La tevé resistió con ficción 27-12-03

BUENOS AIRES, (Télam).- En el ya asentado espacio ficcional de entre las 21 y las 23, la novela «Resistiré» (Telefé) se convirtió en la gran atracción de la temporada gracias a una eficaz combinación dramática y de elenco que el público terminó valorando con grandes niveles de audiencia y un festivo cierre «en vivo», días atrás, en el porteño teatro Gran Rex.

El tono oscuro de la tira contrastó con la impronta graciosa y costumbrista de las comedias de las 21 («Costumbres argentinas» de Telefé y «Son amores» del 13) y obligó a «Soy gitano» (Canal 13) a sobrecargar su apuesta por la tragedia empapada en sangre.

De la mano del prestigio y los premios alcanzados en su temporada debut, el segundo año de «Los simuladores» se transformó en un singular boom que próximamente rematará el año 2003 con un capítulo doble que marcará el final de la saga.

Otra llamativa tendencia de la tevé de 2003 fue la llegada de un nuevo formato, que podría definirse como no ficción y que tomó elementos del documental fílmico y del registro periodístico.

Con el escaso entusiasmo que suscitaron los programas periodísticos clásicos, el nuevo formato pasó a ocupar el lugar del registro de la actualidad en la tevé vernácula, que se concretó en programas que van desde «Pabellón 5», pasando por «E-24» y los informes de Juan Castro en «Kaos, en la ciudad», hasta «Por qué» de Jorge Lanata, «No matarás», «Ser urbano» y otros ciclos.

En 2003 terminaron de desaparecer los «talk-shows» (el último en caer fue el escatológico «Entre Moria y vos») y sufrieron un franco retroceso los «realities» (en clave musical y después del furor inicial, tanto «Operación triunfo» como «Escalera a la fama» tuvieron un rating que distó de ser arrollador).

Entre los rubros en extinción se contó el de entretenimientos: «Trato hecho» (con el que Julián Weich se mudó a Telefé) y «Pulsaciones» fueron los que sobresalieron en cuanto a niveles de audiencia pese a la escasez de oferta, aunque no puede dejar de nombrarse a «Susana Giménez», a quien su separación y posterior reconciliación sirvieron para alcanzar altos picos de audiencia.

Otra señal que atravesó el año televisivo fue la de los ciclos específicamente basados en material de ar

chivo, como «De lo nuestro lo peor», «Nosotros también nos equivocamos», «Rec», «TV registrada», «Lo mejor de la semana», «Vale la pena», «Vertical horizontal» y «Televicio» que, con sus respectivos matices, construyeron un discurso basado en la televisión.

Marcelo Tinelli volvió en 2003 al formato diario de «El show de Videomatch», y usufructuando las cámaras ocultas ratificó su capacidad de convocatoria.

Como productor acertó con «Costumbres argentinas» (compitió y terminó imponiéndose a la segunda temporada de «Son amores») pero sufrió un gran fracaso con la promocionada miniserie «Sol negro» a la que ni el seleccionado actoral reunido logró sumarle público.

El adiós de Mónica y César de «Telenoche» marcó un importante hito de 2003, ya que tras 13 años juntos al mando del noticiero más visto, anunciaron su despedida con un envío emotivo y rico en imágenes que testimoniaron su actividad en el ciclo informativo.

La fórmula de Telefé (aggiornada por «Los simuladores» y «Resistiré» y sostenida por sus pesos pesados Giménez y Tinelli), minimizó el desembarco de Adrián Suar al frente de Canal 13 y terminó imponiéndose en el rating anual (computado hasta noviembre y según datos de Ibope) por 12.07 a 10.59.

El debut de Daniel Hadad como mandamás en Canal 9 no modificó demasiado los rátings de la emisora -que para Ibope fue tercera durante todo 2003- aunque sí la posicionó en lo ideológico con un staff integrado por Sofovich, Gelblung, González Oro, Grondona, Longobardi, Feimann y Viale, entre otros, que mostraron su explícita adhesión al luego frustrado regreso del menemismo.

Con varios cambios de dirección que atentaron contra su línea editorial, América volvió a naufragar con una programación que, dominada por deportes y periodísticos, sufrió innumerables cambios de programas y estéticas.

Por último, la pantalla estatal recién ahora está acomodándose a las modificaciones políticas que influyeron en su dirección pero que no impidieron apreciar logros en materia de pluralismo, promoción de lo cultural y felices acuerdos como el establecido con el Incaa para la proyección de filmes.