¿Se pudo descubrir antes el crimen del docente de Centenario? Por qué tardaron 18 días

Una serie de episodios desafortunados y otros insólitos rodean el caso del docente de música asesinado en Centenario. Cómo llegaron al presunto autor.

«De vez en cuando sale una changa/No se distraiga los años pasan de golpe/A remangarse las mangas, los dramas bailan,/Números redondos en canasta basta con un toque».

Es una estrofa de «Todo casero y clásico», uno de los rap del artista Saru Monkey, quien según la fiscalía es Simón Alfonso Ramírez Uribe y tiene 24 años. El lunes le impusieron seis meses de prisión preventiva por el homicidio del docente de música Juan José Ramón Racco (41) en Centenario. El crimen ocurrió el 19 de abril pero por una serie de episodios entre dramáticos e insólitos, recién fue descubierto el 7 de mayo. Eso le permitió al imputado mantenerse fuera del radar de los investigadores y mientras tanto gastar el dinero de la cuenta bancaria de la víctima.

Racco y Ramírez Uribe se conocían. Incluso el docente le había prestado dinero, aunque la defensa pública dice que fue al revés: la víctima le debería 20.000 pesos al imputado. Presuntamente para arreglar esas cuentas se reunieron en la casa que Racco alquilaba en el barrio Bella Vista de Centenario, en la calle Illia Manzana 54 Lote 5.

No era la primera vivienda que el docente alquilaba desde su llegada de Córdoba, siete u ocho meses atrás. Las mudanzas habituales se debían, entre otras razones, a que lo preocupaba la seguridad. Por eso también había instalado cámaras de vigilancia.

El imputado Simón Ramírez, en su cuenta de Instagram.

Racco trabajaba en la Escuela 342 de San Patricio del Chañar. Según lo describió la fiscal de Homicidios, Lucrecia Sola, era un hombre solitario pero buscaba socializar así que solía invitar amistades a su casa. El 19 de abril a las 9:30 de la mañana ingresó Simón Ramírez. Salió cerca del mediodía, cerró con llave y se fue. Según la acusación, llevaba consigo un teléfono Samsung, una notebook Lenovo y dos tarjetas de débito de la víctima. Y las cámaras de vigilancia.

Más de 50 lesiones


El cadáver del docente había quedado en la cocina comedor, con 50 heridas de arma blanca en la cabeza, el torso y los brazos (estas últimas las recibió al intentar defenderse del ataque). El cráneo destruido a golpes con un elemento del cuerpo y peso suficientes para romper los huesos más resistentes del cuerpo.

Racco, que se mudaba continuamente por temor a los robos, había caído víctima de uno. El hombre que buscaba tener amigos en su nueva ciudad había sido traicionado por uno de ellos.

Ese mismo 19 de abril, a las 15, Ramírez se hizo atender en el hospital de Centenario por un corte en el dedo meñique de la mano izquierda que se había provocado en el torbellino del crimen. Más tarde publicó en una red social que vendía el teléfono y la notebook por 50.000 pesos. Rápidamente encontró interesados e hizo la transacción en una esquina. A la noche bailó con una amiga, le contó que se quería ir de la ciudad porque «tenía problemas».

La sesión de Facebook


La compradora en tanto le regaló el teléfono a su hermana menor de edad. Tuvo que desbloquearlo, y con un chip nuevo lo activó la noche siguiente. ¿Sabía que era robado? Con la computadora debió tener menos dudas: al abrirla se encontró con la sesión de Facebook iniciada y la foto de perfil del docente. Hizo logout y la siguió usando.

¿Se habría descubierto el crimen ese mismo día, si hubiera hecho la denuncia a la policía? La fiscal Sola tiene dudas. «Hasta ese momento no había denuncia de robo de una notebook, y la persona que la compró no sabía quién era el dueño de la computadora», dijo ante una consulta de este diario. «Pudo ganarse un poco de tiempo», agregó. Es una pregunta cuya respuesta puede esperar sólo porque el crimen está casi esclarecido.

Mientras el cuerpo de Racco seguía tirado en la cocina comedor de la casa y nadie preguntaba por él, Ramírez usaba sus tarjetas de débito. Su torpeza dejaba huellas que más tarde lo señalarían: se hizo transferencias de dinero a cuentas a su nombre.

Los compañeros del docente


Los días pasaban. A los compañeros del docente no les llamó la atención que no respondiera a los llamados porque «cada tanto cambiaba de teléfono», explicó la fiscal según surge de las entrevistas. A ninguno se le ocurrió ir hasta la casa. El maestro que buscaba nuevos amigos al parecer no había tejido lazos correspondidos en estos meses.

La burocracia estatal hizo lo suyo: labraron un acta para dejar constancia de su ausencia. Cuando empezó mayo le depositaron el sueldo. Ramírez aprovechó: el crimen no había sido descubierto, él aún tenía la tarjeta de débito de la víctima en su poder, así que le vació la cuenta.

El alquiler


¿Quién encontró finalmente el cadáver? El dueño de la casa: le llamó la atención que el docente cordobés se atrasara con el pago del alquiler. Utilizó una copia de la llave para entrar y descubrió el cadáver en avanzado estado de descomposición, el martes 7 de mayo.

Los investigadores siguieron el sendero repleto de migas que había dejado Ramírez. Encontraron la familia a la que había vendido el teléfono y la netbook. El imputado resultó ser un hombre conocido en Centenario: había trabajado en un quiosco del cual lo echaron por maltratar a los clientes, robar dinero, vender alcohol y droga, declaró la dueña.

Con la policía tras sus pasos, huyó a San Martín de los Andes donde viven sus padres pero antes le avisó a algunas amistades. Incluso anticipó sus planes de escapar a Chile. Lo atraparon el sábado pasado en la ciudad junto al Lácar.

Legítima defensa o perpetua


La defensa esgrime que fue un crimen cometido con exceso en la legítima defensa. Contrapone la lesión en el dedo meñique de la mano izquierda del imputado con las 50 heridas punzo cortantes en el cuerpo de la víctima y el traumatismo craneoencefálico que le causó la muerte. «Fue una pelea entre dos personas en estado de ebriedad», argumenta. En cuanto al robo, esgrime que hay dudas sobre la autoría.

«Simón Ramírez. Rapero. 24 años. En la mierda misma pero con buena cara. So high» dice el perfil del imputado en Instagram.

Lo acusan de un delito por el cual podría ir a juicio por jurados y si lo encuentran culpable, recibirá una condena a prisión perpetua.


"De vez en cuando sale una changa/No se distraiga los años pasan de golpe/A remangarse las mangas, los dramas bailan,/Números redondos en canasta basta con un toque".

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