La venta del dióxido de cloro, o CDS, como «medicamento mágico» en Neuquén
Si bien desde hace años se advierte que el consumo trae graves consecuencias al organismo, la oferta del producto se reconvirtió con mensajes falsos contra el coronavirus.
En noviembre del año pasado, el Ministerio de Salud de Perú fue el primero en advertir los peligros de tomar clorito de sodio o dióxido de cloro. La pandemia de coronavirus era inimaginable; pero las consecuencias de tomar lavandina y blanqueadores, conocida. Sin embargo, los “medicamentos mágicos” se reinventaron como herramientas para combatir la nueva enfermedad y en Neuquén están al alcance de un clic. Quienes los venden, conocen los efectos negativos que se pueden sentir, pero cuentan un discurso de alcance mundial para esconderlos.
La preocupación por la venta de medicamentos falsos fue creciendo con los meses. Según consigna la Organización Panaméricana de la Salud (OPS), Estados Unidos siguió a Perú en abril y, luego, se fueron sumando Argentina, Colombia, Honduras, Paraguay y Bolivia. Básicamente, todos los organismos y especialistas repiten lo mismo: no son medicamentos y hacen mal al organismo.
El dióxido de cloro es un gas usado como blanqueador y para el tratamiento del agua (se suele vender para las piletas). El clorito sódico se usa para generarlo y el hipoclorito de sodio es conocido, ni más ni menos, como lavandina.
El infectológo Daniel Calfunao (mat. 3744), del hospital Castro Rendón -el más importante de Neuquén- explicó que si bien tienen acción contra las bacterias, no hay ningún estudio que demuestre sus efectos en las personas. Lo que se sabe es que tienen una rápida reacción química en los tejidos humanos.
Si se ingieren, barren la primera capa de células (epitelio) de todo el tubo digestivo. Esto puede provocar irritaciones, vómitos, diarreas. Desde el 2004 se detectó que modifican de la capacidad de la sangre para transportar oxígeno, por lo que pueden causar complicaciones respiratorias, cardiovasculares y renales. El médico resaltó que incluso en su uso permitido, por ejemplo como antisépticos sobre las superficies, se debe utilizar barbijo. La inhalación puede causar edemas pulmonares, broncoespasmos, neumonitis química y edema de glotis.
La OPS profundiza: pueden producir la muerte si la exposición a ellos es más que el valor límite recomendado, pueden dar lugar a bronquitis crónica y erosiones dentales, y las concentraciones elevadas pueden ocasionar efectos adversos en distintos órganos.
Las personas que venden dióxido de cloro en Neuquén reconocen que tiene efectos adversos, pero le encuentran un justificativo: “es como cuando tenés un ataque al hígado, y te duele un poco la cabeza cuando se está pasando”.
Las estrategias de venta son el “boca en boca” y el ofrecimiento en grupos de compra y venta de las redes sociales, con publicaciones ambiguas. No se entiende bien si venden el producto para las piletas o el supuesto medicamento. “Es el que se usa contra el coronavirus, pero como su uso no está autorizado lo ponemos así”, aclaró la voz del otro lado del celular.
Los perfiles de Facebook de quienes ofrecen el dióxido de cloro son abiertos y permiten deducir que no son falsos. Probablemente, sea por el amparo que sienten de que haya un gran movimiento mundial que los legitima, impulsados por un seguidor de Jim Humble (un buscador de oro que aseguró haber curado la malaria de su equipo con el producto), Andreas Kalcker. Este hombre, oriundo de Alemania, se hizo famoso por vender, desde el 2009, la “Solución Mineral Milagrosa” conocida como MMS, por sus siglas en inglés.
Kalcker fue detenido en España por cometer delitos contra la salud, pero continuó su lucrativo negocio desde Rumania. Decidió no invertir sus ganancias en un estudio científico estándar que le permitiría amplificar su mensaje de forma legal en todo el mundo, sino que el modelo de negocio fue saltando de web en web (a medida que las autoridades las cerraban por divulgar información falsa y peligrosa), hasta llegar a las redes sociales.
La legitimidad que le da un discurso atractivo a un producto cuyo promotor elige que no sea probado científicamente (sino que sean las mismas personas las que experimenten en sus cuerpos), llegó a la tv argentina. Viviana Canosa tomó CDS, otra de las versiones del dióxido de cloro, como respuesta a la ANMAT. El organismo que aprueba los alimentos y medicamentos en el país, sacó un comunicado advirtiendo sobre los peligros del producto luego de que la productora publicara en su Twitter que lo consumía.
El hecho sirvió de publicidad en la región. “El CDS es mejor, te causa menos malestares, el cuerpo se acostumbra más rápido… aunque mal te vas a sentir al principio”, resaltó una vendedora de Cipolletti.
Por unos 1.000 a 1.500 pesos se puede conseguir medio litro de CDS en el Alto Valle. “Rinde un montón porque lo tenés que ir diluyendo”, es otra de las estrategias de venta.
El Ministerio de Salud de Neuquén informó que, desde Fiscalización Farmacéutica “no hubo reportes hacia la ANMAT por venta ilegal de medicamentos para el coronavirus por redes sociales”. Sin embargo, el alerta por la difusión del CDS en la región va en incremento. “La sociedad está ávida de tratamientos contra el coronavirus”, resumió el infectológo Calfunao, “pero no hay que usar medicamentos que no estén aprobados y recomendados por el médico de confianza.”
Aún no hay una cura del coronavirus y las vacunas están en estudio. El plasma se usa como tratamiento y, recién, se comenzó a analizar el suero equino»,
resaltó el infectológo Daniel Calfunao.
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