La capitalidad de Neuquén, el ferrocarril y las tierras ¿un negocio redondo?
Tras la creación del territorio nacional, se inició la venta de tierras mediante remate público en confluencia. La llegada del ferrocarril y el traslado de la capital valorizaron la tierra, beneficiando a algunos.
Orietta Favaro*
Después de la denominada Campaña del Desierto, se crearon los Territorios Nacionales (1884), Neuquén entre ellos. Al año siguiente se inició la venta de tierras en Remate Público en la zona llamada La Confluencia (nombre que se le daba a la población asentada entre estación Limay [hoy Cipolletti] y estación Neuquén), cuyos adquirentes en su mayoría fueron absentistas, es decir, residían en Buenos Aires. El suelo era pobre y se desenvolvía sobre los asentamientos y explotación de ganadería rudimentaria y extensiva, practicada por terceros. Los principales propietarios fueron Amado Villa Abrille, Ramón López Lecube y Casimiro Gómez, socio -años después- del gobernador cordobés Carlos Bouquet Roldán (1903-19061) y cuñado del presidente Figueroa Alcorta.
Exgobernadores cuestionaron el traslado de la capital, como Francisco Albert y el Coronel Olascoaga.
Sin embargo, en poco tiempo, Gómez se convirtió en el dueño del 80% de los lotes, residía en Buenos Aires y se ocupaban de sus negocios algunos hombres por él especialmente designados. Unos años más tarde, se constituyó la Sociedad Anónima Nueva España, la que desarrolló importantes relaciones con el Municipio de Neuquén.
El aumento de la tensión entre Argentina y Chile debido a las pretensiones de ese país, como consecuencia del Tratado de 1881, determinó una carrera armamentista, que cobró impulso a partir de año siguiente. El Estado nacional, debido a la deficiencia en medios de comunicación y transporte para defender y consolidar la frontera, definió extender la línea férrea de Bahía Blanca a Neuquén.
La tarea estuvo a cargo de la empresa británica Ferrocarril del Sud, otro gran negociado ya que ella misma definió su emplazamiento, fue compensada con tierras y se la benefició con la eximición de derechos por 50 años en la introducción en impuestos (Diarios de Sesiones, Congreso Nacional, Cámara de Diputados, 1985: 261-265).
El contrato para la prolongación de la línea fue aprobado en 1896, con discusiones, pero sin modificaciones sustanciales; se estableció la construcción en 4 tramos y la inauguración oficial se realizó en 1899. Estuvieron presentes invitados de la élite porteña y medios oficiales: Julio Argentino Roca, Bartolomé Mitre, Miguel Cané, Carlos Bouquet Roldán, entre otros. Representantes de “La Prensa” y “La Nación”, además de los dueños del capital británico y delegados de éste en el país, estuvieron en el acto.
Una obra con dificultades
El contrato establecía la construcción de un puente ferroviario sobre el río Neuquén, que nace cerca de Chos Malal, capital del territorio de Neuquén hasta 1904, y recibe como tributario cerca de Paso de Indios al río Agrio, que desciende de la cordillera. La empresa tuvo enormes dificultades por las crecientes, que durante la construcción causaron estragos considerables, arrastrando terraplenes y puentes e interrumpiendo el tráfico por mucho tiempo.
Por ello se instaló un mareógrafo en Paso de los Indios donde existía un oficina telegráfica, para trabajar con cierta confianza y anunciar las crecientes, que variaban entre uno a cinco metros y transcurrían entre 24 y 30 horas.
Se emplearon arenas y piedras de las canteras de Pichi Mahuida y se usó por primera vez en el país el aire comprimido. Los trabajadores del puente -ferroviarios, troperos, comerciantes- fueron alojados en carpas por ser los inviernos fríos y en ranchos de totora, durante los veranos cálidos y secos. Se instaló una proveeduría para los consumos, abastecida desde Ingeniero White. En junio de 1901, se hizo la primera prueba de resistencia del puente sobre el río Neuquén y el 12 de julio de 1902 la empresa Ferrocarril del Sud libró el servicio público a la estación terminal Neuquén, clausurando estación Limay.
Población
- 24.231
- habitantes tenía en 1905 el territorio de Neuquén
Pero la llegada del ferrocarril a Neuquén no solucionó el gran problema del territorio: la incomunicación. La capital estaba en Chos Malal desde 1887, por ello, el gobernador Carlos Bouquet Roldán gestionó en Buenos Aires, previa aprobación del gobierno nacional -con Villa Abrille, Gómez y López Lecube-, la cesión de lotes para la formación del nuevo pueblo.
Logró la donación de los terrenos para calles, plazas y bulevares, conforme al plano provisorio confeccionado por Geodesia Nacional, además el 20% de terrenos urbanos para quintas y chacras.
Es interesante el negocio del Estado nacional con los dueños de las tierras adquiridas para asentar la nueva capital.
Ese porcentaje fue donado por los propietarios para ser vendido entre los primeros pobladores que así lo solicitaran, entre los que figuraban José Fava, Manuel Linares, Rafael Vitale, Clara D. de Schapiro, Pascual Claro, Abel Cháneton, Miguel Mango y Eduardo Talero, entre otros.
La nueva capital del territorio fue inaugurada el 12 de septiembre de 1904, con la asistencia del ministro del Interior, Dr. Joaquín V. González y una comitiva oficial.
A partir de ese momento oficialmente el conglomerado espontáneo de población se denominó Neuquén (el territorio de Neuquén tenía, en 1905, 24.231 habitantes).
Conflictos y negocios
Los chosmalenses tramitaron la paralización de la medida, pero el traslado estaba decidido, aunque el Senado lo discutió y aprobó cinco días después de efectivizado, demostrando la ”conveniencia” del mismo.
La que no permaneció silenciosa fue la prensa, haciéndose eco de exgobernadores que cuestionaban la medida, como Francisco Albert, y en particular del Coronel Olascoaga, quien la consideraba no solo inconsulta sino con consecuencias negativas para la comunicación del espacio neuquino.
Lo más interesante del tema es el negocio del Estado nacional con los dueños de las tierras adquiridas para el asentamiento de la capital, ya que éstas se habían valorizado por encontrarse en la punta de rieles (un lote comprado en 1885 a $ 3.700 se vendió en 1904 a $ 5.500). Pero fundamentalmente el tema más significativo fue que con la donación que hicieron los propietarios del 20% acordaron que el Estado amojonara, mensurara y loteara el resto (80%).
Rápidamente la nueva capital atrajo población, comercio, negocios, interés del propio Estado nacional, de particulares, sucursales e instituciones nacionales, pero el interior neuquino quedó durante muchos años incomunicado.
De todos modos, la ciudad de Neuquén desde sus inicios se mostró poco homogénea. Por un lado el Alto, con asentamientos dispersos, instituciones públicas, escuela y algunas organizaciones sociales; y por el otro la parte más compacta, el Bajo, que desarrolló una gran actividad comercial.
En el medio, el ferrocarril, las tranqueras y los alambrados de la empresa inglesa. Recién en 1936 Amaranto Suárez levantó las tranqueras (Iuorno, 2004: 39-86).
*Doctora en Historia, investigadora de Cehepyc/Clacso-Ipehcs/Conicet, UNC
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