, Bruno Vadalá.

Marcos Seminario, hermano de Javier (desaparecido), sigue buscando a su hermano. “Cuando no me puedas ver, es porque me sacan a torturar”, le dijo el ex dirigente barrial de Sapere a su hermano cuando lo visitaba en la ex U9, en referencia a las sesiones de golpes y picana que padecía periódicamente en “La Escuelita”, el centro clandestino ubicado detrás del Batallón. Seminario le pidió al tribunal “que el juez Duarte diga dónde están los desaparecidos, que se le ablande el corazón. Yo sigo buscando el cuerpo”, planteó.

Vadalá explicó que Seminario estuvo en todos los juicios en busca de información y “era un acto de justicia el que pudiera exponer lo que supo, hay jueces que no conocen el caso de Javier”, sostuvo. Las presentaciones judiciales por el destino de su hermano, que desapareció de la cárcel, las hicieron su pareja, Graciela Cantero y su suegra, Lucy Cantero.

Nos dimos cuenta que no pateaban para el arco nuestro, iban para el otro lado”, explicó Inés Ragni al momento de describir las presentaciones judiciales que hizo su esposo, Oscar Ragni, para dar con el paradero de su hijo.


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