La seguridad, una cuestión de Estado

El torneo continental bajo la mira militar

Fusiles y uniformados son compañeros habituales de los jugadores en la Copa América de Venezuela.

Tras obtener por primera vez en su historia la organización del torneo continental, el presidente Hugo Chávez decidió convertir la Copa en «asunto de Estado», por lo que tomó medidas casi draconianas en torno a la seguridad en las nueve sedes del torneo.

Aeropuertos, hoteles, centros comerciales, lugares turísticos, estadios y en las canchas de fútbol, donde entrenan los 12 equipos participantes de la competición, son custodiados herméticamente por 50.000 personas.

«El comité organizador se compromete al resguardo de las delegaciones, periodistas y visitantes, y sobre todo en estos momentos donde se respiran vientos de fútbol en las nueve ciudades sedes. En la Copa la seguridad de todos está garantizada», declararon fuentes militares.

Las medidas permanecen en un alto nivel de rigidez: los policías y militares le respiran literalmente en la nuca a los jugadores de las 12 selecciones, pero la fiesta del fútbol logró ablandar la hermética seguridad venezolana.

Los jugadores de Argentina, que desde su llegada a la ciudad de Maracaibo han estado rodeados de agentes policiales y de militares con sus fusiles, lograron que sus vigilantes disimularan su presencia: les pidieron que cambiaran su oscuro uniforme verde por trajes deportivos.

En medio de un dispositivo de seguridad que se asemeja más al que podría encontrarse en una zona de conflicto que al que se espera en un campo de entrenamiento o en un hotel cinco estrellas, el seleccionado argentino consiguió que quienes les guardan las espaldas en la Copa América de Venezuela relajen algo su actitud belicosa.

Los efectivos, que llegan a los 60 en el campo de entrenamiento y a los 40 en el alojamiento, se habían mostrado implacables a la hora de detener a cualquiera que intentara acercarse a los jugadores, en algún caso hasta poniendo la culata del arma en el pecho de quien cometiera la osadía de pedir una foto o hacer una consulta.

Pero de repente, algo cambió en los salones del Hotel Maruma. «Los argentinos nos han pedido que los que pudiéramos nos vistiéramos de civil», reveló un agente policial que ya no llevaba su uniforme sino una camiseta negra sin estridencias y una placa identificatoria colgada al cuello.

La medida, que no incluye a los militares, no representa un detalle menor. «La gente ve la placa y ya sabe que pertenecemos a la seguridad», continuó el policía.

Alberto Capuchetti, Comisario Mayor retirado y jefe de seguridad traído por la AFA, confirmó el pedido hecho a las fuerzas del orden que los custodian.

«Hablamos con ellos y les pedimos que, sin bajar de ninguna manera los valores de seguridad, asumiesen una postura más relajada. Los jugadores no están acostumbrados a esto», dijo Capuchetti. (DPA)


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