“La experiencia fue grandiosa”

Hace unas semanas tuve el privilegio de realizar una pasantía en el Instituto Balseiro ubicado en Bariloche; la misma fue un premio a una monografía que presenté en el certamen que todos los años dicha institución organiza convocando a alumnos de años superiores de todas las escuelas medias del país. Durante una semana me alojé en las instalaciones del Balseiro y asistí a charlas, exposiciones y prácticas de laboratorio, vivencias que compartí con catorce chicos y chicas de varias provincias argentinas y dos profesores. La experiencia fue grandiosa en todos los aspectos. Desde lo puramente informativo, desde el saber científico tecnológico en sí, fue asombroso comprobar la cantidad y calidad de conocimiento que circula permanentemente en ese lugar. Las investigaciones, las experiencias, los inventos, son obras magníficas producto de muchas horas de esfuerzo por parte de docentes y alumnos que no cesan en la búsqueda de adelantos en esos campos. El conocimiento fluye como algo absolutamente natural, de pronto en un ámbito organizado como una clase de física cuántica, de pronto en una casual observación de astros con un telescopio durante una hermosa noche despejada. Desde lo personal fue magnífico observar y experimentar (ya que nos trataron como a pares) las excelentes relaciones que existen entre profesionales docentes y alumnos; las jerarquías se perciben despojadas de autoritarismo, todos pueden aprender de todos y el sentido de pensar y hacer en equipo es la base de la tarea. Esta vivencia también me permitió desmitificar el perfil de un científico; ellos son personas comunes y corrientes: pude compartir asados, festejar sus chistes y charlar de cuestiones intrascendentes, aparte de admirarlos en sus quehaceres específicos. Y, quizás, lo más importante, pude confirmar lo que expuse en mi monografía: los científicos argentinos son personas (muchos de ellos jóvenes y muchas mujeres) que trabajan en el anonimato dedicando tiempo y estudio a conseguir logros que luego beneficiarán a gran cantidad de gente y sin conseguir relevantes gratificaciones materiales o particulares. Sólo me resta agradecer a todos los que hicieron posible esta pasantía: a docentes del CEM 9 que me propusieron la realización del trabajo y me ayudaron a confeccionarlo; a los directivos del colegio, que me autorizaron a concurrir; a mis padres, que me apoyaron en la empresa; a los medios periodísticos regionales, que difunden estos acontecimientos, y fundamentalmente al Instituto Balseiro, que cada año abre sus puertas a jóvenes como yo para que podamos conocer de cerca a las personas que trabajan allí, apreciar su tarea y, luego, difundirla. Alejo Carlino DNI 37.723.580 Roca

Alejo Carlino DNI 37.723.580 Roca


Hace unas semanas tuve el privilegio de realizar una pasantía en el Instituto Balseiro ubicado en Bariloche; la misma fue un premio a una monografía que presenté en el certamen que todos los años dicha institución organiza convocando a alumnos de años superiores de todas las escuelas medias del país. Durante una semana me alojé en las instalaciones del Balseiro y asistí a charlas, exposiciones y prácticas de laboratorio, vivencias que compartí con catorce chicos y chicas de varias provincias argentinas y dos profesores. La experiencia fue grandiosa en todos los aspectos. Desde lo puramente informativo, desde el saber científico tecnológico en sí, fue asombroso comprobar la cantidad y calidad de conocimiento que circula permanentemente en ese lugar. Las investigaciones, las experiencias, los inventos, son obras magníficas producto de muchas horas de esfuerzo por parte de docentes y alumnos que no cesan en la búsqueda de adelantos en esos campos. El conocimiento fluye como algo absolutamente natural, de pronto en un ámbito organizado como una clase de física cuántica, de pronto en una casual observación de astros con un telescopio durante una hermosa noche despejada. Desde lo personal fue magnífico observar y experimentar (ya que nos trataron como a pares) las excelentes relaciones que existen entre profesionales docentes y alumnos; las jerarquías se perciben despojadas de autoritarismo, todos pueden aprender de todos y el sentido de pensar y hacer en equipo es la base de la tarea. Esta vivencia también me permitió desmitificar el perfil de un científico; ellos son personas comunes y corrientes: pude compartir asados, festejar sus chistes y charlar de cuestiones intrascendentes, aparte de admirarlos en sus quehaceres específicos. Y, quizás, lo más importante, pude confirmar lo que expuse en mi monografía: los científicos argentinos son personas (muchos de ellos jóvenes y muchas mujeres) que trabajan en el anonimato dedicando tiempo y estudio a conseguir logros que luego beneficiarán a gran cantidad de gente y sin conseguir relevantes gratificaciones materiales o particulares. Sólo me resta agradecer a todos los que hicieron posible esta pasantía: a docentes del CEM 9 que me propusieron la realización del trabajo y me ayudaron a confeccionarlo; a los directivos del colegio, que me autorizaron a concurrir; a mis padres, que me apoyaron en la empresa; a los medios periodísticos regionales, que difunden estos acontecimientos, y fundamentalmente al Instituto Balseiro, que cada año abre sus puertas a jóvenes como yo para que podamos conocer de cerca a las personas que trabajan allí, apreciar su tarea y, luego, difundirla. Alejo Carlino DNI 37.723.580 Roca

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