«La panelista», la nueva película de Florencia Peña, le apunta a la tevé basura

El filme dirigido por Maxi Gutiérrez cuenta el detrás de escena y el aire de un programa de chimentos, cuyos protagonistas caminan ciegamente hacia una hoguera de vanidades y ambiciones desmedidas. Puede verse en los cines de la región.

Florencia Peña vive días difíciles, acosada por una exposición pública brutal y agredida desde las redes sociales (entre otros espacios) por una misoginia inaceptable. Podría tratarse de un comentario sobre su personaje en “La panelista”, película recientemente estrenada. Pero no, se trata de una observación sobre su momento actual. Y cuando el propio director del filme, Maxi Gutiérrez, en cambio, le dice a Télam: “Después Florencia (Peña), con esta locura que tiene su personaje Marcela Robledo y en donde todo se le viene encima», está hablando del personaje, pero podría estar refiriéndose a la actriz. 

«La Panelista», que puede verse en los cines de la región, se desarrolla dentro de un estudio de televisión, en el detrás de escena y el aire de un programa de chimentos, cuenta con un elenco de figuras encabezado por la ya mencionada Flor Peña y que incluye a Soledad Silveyra, José Luis Gioia, Favio Posca, Campi, Diego Reinhold y Gonzalo Valenzuela, que le dan vida a estos personajes que caminan ciegamente hacia una hoguera de vanidades y ambiciones desmedidas. En palabras de su director, tiene la «intención» de «generar conciencia» sobre «el escándalo, uno de los géneros narrativos de más auge y que cuenta con una estructura increíble» que «puede dejar un montón de víctimas». 
 

Maxi Gutiérrez, director del filme, cuenta con una extensa trayectoria en tevé.

«Lo que mueve a los personajes es la ambición y el desastre. Ninguno se salva. Cada uno tiene un propósito. Son personajes muy inspirados y reconocibles. No están porque sí. Y en esa línea de cada propósito las realidades son distintas. El chileno que interpreta Gonzalo Valenzuela cree que hay guerra con Argentina y no sé si le importa tanto otra cosa. Después Florencia (Peña), con esta locura que tiene su personaje Marcela Robledo y en donde todo se le viene encima», sostuvo Gutiérrez. 
 


En ese sentido, explicó que «al margen del propósito que cada uno persigue, se trata sobre cómo la llevan y a la velocidad en la que lo hacen» que es «a todo y nada» y «a las chapas» dentro de un escenario, el del «circo de la televisión», que al director le resulta muy «reconocible para hacer pie» por su experiencia y trayectoria profesional en la industria televisiva con la dirección de programas como «Gran hermano», «Operación triunfo» o «Tribuna caliente», pero atravesada por sus lecturas sobre teorías de la comunicación. 
 

Entiendo que la televisión pueda ser dramática y profunda, pero a mí me parece que es como todo medio gracioso. Lo que me interesaba contar es que en el drama de la televisión todo se magnifica y todo resulta en un horror».

Maxi Gutiérrez, director de «La panelista».


Según su mirada, «La Panelista» trata de contar que «en el drama de la tele todo se magnifica y todo es un horror» y «trata de hacer gracia justamente con ese horror de verdad, con algo que está ahí y es real, que es la locura que hay y la urgencia que lleva a los personajes a hacer cualquier disparate y tomar decisiones erráticas». 
 


P: ¿Cuándo te encontraste con esta historia y con el escenario del estudio de televisión donde se desarrolla la historia? 
 
Maxi Gutiérrez: Quería una historia que sucediera de forma natural y donde los personajes no estén demasiado caracterizados. Que sea algo natural. Y empecé a pensar y me apareció el mundo de la televisión, que es algo que realmente conozco mucho porque trabajé muchos años ahí; me encanta esa dinámica, me parece muy atractiva, romántica, graciosa, colorida. Lo tiene todo. Es misteriosa, pero a la vez también tiene toda esa otra parte industrial que la hace monótona, en algún punto operativa. No es mi estética. Hay toda una parte que tiene que ver con los espacios de trabajo. Me parecía muy lindo porque se podía contar un cuento que lo podés contar en Tribunales o en un puerto, pero la historia pasa por otro lado. De ahí empecé a pensar en los problemas que podía haber en esa zona y la verdad es que todo lo que es el pararse frente a una cámara implica una negociación con el ego. Me pareció divertidísimo y ahí arranqué. 


 
P: ¿Las pulsiones que determinan a estos personajes fueron extraídas de personajes reales que te encontraste durante tu trabajo en la televisión? ¿Pensás que sirven para reflexionar también sobre la sociedad? 
 
MG: «Hay un psiquiatra, Paul Watzlawick, que escribió la «Teoría de la Comunicación Humana» y otra cantidad de libros espectaculares, que plantea, con una mirada re-constructivista, que hay una realidad inventada y una realidad real. Es un concepto que siempre me apasionó y que tiene mucho que ver con lo que queremos ver, con la realidad que transformamos y adaptamos con nuestros propios condimentos. Me pareció que era una buena premisa para abordar esta historia, al igual que las urgencias que hacen que uno imagine algo que después termina por distorsionar completamente todo lo demás, y que si es emitido a través de un parlante como es la televisión, resulta en algo peligrosísimo, donde uno no puede distinguir qué es real y que no. Lo que pasa es que no hay que pasarse de solemnes. Bueno, el lenguaje de cada intérprete es distinto, pero a mí me causan gracia ese tipo de miradas. Entiendo que la televisión pueda ser dramática y profunda, pero a mí me parece que es como todo medio gracioso. Lo que me interesaba contar es que en el drama de la televisión todo se magnifica y todo resulta en un horror. Trata de hacer gracia justamente con ese horror de verdad. 
 
P: ¿Esperás algún tipo de reacción por parte de los programas de chimentos que inspiraron parte de esta historia? 
 
MG: Definitivamente no tiene esa intención, pero si pasa será parte de la locura de la televisión en donde cualquier cosa puede pasar y sin saber para dónde puede dispararse. La película tiene la intención, por lo menos, de generar una toma de consciencia sobre el escándalo, uno de los géneros narrativos de más auge y que cuenta con una estructura increíble. Empieza por el final, después vas conociendo los personajes y al final se diluye en un «no se sabe qué pasó» que puede dejar un montón de víctimas. 


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