La industria del juguete argentina alcanzó una participación en la demanda interna del 40%

La expansión comenzó a notarse más desde el 2008 y fue impulsada por medidas del gobierno, como las vinculadas con el financiamiento y las restricciones a las importaciones.

En el 2001 había 35 fábricas pymes y en el 2011 más de 100

Luego de la salida de la convertibilidad, la producción de juguetes en la Argentina se expandió a una tasa promedio anual del 17%. Mientras entre 2004 y 2007 su participación en el mercado se mantuvo en promedio en torno al 27%, desde el 2008 creció hasta el 40% en el 2011.

Para la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (Caij), esa mayor participación implicó el crecimiento de puestos de trabajo hasta alcanzar los 4.000. En idéntico período, el empleo registrado superó el promedio de la industria manufacturera (29%). Además, la contratación de personal temporario durante los “picos” de consumo estacionales -días del Niño, de Navidad y Reyes- se incrementó el 33%.

La situación favorable generó nuevas empresas del rubro que pasaron de 35 en el 2001 a más de 100 en el 2011. Inclusive, algunas extranjeras -como la brasileña Sulamericana- realizaron inversiones en nuevas plantas generando productos con mayor valor agregado y nuevos puestos.

El dumping económico y/o social practicado en países asiáticos de producción masiva, motivó la regulación de las importaciones a fin de estimular a la industria nacional, tal como sucedió, por ejemplo, en México y Brasil.

Las fábricas locales son mayormente pequeñas y medianas (pymes) y de capitales nacionales. El 50% son micro, el 32% pequeñas y el 18% medianas. Estas últimas aportaron el 58% de la facturación; las pequeñas, el 33%, y las micro, el 9%. El 90% están ubicadas en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires.

Las ofertas de productos, sumadas a su renovación permanente, hicieron que las firmas invirtieran en el desarrollo de nuevos diseños y artículos para diferenciarse de sus competidores. Una encuesta del Centro de Estudios para la Producción (CEP) del Ministerio de Industria reflejó que los fabricantes destinaron para ese propósito, en promedio, el 4,5% de sus facturaciones.

Entre las principales características de la industria -que produce bienes de consumo final destinados al entretenimiento y recreación de un público mayormente infantil-, están el uso intensivo de mano de obra y la diversidad de sectores que involucra: plásticos, textiles, electrónica, papel y metales diversos. Genera, también, grandes negocios a partir de los contratos de licencias de creaciones de grandes corporaciones -como Walt Disney o Warner- que, por los medios masivos de comunicación orientan los intereses de los potenciales compradores.

“La mayoría de las empresas tiene licencias, porque los personajes de moda atrapan más a los chicos”, dijo Faraoni. Reveló que las licencias permiten asociar productos con márgenes. Por ejemplo, con Disney existen acuerdos por ventas mínimas, lo que hace que superadas esas sumas, los pagos de regalías entre el 10 y el 12% de lo las facturaciones.

La apertura indiscriminada de las importaciones y la nueva situación mundial, que siguió un proceso de construcción de un mercado único y global, determinó que en el 2000, la fabricación nacional solo participara del 10% de las ventas internas. El sector se benefició con las políticas oficiales destinadas a proteger a los denominados “sectores sensibles” frente a la avalancha de las compras en el exterior que devastó a la industria del juguete en la década del ‘90 y procuró dar un salto cualitativo con mayores inversiones en tecnologías y diseños, según Miguel Faraoni, presidente de la Caij, quien estimó que este año ascenderán al citado 40%, con un progresivo agregado de valor, en tanto se redujeron los ingresos del extranjero.

Captar semejante proporción del mercado se atribuyó a la política de protección del kirchnerismo, que mediante licencias no automáticas frenó las importaciones desde 2005. Débora Giorgi, ministra de Industria, ya había empezado a cuidar al sector al aplicar aranceles durante su gestión en el gobierno de Fernando De la Rúa. Así se consiguió, paulatinamente, una estadística atípica: 2 de cada 5 juguetes vendidos fueron realizados en la Argentina.

Guillermo Moreno y Beatriz Paglieri, secretarios de Comercio Interior y Comercio Exterior, respectivamente, controlan el mercado, son los que abren y cierran la puerta a “Barbie” y sus amigos, en gran parte, vía declaraciones juradas anticipadas de importación (Djai), verificadas por la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip).

El CEP advirtió que la actividad local todavía no pudo suplantar a todos los productos importados, en particular aquellos que requieren mayores inversiones tecnológicas para instalarles controles remotos, baterías y otros componentes electrónicos. No obstante, la mayoría de las firmas nacionales “vienen realizando importantes adquisiciones de maquinarias, creciendo en productos, en planteles de trabajadores y en espacios para desarrollar sus tareas”, señaló Faraoni. El sector ya mueve unos 350 millones de dólares al año.

Los autos a control remoto, los robots luminosos y otros juguetes electrónicos faltan en las góndolas, donde se ofrecen ladrillitos, camiones volcadores, juegos de mesa y rodados clásicos. Por eso los comercios de electrodomésticos aprovechan cada vez mejor al segmento celulares, tabletas consolas y accesorios de “gaming” (juegos).

Pese a las medidas implementadas y la expansión de los fabricantes, aproximadamente entre el 50% y el 60% de los juguetes que se están ofreciendo para Navidad y Reyes son extranjeros, como se comprueba por las propuestas de supermercados y cadenas comerciales. Mattel, sobre todo con sus modelos de “Barbie”, y Ditoys, con una mayoría de los de Disney (“Princesas” y “Cars”). La chilena Falabella editó en noviembre pasado un catálogo, con 67 propuestas provenientes de China (entre ellas combos “joystick”, plan “station” y consolas); 3 de Alemania (“Playmobil”), y 13 de la Argentina.

Los ingresos de juguetes están regido por las mismas condiciones que para el resto de los sectores, mediante compensaciones y listas de precios. La norteamericana Mattel se asoció con la argentina Rasti para introducir en Colombia los bloques de encastre “Rasti” y “Blocker”, lo que pasó a representar el 10% de las ventas de Rasti, que ya exportaba a Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia. En cambio, Lionel’s, fabricante de “Mis ladrillos” e importador de autos, muñecas y libros con sonidos, exporta polipropileno y miel a Alemania para cumplir con los requisitos. Las exportaciones alcanzaron el 8% de las producciones y se dirigen principalmente a países del Mercosur.

Las importaciones se encarecieron por las demoras en depósitos fiscales y trámites y se trasladaron a los juguetes. También influyó la cotización del dólar “blue”, la inflación y, en algunos casos, dificultades para ingresar materias primas.

Los fabricantes locales se plantearon como un desafío a futuro, precisamente, incorporar cada vez mayor valor agregado a los productos. Un sector de microempresas, nucleadas por la Asociación Productores de Juguetes Argentinos, llega al mercado a través del diseño, la pedagogía y la educación, destacando su elaboración artesanal.

Ante la globalización del mercado mundial

La globalización del mercado mundial de los juguetes implicó la apertura de las barreras arancelarias y para-arancelarias y el flujo e intercambio comercial desde economías con ventajas comparativas en salarios y cargas sociales -donde inclusive se usa mano de obra infantil-, a los países centrales, como los Estados Unidos y los de Europa, que registran los mayores consumos.

Las grandes empresas radicaron sus fábricas sobre todo en Asia y allí Indonesia, China y Tailandia concentraron el 80% de la producción internacional.

Desde fines del siglo veinte y principios del actual, las plantas productoras, se fueron desplazando para radicarse en los lugares de mano de obra y materias primas más baratas, de acuerdo con un estudio de la Subsecretaría de Desarrollo de Inversiones y Promoción Comercial de la Cancillería Argentina, concretado por la Dirección de Oferta Exportable.

La demanda se caracteriza por sus destinatarios, o sea los niños, en los últimos años tan relacionados con los medios masivos de comunicación, especialmente la televisión e Internet. Los juguetes más exitosos son los realizados a partir de películas y series. Grandes negocios se generaron con las licencias de productos de Walt Disney y Warner, que a través de sus accesos a los medios orientan los gustos e inclinan las preferencias.

La carga cultural que implica la concepción que da origen a un juguete, influye para imponer en forma indirecta los valores del consumo y las innovaciones y los cambios de artículos en forma permanente. El mejor ejemplo en esto, es la muñeca “Barbie”.

La apertura indiscriminada de las importaciones y la nueva situación mundial determinó que en el 2000 la producción nacional solo participara del 10% de las ventas internas. Esto desencadenó paulatinas reacciones en el sector por los riesgos de que fuera desapareciendo la industria, aplastada por la invasión extranjera.

El dumping económico y/o social de las naciones asiáticas con fabricaciones masivas, prácticamente obligó a regular las compras en el exterior para no desalentar y hasta estimular a la actividad nacional, algo que incluso decidieron México y Brasil, por ejemplo, en defensa del trabajo y de los respectivos mercados internos.

A la cadena productiva se agregó un nuevo componente: el financiamiento, indispensable para la reactivación. Las innovaciones en bienes de capital, nuevos diseños y productos pudieron encararse por la política estatal de otorgarlo a plazos y tasas de interés razonables, que motivara a las empresas interesadas a dedicarse a la fabricación sin estar tan condicionadas por problemas de dinero, que limitaran sus emprendimientos.

En el mencionado estudio de la Cancillería destacaron la existencia para las pequeñas y medianas empresas (pymes) de préstamos “blandos” del Ministerio de Industria y las herramientas crediticias del Fondo Productivo del Bicentenario, como, asimismo, el régimen de bonificación de tasas, con los cuales pudieron planificar para el mediano y largo plazo. Esto hizo que la fabricación local ocupara una mayor porción del mercado interno -el mencionado 40% en el 2011- y, por otra parte, exportara.

Algunas pymes formaron grupos para vender al exterior, como los de juguetes didácticos “Toc Toc” y “Piedra Libre”, complementando sus productos, con lo cual redujeron costos, mejoraron las ofertas y participaron en acciones promocionales que les facilitaron los ingresos a otros mercados.

De acuerdo con la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (Caij), no sólo aumentó la participación de la producción nacional en el mercado sino, también, crecieron los puestos laborales hasta alcanzar a 4.000 personas. Subsiste mientras tanto la contratación de trabajadores temporarios durante los denominados “picos” estacionales -días del Niño, de Navidad y de Reyes-, cuando la dotación de personal se incrementa en un 33%.

Un sector de microempresas, representadas por la Asociación Productores de Juguetes Argentinos, llegó al mercado a través del diseño, la pedagogía y la educación, haciendo hincapié en la personalización de sus creaciones y las fabricaciones artesanales.

Miguel Ángel Fuks / miguelangelfuks@yahoo.com.ar


En el 2001 había 35 fábricas pymes y en el 2011 más de 100

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