La amenaza latinoamericana

Los países de América Latina enfrentarán billonarios déficits sociales y fiscales en los próximos años producto del acelerado envejecimiento de su población, fenómeno que amenaza con elevar la pobreza regional que ya afecta a 205 millones de personas, según estimaciones de Naciones Unidas.

Argentina, Uruguay y Brasil deberán destinar el equivalente a dos y hasta tres veces su Producto Bruto Interno (PBI) al financiamiento de reformas previsionales si desean evitar tanto el colapso social de los adultos mayores como una crisis futura de sus arcas públicas.

En Cuba, Panamá, Chile y Costa Rica esa demanda oscilará entre 1 y 1,5 veces el PBI nacional, según informó a DPA el jefe del Area de Población y Desarrollo del Centro Latinoamericano de Demografía (Celade), el dominicano José Miguel Guzmán.

El envejecimiento poblacional tendrá un «boom» de mediano plazo entre el 2010 y el 2020 con el ingreso de 20 millones de personas mayores de 60 años al escenario demográfico regional. Hoy América Latina tiene 560 millones de habitantes y menos de 40 millones superan los 65 años.

Peor aún, más de 200 millones de latinoamericanos tendrán sobre 60 años en el 2050, cifra que iguala a la población actual de Brasil. O sea, uno de cada cuatro habitantes será un trabajador pasivo a mediados del siglo.

El acelerado envejecimiento, si bien difiere en todos los países, obedece a una drástica reducción de la natalidad, a un fuerte aumento de la esperanza de vida y al ingreso a la vejez de los millones de latinoamericanos que nacieron entre 1955 y 1965, los años del boom demográfico, según explica Guzmán.

Estos cambios, que en países como Chile, Uruguay, Argentina, Costa Rica y Cuba son una realidad, obligarán también a fuertes inversiones en los sistemas de salud, redes urbanas y formación profesional.

Hasta hoy los gobiernos no tienen un plan de acción con metas claras, según estudios de Cepal, pese a que en Argentina, Colombia, Uruguay, Brasil, Costa Rica, Cuba y Chile los mayores de 60 años serán entre un 10 y un 17% de la población en el año 2020.

El número de pobres de la región, que cayó en 15 millones de personas entre el 2002 y el 2006, amenaza con expandirse en las próximas décadas, ante la ausencia de pensiones universales o focalizadas, además de la inexistencia de accesos subsidiados a salud y medicamentos para las personas de 60 años o más.

Según estimaciones de Cepal, una política de pensiones asistenciales dirigidas a los grupos más vulnerables reduciría en 18 puntos la pobreza de ese segmento de edad.

De no adoptarse estas medidas, millones de adultos mayores con malas o inexistentes pensiones y sin acceso al trabajo o la salud generarán un cuadro de creciente iniquidad y freno económico.

Las naciones de menor desarrollo relativo, como Honduras, Bolivia o Paraguay, pueden ver incrementar aún más sus tasas de pobreza que ya oscilan entre 60 y 75% de la población, según cifras oficiales.

Además la capacidad productiva de estas economías se resentirá, debido a la disminución de la población activa, acota Guzmán.

La receta de Naciones Unidas para enfrentar la crisis, atendiendo la endémica falta de recursos de algunas naciones, apunta a invertir en políticas públicas que permitan un mínimo de bienestar en salud, ingresos familiares y habitabilidad urbana.

De lo contrario, la carga social y económica que demanda la vejez recaerá exclusivamente en las familias de los adultos mayores, cuyos núcleos se reducirán progresivamente en las próximas décadas.

O sea, si los gobiernos no construyen un sistema de protección social, para las familias será cada vez más oneroso proteger a sus patriarcas, abriendo un nuevo frente a la precariedad social, en una región donde ya 79 millones de personas no pueden alimentarse diariamente.

 

MAURICIO WEIBEL

DPA


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