La tienda que hizo punta

Debió cerrar en los 90 pero el recuerdo de “Mino”, que falleció en 1992, perduró.

La esquina de avenida Argentina y San Martín tiene hoy otro aspecto y otros dueños. Conserva, eso sí, su condición de ubicación privilegiada en el centro de la ciudad y ciertos elementos de la fachada original de aquel local que vistió a la neuquinidad de “clase media para arriba” durante más de tres décadas. Hevia Sport se llamó la tienda de ropa masculina que funcionó primero en la Galería Pumará del Bajo neuquino antes de trasladarse a avenida Argentina 2. “No era algo muy lindo ni llamativo, pero mi viejo trabajaba mucho con la imaginación. Se lo imaginó distinto y ahí estuvo hasta la fecha de cierre, que fue en 1996”, dice Eduardo Hevia. Su creador, José Belarmino Hevia, más conocido como “Mino”, falleció en 1992, pero su hijo perpetúa este pedacito de historia de la ciudad a través de su memoria. “El negocio empezó siendo yo muy chico. Lo que más me acuerdo es que cuando mi viejo quiere poner el negocio en Neuquén, todavía no estaba el boom de inmigración que vino después y que se mantuvo. Tenía un socio, que era su hermano, que le decía que no. Neuquén no tenía el aspecto de futuro porvenir como tenía la parte de Río Negro donde estábamos nosotros”, recuerda. Por ese entonces, 1961, vivían en una Cinco Saltos que se creía pujante por la fruta y fábrica Indupa. “El tema de irse no gustó mucho entre los allegados, pero a mi viejo se le ponía una idea en la cabeza y le daba para adelante”, dice Eduardo. “Mino” venía de una experiencia exitosa con la tienda La Victoria en esa ciudad y eso lo trasladó a su arribo a Neuquén. La idea de abrir un negocio de indumentaria no salió de la nada. Don Hevia había sido empleado de la tienda –hoy convertida en museo– El Diente de Oro y la amistad que trabó con los viajantes durante su traslado a Plaza Huincul le abrió la posibilidad de iniciar, junto a un socio, el negocio propio. Era la década del 50. Él primero estuvo en Cinco Saltos y después vino Neuquén. “Le tocó, comercialmente hablando, una buena época”, rescata Eduardo. Claro que también pasó períodos de crisis, donde “muchos comerciantes se vinieron abajo y otros, como él, aprendieron con el dolor”. “Mino”, sin embargo, “fue una persona muy emprendedora, sacrificada y audaz”, dice su hijo. Por caso, fue uno de los primeros que apostaron a la televisión como estrategia publicitaria. “Hay tres publicidades. La primera fue con dos actores de teatro de Neuquén, en otra sale tocando el saxo uno de los hermanos Bongiovanni. No era muy común en ese momento hacer publicidades filmadas y los costos de la televisión eran altísimos, el minuto era terrible, pero después venía la contrapartida de que la televisión es lo que más resultado da a la hora de las ventas”, detalla Eduardo. Por Hevia Sport pasaron marcas como Christian Dior, Pierre Cardin, Mónaco, Manhattan, Barry Black y UFO. “Para mi viejo haber conseguido eso fue todo una conquista”, recuerda Eduardo. Ya sin “Mino”, y en una década complicada como fue la de los 90, el negocio no pudo prosperar. Sus familiares hoy conservan los recuerdos, los momentos y, de tanto en tanto, un saludo en la calle de algún cliente que les comenta: “Esta campera me la compré en Hevia Sport”.


La esquina de avenida Argentina y San Martín tiene hoy otro aspecto y otros dueños. Conserva, eso sí, su condición de ubicación privilegiada en el centro de la ciudad y ciertos elementos de la fachada original de aquel local que vistió a la neuquinidad de “clase media para arriba” durante más de tres décadas. Hevia Sport se llamó la tienda de ropa masculina que funcionó primero en la Galería Pumará del Bajo neuquino antes de trasladarse a avenida Argentina 2. “No era algo muy lindo ni llamativo, pero mi viejo trabajaba mucho con la imaginación. Se lo imaginó distinto y ahí estuvo hasta la fecha de cierre, que fue en 1996”, dice Eduardo Hevia. Su creador, José Belarmino Hevia, más conocido como “Mino”, falleció en 1992, pero su hijo perpetúa este pedacito de historia de la ciudad a través de su memoria. “El negocio empezó siendo yo muy chico. Lo que más me acuerdo es que cuando mi viejo quiere poner el negocio en Neuquén, todavía no estaba el boom de inmigración que vino después y que se mantuvo. Tenía un socio, que era su hermano, que le decía que no. Neuquén no tenía el aspecto de futuro porvenir como tenía la parte de Río Negro donde estábamos nosotros”, recuerda. Por ese entonces, 1961, vivían en una Cinco Saltos que se creía pujante por la fruta y fábrica Indupa. “El tema de irse no gustó mucho entre los allegados, pero a mi viejo se le ponía una idea en la cabeza y le daba para adelante”, dice Eduardo. “Mino” venía de una experiencia exitosa con la tienda La Victoria en esa ciudad y eso lo trasladó a su arribo a Neuquén. La idea de abrir un negocio de indumentaria no salió de la nada. Don Hevia había sido empleado de la tienda –hoy convertida en museo– El Diente de Oro y la amistad que trabó con los viajantes durante su traslado a Plaza Huincul le abrió la posibilidad de iniciar, junto a un socio, el negocio propio. Era la década del 50. Él primero estuvo en Cinco Saltos y después vino Neuquén. “Le tocó, comercialmente hablando, una buena época”, rescata Eduardo. Claro que también pasó períodos de crisis, donde “muchos comerciantes se vinieron abajo y otros, como él, aprendieron con el dolor”. “Mino”, sin embargo, “fue una persona muy emprendedora, sacrificada y audaz”, dice su hijo. Por caso, fue uno de los primeros que apostaron a la televisión como estrategia publicitaria. “Hay tres publicidades. La primera fue con dos actores de teatro de Neuquén, en otra sale tocando el saxo uno de los hermanos Bongiovanni. No era muy común en ese momento hacer publicidades filmadas y los costos de la televisión eran altísimos, el minuto era terrible, pero después venía la contrapartida de que la televisión es lo que más resultado da a la hora de las ventas”, detalla Eduardo. Por Hevia Sport pasaron marcas como Christian Dior, Pierre Cardin, Mónaco, Manhattan, Barry Black y UFO. “Para mi viejo haber conseguido eso fue todo una conquista”, recuerda Eduardo. Ya sin “Mino”, y en una década complicada como fue la de los 90, el negocio no pudo prosperar. Sus familiares hoy conservan los recuerdos, los momentos y, de tanto en tanto, un saludo en la calle de algún cliente que les comenta: “Esta campera me la compré en Hevia Sport”.

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